Las carencias y riesgos de
la oposición democrática.
Gonzalo González
Gonzalo González
La respuesta del régimen a la pavorosa crisis socio económica y al mayoritario deseo de cambio político es huir hacia adelante, rompiendo el hilo
constitucional (ya bastante deshilachado) y persistir en el mismo modelo
económico sobradamente fracasado. En el altar del continuismo y en su obsesión
totalitaria por el control sacrifican sus residuos de legitimidad democrática.
La ruptura final del hilo constitucional mediante la
suspensión ilegal del RR y la
posposición sine die del calendario electoral previsto en la Constitución
suponen un cambio de calidad de enormes y nefastas consecuencias: el paso del autoritarismo
y el déficit democrático a la Dictadura (de nuevo tipo, pero dictadura al fin) con todas las consecuencias del caso, más
represión y militarismo.
El Gobierno se siente con fuerza suficiente para detener el cambio y
surfear la crisis por su control absoluto del aparato del Estado, de la Caja y
del apoyo – al parecer irrestricto- del
Alto Mando militar. Y porque en la acera de enfrente reina la discordia, la confusión,
el desánimo y la improvisación.
Por lo expresado anteriormente, considero que el régimen no
tiene incentivos para permitir la convocatoria de proceso electoral alguno y no
los tiene porque sabe que morderá el polvo de la derrota, a menos que la
oposición concurra dividida. Tampoco los tiene para que en una eventual reposición
del diálogo con la oposición negociar sobre asuntos realmente sustantivos. Es clara
la intención del oficialismo de utilizar el diálogo para ganar tiempo y lavarse
la cara haciendo concesiones mínimas.
Éste es el nuevo cuadro político en el cual tienen que actuar
las fuerzas de cambio. Uno más complicado y peligroso en términos del ejercicio
de los derechos políticos, civiles y humanos previstos en la Constitución. El régimen viene dando señales de que el continuismo va a todo
evento.
La oposición democrática y la MUD – instrumento que debe ser
preservado a toda costa haciendo los cambios necesarios, no olvidemos que es el
único grupo político opositor con personería jurídica y una marca exitosa y
conocida - tiene carencias demasiado importantes y claves, que de no
solventarse pueden poner en cuestión su condición de alternativa de poder y
frustrar el cambio democrático.
El liderazgo democrático y los partidos deben entender que la
unidad debe experimentar un salto de calidad, dejar de ser asumida como una
táctica electoral (luego cada quien por su lado) y convertirse en un asunto
estratégico con una política, un discurso, una praxis común y compartida. También privilegiar la Unidad por encima de intereses
parciales o personales.
Se impone superar el falso dilema entre calle y diálogo con el oficialismo. Se equivocan por
igual los callistas a ultranza y los
dialoguistas a todo evento. Hay que dejar atrás dogmas y simplismos y entender
que el camino a la victoria pasa por combinar acertadamente muchas cosas. Jugar a la vez con astucia y flexibilidad en todos los
tableros en los cuales sea necesario.
Combinar la lucha por la restitución del derecho al voto con
la exigencia de rectificación en lo económico y social es el camino correcto en
estas circunstancias.
No puedo terminar estas líneas sin aclarar que
se equivocan quienes responsabilizan a la lucha por el RR la no realización de
los comicios regionales. Fue el oficialismo quien frustro ambos procesos porque
no convenían a sus intereses.
Caracas, 24 de enero de 2017
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