Manuel Valls: “La socialdemocracia se está muriendo”
ANDREA RIZZI
EL PAIS
Manuel Valls
(Barcelona, 1962) dejó el cargo de primer ministro de Francia a finales
de 2016, tras dos años y medio de gestión, para lanzarse a una fallida
campaña de primarias en el Partido Socialista (PS). En junio abandonó el PS, después de tres décadas de militancia. Ahora es un diputado de la Asamblea vinculado a la mayoría macroniana,
pero su trayectoria lo mantiene en un lugar político central, pese a no
hallarse ya en la primera línea de acción. Su figura es de alto voltaje
en varios asuntos trascendentales en Europa: la debacle de la
socialdemocracia, la crisis catalana
y la gestión de la amenaza terrorista. De estos asuntos habló, en un
excelente castellano, en una entrevista concedida al margen de un acto
organizado por este periódico sobre España y sus desafíos, el martes en
Madrid.
PREGUNTA.
Precisamente cuando Europa va superando la crisis económica y mientras
se suaviza la migratoria, las negociaciones del Brexit y las de la formación de Gobierno en Alemania parecen frenar su capacidad de acción política. ¿Podrá la UE acometer reformas de calado en los próximos años?
RESPUESTA. Esas reformas y esta
nueva etapa para el proyecto europeo, que no va bien desde hace 10 años,
son necesarias. Todos lo sabemos. Me preocupa la situación de Europa.
El Brexit, el auge de los populismos, de izquierda y de derecha;
vemos egoísmo en los Gobiernos —pienso en Polonia, Hungría—; hay
tensiones, con Rusia, con Turquía, y por supuesto la amenaza terrorista
sigue ahí. Frente a todo eso, Europa tiene que encontrar otra vez un
proyecto. En estas circunstancias me preocupa lo que pasa en Alemania.
Espero que puedan superar esta crisis y que no vayamos a perder tiempo.
P. En este panorama, los
socialdemócratas son quizá menos influyentes que nunca en el último
medio siglo. ¿Cree que la socialdemocracia está en vías de extinción?
¿Se está muriendo?
R. Sí, lo creo. No se está acabando el progresismo, ni los valores que han abanderado los socialistas y los socialdemócratas desde hace más de un siglo, pero el ciclo histórico está llegando a su fin. La socialdemocracia se está muriendo.
P. ¿Por qué?
R. Porque no supo reacicionar
ante la globalización económica y la crisis del Estado de bienestar.
Porque no supo afrontar el desafío que supuso lo que pasó después de la
caída del bloque soviético y después del 11-S. Por no haber sabido
reaccionar ante esos desafíos, hemos dejado un terreno al populismo, de
extrema derecha y de izquierda, como vemos en España con Podemos y en
Francia con Mélenchon. Para recuperar terreno, se tienen que inventar
otras organizaciones, otras formas de hacer política, pactar con otros
partidos. Y eso creo que será largo. Se tiene que inventar algo nuevo.
Lo estamos viendo en Francia con Emmanuel Macron, y por eso yo dejé el
PS. Es una crisis global: el partido demócrata de EE UU pasa por lo
mismo. La cuestión es cómo afianzar en este mundo ideas de progreso que
pretendan ampliar los derechos de la gente.
P. Es un momento político en el
que se ven muchas divisiones en Occidente, entre Europa y EE UU, entre
Reino Unido y el continente, entre este y oeste de Europa y dentro de
las propias sociedades occidentales. Hay indicios de que desde Rusia se
intentan aprovechar estas divisiones para crear mayor discordia. ¿Le
inquieta esta perspectiva?
R. ¿Por qué necesitamos una UE fuerte, no solo a nivel económico sino también político, diplomático, de defensa? Porque hay una gran incertidumbre sobre lo que pasa en EE UU;
porque en todo el mundo hay modelos enfrentados. Modelos que quieren
mostrar que la eficacia económica no necesita ir de la mano de la
democracia, como defendemos los europeos. En cuanto a Rusia, su modelo político consiste en dividir a las sociedades
aprovechando los nuevos medios de comunicación. Lo han hecho en EE UU, y
lo están haciendo en Europa, a nivel económico y a nivel político. Esto
es inadmisible. Las instituciones europeas y los Gobiernos tienen que
decírselo muy claramente a Putin y a los rusos.
P. ¿Cree que Europa ha reaccionado demasiado tarde a la crisis catalana?
R. Europa se olvida de lo que es
el mundo. Es un mundo globalizado, en el que la historia puede
repetirse, en el que hay grandes bloques económicos políticos potentes
como EE UU y China. Y se olvida de dónde venimos: la guerra. Ante una
crisis como la catalana, los dirigentes europeos tendrían que haber hablado antes para apoyar la integridad de España.
P. Hay una primera
responsabilidad en la crisis catalana de los líderes independentistas
que han violado la ley. Pero, ¿le achacaría usted también una
responsabilidad secundaria al Gobierno de Rajoy por no haber desactivado
políticamente esta crisis antes de que llegara al punto de explosión?
R. Me es difícil juzgar la
política española. Yo nací en Barcelona, soy hijo de catalán, conozco
bien Cataluña y España. Pero he intervenido en este debate como político
francés, como dirigente francés y europeo. Las responsabilidades por supuesto que existen.
Conozco la historia española y la relación entre Madrid y Barcelona.
Pero el proyecto independentista, su historia, yo no la entiendo.
Cataluña tiene una autonomía que pocas regiones en Europa tienen. Tiene
una identidad muy fuerte. Su idioma, su historia, sus escritores, su
equipo de fútbol, sus empresas. Ser catalán es ser catalán, ser español y
ser europeo. Tocar una de esas identidades es derrumbar lo que es
Cataluña.
P. Si usted como primer ministro
de Francia se hubiese encontrado una situación similar en su país,
¿habría también desplegado la policía para impedir la votación en un
referéndum declarado inconstitucional?
R. Claro. La historia de Francia
no es la de España. Pero en Francia, por supuesto, como en otros países,
no se podría permitir que se viole la Constitución, es un acto ilegal,
va contra el Estado de derecho. Si se hubiese presentado algo parecido
en Francia, lo habríamos llevado de la misma manera.
P. ¿Es la defensa de las empresas como motor económico el eje principal de los primeros pasos de Macron?
R. Fue mi eje principal cuando era primer ministro. Porque Francia tiene muchos activos, pero su economía y sus empresas sufren un problema de competitividad, de atracción de inversiones extranjeras. Esta prioridad del Gobierno de Macron es necesaria.
P. ¿Qué fue mal en su experiencia como primer ministro y en su campaña como aspirante a la presidencia?
R. El no asumir lo que estábamos
haciendo. Se cometieron errores. Yo, por supuesto, supongo que los
cometí. Pero sobre todo no aceptamos las reformas económicas. Yo estaba
muy solo para asumir lo que estábamos haciendo, una política que
defiende las empresas sin ir contra la justicia social. No bajamos los
sueldos, la educación era nuestra prioridad, luchamos contra los guetos
urbanos. Pero, al no asumir el PS esas reformas, nosotros nos
derrumbamos. Los franceses no entendieron lo que estábamos haciendo.
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