lunes, 23 de mayo de 2016

El CNE como punto de quiebre


Las transiciones se producen, de acuerdo a Juan Linz, por tres vías: reformas, rupturas y ruptformas. Venezuela parece dirigirse hacia la forma más peligrosa e inestable de una transición: una ruptura.
Las reformas ocurren cuando un gobierno decide emprender, por iniciativa propia, un pcoreso de transición. Ello ocurre, normalmente, porque el gobierno está convencido de su imposibilidad para mantenerse en el poder en el mediano o largo plazo, por lo cual prefiere aprovechar la fase final de su estadía en el poder para negociar las condiciones y hacer control de daños de cara al cambio político. En otros casos, la reforma se ha emprendido, no porque el gobierno creyera que estaba llegando a su fin, sino porque hah creido que su país, y en ocasiones también su partido, están listos para emprender una apertura democrática, y hasta continuar en el poder, tal como fue el caso de México, en el que se permitió una reforma electoral que abrió las puertas del poder a la oposición, pero también las mantuvo abiertas para el regreso del PRI al poder.
Las rupturas, por el contrario, se dan bajo condiciones de enfrentamiento entre el gobierno y la oposición. Estos procesos de transición se dan por un proceso de confrontación y escalada progresiva del conflicto que termina, finalmente, haciendo colapsar al gobierno. Estos procesos, aunque normalmente no son el resultado de un proceso de negociación entre gobierno y oposición, sí se logran gracias a cierto nivel de cooperación expresa o tácita de parte de actores del gobierno y la Fuerza Armada, que sienten que tienen más que ganar cooperando con quienes pueden ser parte de un gobierno emergente que asumiendo los costos de la represión para mantener a un gobierno indeseable en el poder.
La tercera forma de transición, identificada por Linz, es la ruptforna, término que este autor se inventa para hablar de transiciones que son el resultado de una combinación de las dos modalidades anteriores, o sea procesos que bajo la amenaza de terminar en una ruptura terminan produciendo una transición negociada entre gobierno y oposición, tal como sucedió en el caso de Chile.
Hasta hace poco, estuve convencido de que una transición en Venezuela se produciría a través de esta última modalidad, o sea una ruptforma, o un proceso negociado que sería impulsado desde un conflicto que escalaría a partir del momento en que cambiara el balance político y el gobierno no pudiese continuar en el poder por la vía electoral. Y aunque me niego a renunciar al escenario de una transición negociada, la miopía del gobierno y quienes le sostienen (TSJ, CNE, y Fuerza Armada principalmente), van inclinando el escenario hacia uno más traumático para todas las partes, el de una ruptura.
Y el punto de quiebre, como suele suceder, se está produciendo por el eslabón más débil de la cadena, o sea por el CNE. El CNE ofendió ayer la inteligencia de todo el país con una de sus peores actuaciones, que, por burda, la Presidenta y las demás rectoras del organismo prefirieron delegar en un rector suplente que se encargó de dejar en evidencia la clara intención de bloquear el proceso revocatorio a como dé lugar.
La posición del CNE, lejos de lograr el objetivo de parar el proceso de transición, contribuirá al escalamiento del conflicto, que a partir de ahora tendrá como centro al mismo CNE, ya no como árbitro sino como un jugador más del gobierno al que se pretende revocar. Es así como en un escenario en el que el gobierno, utilizando esta vez al CNE como brazo ejecutor, niega toda posibilidad de una salida democrática a la grave crisis política que atravesamos, nos coloca más cerca de una ruptura que de una transición negociada. Ruptura cuyas consecuencias pesarán sobre las rectorías del CNE, con la digna excepción de Luis Emilio Rondón, quien nadando a contracorriente ha enfrentado con integridad y valor las decisiones de una mayoría de rectoras que evidencian cada día para qué se impuso desde la anterior Asamblea y el TSJ su continuación en el cargo.
A estas alturas, y en medio de tanta insensatez, que el mismo Pepe Mujica, hasta hace poco aliado del gobierno, diagnostica ya como locura, no me atrevo a vaticinar si habrá o no referéndum revocatorio, pero sí creo que con referéndum o sin él, este gobierno terminará por causa del referéndum. Si hay referéndum habrá negociación de los términos en que se hará la transición, pero si no lo hubiese estaremos entrando en una fase a las puertas de una ruptura en la cual el ganador impondrá, no negociará, sus condiciones.
Benigno Alarcón Deza
Director
Centro de Estudios Políticos
Universidad Católica Andrés Bello

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