17 Años de Irresponsabilidad y
Desidia
Pedro Luis Echeverria
“Para que el pueblo
“tenga poder” (en serio) la condición irrenunciable es que el pueblo impida
cualquier poder ilimitado…”
Giovanni Sartori
Qué difícil
es vivir en una Venezuela que, durante 17 años, ha sido gobernada por el finado
y sus secuaces. Es dramático y triste
constatar, después de tantos años que han ejercido el poder, las enormes
calamidades, las carencias y las variadas vicisitudes con las que debe lidiar
el común de los venezolanos para sobrellevar de la mejor manera posible su
existencia, sin recibir del régimen ninguna contraprestación de avance, crecimiento
y progreso. Este ha sido un gobierno que
ha abusado, abusa y expolia a la población, la esquilma, la envilece, la acosa y materialmente no le cumple con la tan
cacareada “suprema felicidad social del
pueblo”. Por el contrario, cada día nos cercena el
presente, nos destruye el futuro y nos encierra en un círculo de miseria y
represión crecientes. Es una suerte de desenfrenado castigo colectivo al que
nos ha sometido este nefasto régimen con su empeño de destruir al país, sus leyes, sus instituciones y los principios
y valores democráticos que aún perduran
para tratar imponer, a cambio, un totalitario, fracasado y anacrónico
modelo de sociedad, mayoritariamente
rechazado por la población.
Al igual
como han venido haciendo los ciudadanos en otras partes del mundo contra las
satrapías que los subyugaban, ha llegado el momento de dejar la pasividad de
lado y actuar para hacerle entender al régimen que categóricamente rechazamos
su visión de país; que resistimos su decisión de arrebatarnos nuestra libertad
individual y que no continuaremos tolerando sus intentos de limitar nuestra
capacidad de pensar y actuar según nuestra propias convicciones y creencias;
que no aceptamos que viole impunemente la Constitución y conculque nuestros
derechos fundamentales; que no permitiremos que destruya el derecho a la
propiedad privada; que no queremos que hipertrofie el tamaño y las funciones
del Estado; que rechazamos como ha pervertido la economía y corrompido los
valores éticos de nuestra Nación; que no aceptamos como ha envilecido nuestro signo monetario y
destruido industrias y empleos; que nos indigna como ha debilitado la seguridad
individual y colectiva y como ha
pisoteado y comprometido nuestra soberanía y limitado nuestro libre albedrío. Pero lo más
grave de todos los desatinos del “farsante eterno “y del improvisado
“dictadorzuelo” actual, es que han destruido el presente y el futuro nuestro y
el de nuestros hijos, quiénes no alcanzarán a disfrutar la calidad de vida que
teníamos antes que ellos llegaran al poder, y además irresponsable,
imperdonable e inaceptablemente le han robado las oportunidades y las
posibilidades de un mejor destino a los niños venezolanos que no han nacido todavía.
Bajo tales
circunstancias, nuestra decidida actitud y acciones ciudadanas contundentes
constituyen el soporte fundamental para hacer posible la transición que permita
reconducir el destino del país. Disponemos de la dignidad y de la autoridad
moral y política suficientes para realizar los cambios y hacer que éstos
contribuyan a rescatar la institucionalidad democrática que nos ha sido
arrebatada. De una vez por todas, seamos protagonistas, el país así nos lo
reclama; pongamos fin a la gran tragedia
que por estos largos, tenebrosos y onerosos 17 años, ha empobrecido y enlutado
la vida de los venezolanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario