sábado, 15 de julio de 2017

MAMBRU SE VA A LA GUERRA

BEATRIZ DE MAJO

El papa Francisco se va a Colombia entre el 6 y el 10 de septiembre y se encontrará con una visita en extremo complicada. Colombia es el único destino que ocupará la atención de su Santidad en esta ocasión, lo que no es un asunto usual. Solo se trasladará a Colombia y a ningún otro país de Latinoamérica. Por ello los ojos y oídos del mundo estarán atentos a sus posiciones en los temas que son protuberantes en Colombia y no en otros sitios de la geografía planetaria.

¿Cómo hacer para que la agenda papal no esté totalmente coloreada por el tema que le valió al presidente una presea inigualable en el mundo –el Premio Nobel– pero tan cuestionada al interior de sus propias fronteras? ¿Puede el conductor universal de almas dentro de la Iglesia Católica disociarse de lo que está ocurriendo en tierra neogranadina en materia de paz, el más importante cambio cualitativo vivido por los colombianos y a la vez el más polémico de los avances gubernamentales, justo en el momento en que se adelantan campañas presidenciales? ¿Va el príncipe de la Iglesia a hacerse parte de una contienda electoral en Colombia asumiendo posiciones que favorezcan el santismo? No es elegante decirlo, pero luce que el ilustre visitante llegará pisando sobre huevos. Es que la Paz, con mayúsculas, es un concepto universal que cuenta con la bendición de Dios y el aplauso de los terrenos.

Pero la paz con minúsculas de Juan Manuel Santos es un tema “supremamente” polémico, para decirlo en términos colombianos.

El santo periplo por la tierra neogranadina debería ser un acto apostólico dedicado a la feligresía del vecino país pero resulta prácticamente imposible que, con todo lo que se cocina en la actualidad en Colombia, el Papa pueda salir ileso y que sus palabras, arengas o sermones no tengan un significado político evidente o implícito.

Este es un Papa especial. Se trata de un hombre con ideas de izquierda y con ese telón de fondo asumirá posiciones en Colombia como ya lo ha hecho en otros terrenos del acontecer mundial. Eso puede implicar una permisividad más sostenida en cuanto a la pertinencia de los acuerdos de paz adelantados por Juan Manuel Santos y que llevan el sello suyo, el de las FARC, el de Cuba y el de Venezuela. ¿Queremos más?

No se le escapará a sus asesores que más de la mitad del país colombiano no acompañó al presidente en el pacto final alcanzado con los criminales y que este olímpicamente desatendió el llamado de esa mayoría para continuar adelante sin corrección de rumbo.

Asociar el Vaticano a un posible giro negativo de la reinserción guerrillera –lo que puede ocurrir– o a un eventual fracaso de la gestión de paz santista, colocarse demasiado del lado de los insurgentes “reconvertidos”, ignorar a la Colombia disidente, favorecer la gestión cubana hoy responsable, además, del desastre venezolano, puede costarle caro a este Papa y dejar una cicatriz difícil de recomponer entre la jerarquía católica y su feligresía en ese país.

Aún hay tiempo para que las instancias diplomáticas y otras del Vaticano deliberen, aconsejen, propongan vías y encuentren medios para tratar al unísono los asuntos políticos, los electorales y los que tienen que ver con su misión apostólica.

Va a ser un ajedrez interesante de observar… como el de Mambrú cuando se fue a la guerra…

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