Como es público, la semana pasada la Asamblea Nacional aprobó la declaratoria de abandono del cargo de Nicolás Maduro como Presidente de la República.
Ante esta circunstancia, el régimen dictatorial venezolano ha arremetido fuertemente contra elementos de la oposición. En este tejemaneje, Diosdado Cabello hizo una reveladora afirmación, que de alguna manera pasó por debajo de la mesa.
Analicemos un poco estas palabras.
En primer lugar, en ellas se evidencia mucho realismo al entender que muy sólidos no están en el poder. Refleja debilidad, al reconocer que son susceptibles de ser "tumbados".
La palabra "tumbar" transmite claramente la poca o nula convicción democrática de los personajes que todavía mandan en Venezuela.
"Tumbar" tiene que ver con acciones como golpes de Estado, nunca con procesos electorales democráticos. En la democracia, nadie se pone a"tumbar" a nadie, sino que en sana paz y por vía electoral se produce una sustitución en el poder.
De tal manera que debemos entender que estos malandrines sólo entienden que si salen del poder ello tendría que ser por una vía de facto. Ergo, según Diosdado, olvidémonos de elecciones. Ese es el mensaje.
Pero lo más grave de la declaración es la parte que afirma que "haremos lo que tengamos que hacer".
Esto es una amenaza a futuro que se refuerza con las ejecutorias del pasado reciente. La alta dirigencia del chavismo-madurismo no es ciega ni bolsa. Ve perdido totalmente el apoyo popular, con un 85% o más de la población que los rechaza, y en consecuencia viene haciendo cualquier cosa para mantenerse en el poder.
Cabello lo que anuncia es que esa "estrategia" no sólo no va a ser abandonada, sino que va a ser potenciada ante el miedo que les produce perder sus inmensos privilegios.
A los demócratas nos toca tomar clara nota de lo anterior. Anuncia tiempos aún más duros y oscuros.
Nos dice que desde la oposición debemos afinar estrategias que, al propio tiempo que presionen la expulsión del grupito cupular empeñado en seguir enraizado en el poder, también les abra espacios y les brinde incentivos para su salida.
Y finalmente, nos obliga a decidir que, también de este lado, debemos "hacer lo que tengamos que hacer" para que esta espantosa pesadilla de 18 años termine lo antes posible.
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