viernes, 28 de junio de 2013

Los anaqueles de la vergüenza

JEAN MANINAT  

 EL UNIVERSAL
viernes 28 de junio de 2013
"Nosotros somos los hijos y las hijas de los libertadores de este continente ¡Car...! Como nos lo enseñó Chávez, de manera que puede agarrar su rollo de papel tualé este burguesito y... ¿Ustedes quieren patria o papel tualé? Es una necedad, compañeros, porque un problema puntual de abastecimiento no puede medirse con un valor supremo como lo es tener patria. La patria no se mide en un supermercado. No tiene nada que ver con un anaquel".

Ni el más excelso de los humoristas, en el paroxismo de su mejor representación, hubiese tenido la capacidad destructora y burlesca que contienen las palabras arriba citada. Sería la más genial de las boutades.

Pero no, son reales y conforman la declaración que diese recientemente, nada menos que el canciller venezolano Elías Jaua, uno de los jerarcas más importantes del régimen y  quien representa al país internacionalmente.

Ha sido tal el bochorno, que un buen número de amigos del exterior me han escrito para preguntar sí era verdad tamaña desmesura o una exageración de los medios de comunicación. Un viejo sindicalista español, de origen socialista, que ha visto de todo, sobre todo anaqueles vacíos, hambre y desabastecimiento durante la guerra civil en su país, me escribió un correo indignado por la forma como estos y cito: "pretendidos socialistas están volviendo m... una corriente histórica que nació con la vocación justiciera de que todo el mundo se llevara un pan a la boca". En su momento, como muchos otros, se hizo ilusiones con la emergencia chavista que pronto se disiparon hechas migajas rojas.

La prensa internacional ha recogido el desbarro como una prueba más del exotismo caribeño, entre sorprendidos y risueños ante tamaña muestra de cantinflada política y económica, alumbrada por referencias a una supuesta condición revolucionaria que ya no tiene empuje alguno para maquillar tanta ineficiencia e indolencia oficial.  Si algo ha demostrado las revoluciones es su gran capacidad para causar hambrunas y desesperanza.

Pretender poner a todo un país frente la delirante disyuntiva de patria o desabastecimiento, por no hacer referencia al ya mancillado tema del papel higiénico, es prueba de un infantilismo revolucionario digno de quien no se ha preocupado, al menos, de leer un poco de historia. Nada más  peligroso que un santón revolucionario desprovisto de formación y conocimientos básicos. El régimen de Pol Pot  en Cambodia estaba repleto de ellos.

Iván Bunin, el primer escritor ruso en ganarse un Nobel, en su libro Días malditos(Un diario de la revolución), relata el pandemonium destructor desatado por los bolcheviques en los dos primeros años de la revolución rusa. Soldados borrachos ajusticiando a sus oficiales, obreros armados y pendencieros sembrando el pánico, campesinos embrutecidos por siglos de explotación a la búsqueda de la revancha, lumpen proletarios disfrazados de comisarios políticos requisando hogares para expoliarlos de sus enseres. Una inmensa pira humana y cultural llevada a cabo en nombre de la justicia social. Paradójicamente, Stalin se encargaría de borrarlos a todos en nombre del comunismo.

El canciller Jaua, en lo que probablemente serán sus continuos viajes, debería detenerse en los mercados de los países latinoamericanos que visite. Digamos: Brasil, Ecuador, Perú, Chile, México, Panamá, Colombia, por nombrar tan solo algunos, y verá los estantes llenos de productos de toda clase, las fruterías y las carnicerías rebosantes, puestos y más puestos repletos de artículos. Pero sobre todo verá a ciudadanos satisfechos, unos contentos de poder comprar y otros de poder vender. Y todos... de poder consumir.

Sí algo no es la patria es un anaquel vacío de productos para la gente. Por el contrario, son los anaqueles de la vergüenza.

@jeanmaninat

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