viernes, 3 de octubre de 2014

ESTADO DE CALAMIDAD Y DEMOCRACIA
MARTA DE LA VEGA

La calamidad, a diferencia de la catástrofe, según E. Garzón, es una política o acción intencional impuesta por quienes gobiernan, que provoca profundo sufrimiento e indefensión en los ciudadanos afectados. Quienes ejercen el poder institucional tienen gran responsabilidad pues las consecuencias de sus decisiones u omisiones marcan a millones de personas, a diferencia de lo que produce un individuo particular cuyos actos dañan solo a su entorno familiar o a él mismo, en la esfera privada. 
Es lo que pasa con el colapso del sistema de salud, la proliferación de enfermedades que antes del chavismo habían sido erradicadas y la aparición virulenta y mortal de pandemias importadas. Todo esto ocurre en medio de una espantosa escasez, sin medicinas adecuadas, sin recursos médicos ni equipos idóneos en los hospitales, sin dólares para las importaciones que, para colmo, el Estado indolente ha monopolizado en los más diversos rubros.
En Venezuela hay un estado de calamidad continuada.
Corrupción convertida en hábito, criminalidad impune, represión y cada vez más frecuentes prácticas coactivas, violatorias de los derechos humanos, del terrorismo de Estado, conducidas por cuerpos policiales y de inteligencia para perseguir al adversario con la lógica del "enemigo interno" típica de la doctrina de seguridad nacional, son señales de desintegración del orden democrático. 
Además, hay pavor en la mayoría de la población. Con el agravante de una tendencia a la resignación y la desesperanza pues la respuesta del Estado a las necesidades y demandas sociales es reprimir, perseguir y criminalizar legítimos reclamos en vez de resolver las carencias y problemas que los causan. Es delito disentir, denunciar, desenmascarar la impericia, la incompetencia, la dejadez, la negligencia o la corrupción de los funcionarios que olvidan sus deberes de servidores públicos y convierten en alijo para su propio beneficio el dinero que entra a las arcas de la república, si es que antes la desviación de fondos y el peculado no impiden que la renta petrolera, casi única fuente de ingresos, llegue completa a su destino.
En este escenario desalentador para el país, las fuerzas democráticas representadas en los partidos políticos que integran la MUD nombraron a Jesús Torrealba secretario ejecutivo. 
Sin desconocer los aportes pioneros de R.G. Aveledo, tres magníficos efectos: 1) Es luchador social y comunicador que habla "claro y raspao", interpreta con acierto el sentir del pueblo raso y su precario futuro, dialoga y cataliza positivamente en los más vulnerables su conciencia ciudadana. 2) Con agudo sentido político incorpora a la causa democrática a sectores medios independientes y a la sociedad civil organizada con sus análisis y reflexión activa. 3) Hombre de acción, sin desdeñar el pensamiento, con experiencia militante y de coordinación.
Esperamos renovación de la democracia con más debate de ideas, participación ciudadana y defensa de derechos fundamentales.

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