¿Qué fue primero...?
JEAN MANINAT
Hay preguntas que sirven para mostrar el atolladero mental por el que pasamos, el estado de embotamiento que convierte al cerebro en una yema de huevo que se desplaza amorfa en la cavidad craneal (la imagen es de Tom Wolfe). Son interrogantes tan necias, como las respuestas que intentan pescar.
Pero, desde que Sócrates empezó con la preguntadera por las calles de Atenas, los hombres se han valido del método -no es culpa del malogrado filósofo- para escapar de sus propias responsabilidades lanzando acertijos de obvia respuesta, como aquel que propusiera Tito Puente con La Lupe en una famosa guaracha: “Pero muchacho que hacías tú con la hija de la vecina, jugando mamá jugando al gallo y a la gallina”. Para tal pregunta, tal respuesta.
¿Primero salimos de la dictadura y luego llamamos a elecciones, o procuramos elecciones para salir de la dictadura? ¿No votamos por alcaldes, pero sí en unas eventuales presidenciales, ya que esas sí que serán cristalinas? ¿O, simplemente, nos dedicamos a derrocar al régimen hasta que sea derrocado? Miren que uno se marea, pierde el patín dialéctico, y se recuerda por qué se le hizo tan difícil entender a Platón y sus contertulios.
En realidad el trabalenguas es muy fácil de resolver; tan simple como reconocer que a los principales dirigentes de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) se les ofuscó el entendimiento político llamando de nuevo a la abstención, un mal que suponíamos había desaparecido con la peste negra. (El 2005 regresa como Drácula, y los oficiantes muestran el cuello bajo la promesa de vida eterna política que les hace el príncipe de las tinieblas).
El papelón será grande si los jefes de la oposición democrática -convaleciente y todo como está- se quedan ausentes, mirando al vacío, mientras ciudadanos de a pie -y no tan de a pie- dan la lucha por mantener, y ganar, las alcaldías para el cambio, sin el apoyo de las maquinarias partidistas.
¿De verdad piensan que regresarán en unos meses, a decirle a Petare, Baruta, El Hatillo y Chacao, (perdonen nos criamos en Miranda), que entonces sí será el momento de votar por ellos para Presidente, porque todo habrá cambiado? No le arrendamos la ganancia. La arriesgada opción del no votes en las municipales, para que te guardes para la comunión estelar conmigo en las presidenciales, es sencillamente insostenible.
Más allá de las consignas voluntaristas, la conexión con el manoseado “pueblo” pasa por demostrarle que hay voluntad de resolverle los problemas nimios que conforman la nimiedad de la vida cotidiana.
La palabrería antigobierno, poco le dice a quien tiene que sobrevivir con un CLAP para alimentar a su familia. Se trata, más bien, de demostrarle la capacidad de “lucha” con un semáforo que funcione, una cancha de deporte que atraiga, un dispensario médico que otorgue al menos la esperanza de una curita. Alguna vez se intentó, se avanzó, pero se entregó ante la bulla de la primera fila. Amores son obras, no palabras encendidas.
(Por cierto, los “odiantes de la MUD” andan desconcertados, con el objeto de sus maledicencias maltrecho, su raison d’être de retirada: ¿Y ahora, a quién culpamos de nuestros males?, se preguntan mientras devoran héroes recién salidos de la cárcel. Eso sí, indignados a más no poder, y sin sacar una hormiga a la calle a tumbar al gobierno).
No cuesta mucho rebobinar, hay miles de frases de ocasión para pasar el buen trago de reconocer, o matizar, errores. Sir Winston Churchill -famoso por su tozudez- alguna vez dijo: “A menudo me he tenido que comer mis palabras y he descubierto que eran una dieta equilibrada”. Los líderes opositores podrían recapacitar y permitir, al menos, que sus seguidores hagan campaña y voten en sus municipios si así lo desean, sin amenazarlos con la exclusión o la vergüenza pública. Todavía están a tiempo de enmendar el tiro.
¿Qué fue primero, la gallina o el huevo? Los cabeza e ñema, habría dicho Rómulo Betancourt.
@jeanmaninat
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