sábado, 4 de octubre de 2014

Ernesto Samper da pena ajena

Alexis Ortiz
@alexisortizb

Los únicos paramilitares que hay en Venezuela son los llamados colectivos, unas pandillas entrenadas, armadas, financiadas y protegidas por el gobierno castrochavista

Durante su campaña para presidente de Colombia, en 1993, el candidato liberal Ernesto Samper, en complicidad con quien después fue su ministro de Defensa, Fernando Botero (hijo del famoso pintor), aceptó dinero del narcotráfico para financiar su aspiración a mandar a los colombianos. Después como Presidente, entre 1994 y 1998, Samper vivió acosado por la mancha de su conexión con los narcos y, cosa igual de triste, por la mediocridad de su gobierno que no dejó nada en la memoria de los ciudadanos.
Por su ética quebradiza e impericia burocrática, Ernesto Samper era en las últimas décadas un zombie en la vida política colombiana. Era uno de esos sujetos que sobrevivían en una bancarrota existencial inapelable.
¡Pero en agosto del 2014 el castrochavismo se presentó para rescatar a Samper del olvido y el desprecio! Con un jugoso salario y el compromiso de obediencia a los mandamases de La Habana y Caracas, lo hicieron secretario general de Unasur, una entidad creada por Chávez, Lula y los Castro para debilitar a la OEA e iniciar junto a Mercosur el desbaratamiento del sistema democrático interamericano. Ese sistema que tanto los irrita por la defensa del pluralismo y los derechos humanos en el continente.
La condición de asalariado del castrochavismo explica las necias declaraciones Ernesto Samper, sobre la supuesta reaparición de los paramilitares en Venezuela, raíz del asesinato (todos los crímenes son lamentables para los que somos cristianos y democráticos) de un joven diputado chavista de apellido Serra, conocido en vida por pendenciero, fanático e ignorante.
Si se entiende por paramilitares a unas bandas de sujetos que con una excusa ideológica se entregan a la violencia, a la alianza con la delincuencia común y practican acciones militares con armas de guerra, entonces los únicos paramilitares que hay en Venezuela son los llamados colectivos, unas pandillas entrenadas, armadas, financiadas y protegidas por el gobierno castrochavista.
Eso lo sabe Ernesto Samper, pero a él le pagan para que cumpla el rol de arlequín de los canallas.

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