viernes, 7 de julio de 2017

Asamblea Nacional versus Constituyente


FRANCISCO MARTIN MORENO
EL PAÍS

Cuando el presidente Maduro declaró: “Lo que no lograremos con los votos, lo conseguiremos con las balas”, quedó diseñado el futuro sangriento de nuestra hermana república iberoamericana. La Asamblea Nacional fue electa democráticamente por los venezolanos y representa la oposición política, la defensora del Estado de derecho que confronta con valentía a la dictadura de corte castrista heredera de Chávez, otro troglodita que intentó gobernar como su sucesor, con recetas extraídas del bote de la basura de la historia de las doctrinas económicas.
Hace dos días la Asamblea Nacional fue invadida por encapuchados armados con palos y tubos, financiados y capacitados por Maduro con el objetivo de golpear salvajemente a los parlamentarios y hacer abortar cualquier proyecto legislativo proveniente de los representantes populares. “No voy a ser nunca cómplice de ningún hecho de violencia”, arguyó Maduro, solo que, ¿quién le cree? ¿Acaso el vicepresidente del “Gobierno”, Tareck El Aissami, acusado de narcotráfico en Estados Unidos, no declaró antes de la agresión que “es la hora de los pueblos, la hora de los revolucionarios”? ¿Cómo puede sostener Maduro que lo que no logre con los votos, lo conseguirá con las balas y, al mismo tiempo, jurar envuelto en la bandera que nunca será cómplice de ningún hecho de violencia?
Como corresponde a un tirano caribeño, Maduro pretende hacerse de un control absoluto del poder. Ya domina el Tribunal Supremo y ahora pretende hacerse del legislativo mediante una Asamblea Constituyente hecha a modo para crear un Gobierno paralelo que solo le rinda cuentas a él. Una Asamblea Constituyente opuesta a la Asamblea Nacional, electa legal y democráticamente por la ciudadanía, será una invitación a la violencia, equivaldría a colocar a Venezuela en la antesala de una guerra civil, cuyos inicios se demuestran con la existencia de casi 100 muertos en 100 días de represión. La Constituyente existiría solo para legalizar los actos de la tiranía que defienden, entre otros beneficiarios, los militares enriquecidos con la compraventa de divisas en un mercado negro desquiciado, además de los millonarios recursos provenientes del narcotráfico y las importaciones de productos de primera necesidad. ¿No les dará vergüenza a los supuestos defensores de la patria el hecho de enajenar sus principios a cambio de dinero? ¿No les dolerá ver cómo se ensaña la muerte de los niños en los hospitales venezolanos a falta de medicamentos ni les importará el hambre y la desolación padecidas por sus paisanos, mientras ellos se llenan los bolsillos con dólares, para qué quieren los bolívares, mal habidos?
Se va a realizar el plebiscito del 16 de julio, a pesar de los sabotajes que se orquestarán por Maduro en tiempo y forma. Solo que el tirano ha decidido negar cualquier principio de legalidad y si la Asamblea Constituyente no llega a operar en los términos deseados, buscará otra herramienta para destruir la democracia. ¿Remedio?
La primera opción debe ser la negociación con arreglo a la realidad, pero esta ya debe ser desechada. Maduro solo desea el poder por encima de cualquier otro razonamiento. La confrontación es indeseable, pero todo parece indicar que, ante la sordera y la necedad, se van eliminando otras alternativas civilizadas. En la última reunión de la OEA en Cancún, Bolivia y Ecuador, además de otros pequeños Estados caribeños dependientes energéticamente de Venezuela, bloquearon la imposición de sanciones a este país. Solo restan entonces las decisiones unilaterales orientadas a cancelar las compras de petróleo a Venezuela, con lo cual se precipitaría el derrumbe de la dictadura, cuyas exportaciones del oro negro y derivados valen el 93% de sus ventas al exterior. China e India representan el 60% del total; en tanto, la participación de Estados Unidos se reduce a un 20%.
Los países asiáticos están desvinculados en lo político de la problemática iberoamericana, no así de los aspectos económicos. ¿Qué debería negociar la Casa Blanca con Pekín en el ajedrez diplomático para que los chinos dejaran de comprar petróleo venezolano? De llegar a darse el remoto caso, se estrangularía financieramente la dictadura y se llegaría a la confrontación como consecuencia de la desesperación, pero, como dicen los ingleses, a veces un mal se arregla empeorándolo…

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