COLLAGE SOBRE
RÓMULO BETANCOURT (XII)
(la candidatura
“simbólica” de Rómulo Gallegos en 1941)
CARLOS CANACHE MATA
Cuando, después de
su exilio chileno, Rómulo Betancourt regresa a Venezuela el 5 de febrero de
1941, estaba planteada la escogencia del sucesor del general López Contreras,
como próximo presidente de la República para el período 1941-1946.
Un día después de
su llegada, el 6 de febrero, en documento suscrito en San Fernando de Apure, un
grupo de dirigentes políticos lanzan la candidatura de Rómulo Gallegos. Desde
el escenario de “Doña Bárbara”, el documento decía: “Hombre de formación espiritual propia para la enseñanza,
evolucionado en los métodos modernos de la persuación que dejaron atrás, por
bárbaros, la palmeta y el látigo, desde la Presidencia de la República estaría
especialmente capacitado para esa función docente, que es como la principal
actividad de un Primer Magistrado venezolano. Es el civilizador en su mejor
obra, al frente del gran plantel de la República”. El 31 de marzo, conocidos
dirigentes de la izquierda democrática, encabezados por Rómulo Betancourt,
respaldan la candidatura de Rómulo Gallegos, “maestro ejemplarizador de varias
generaciones venezolanas, hombre público de innegada probidad, e intelectual
cuyo prestigio desborda las fronteras geográficas de la Patria, para
enseñorearse por todas las Patrias de
América”. Todavía el PDN era un partido clandestino, y es por eso que los
líderes pedenistas expresan -sin nombrar al PDN- “nuestra palabra colectiva,
como sector perfectamente definido dentro de la vida política nacional”. La
candidatura de Gallegos fue calificada como “simbólica”, sin posibilidad de
victoria (el pueblo, “convencido casi de que apunta la moneda de su voto a una
baraja derrotada, viene a postular para la Presidencia de Venezuela a un hombre
que no tiene otra cosa que un libro bajo el brazo”, dijo Andrés Eloy Blanco en
su discurso del 5 de abril, al presentar en el Nuevo Circo de Caracas al
candidato), puesto que el Presidente lo designaba el Congreso Nacional en una
elección de tercer grado, por lo que, como lo señalaba el mismo documento de
los dirigentes de la izquierda democrática liderados por Betancourt, “mientras
en Venezuela no exista el sufragio universal, directo y secreto para escoger a
los delegados de la voluntad popular, ésta será escarnecida y burlada”. En todo
el país se constituyeron “Comités Pro Candidatura de Rómulo Gallegos”, y
también recibió el apoyo del Partido Comunista de Venezuela. Gallegos, en su
campaña, recorrió gran parte del territorio nacional, y en sus discursos, al
analizar los problemas del país, recogía los planteamientos programáticos
fundamentales del PDN clandestino de 1939. El 24 de abril, ya cerrada la campaña
electoral tres días antes, Betancourt y sus compañeros respaldantes de la
candidatura de Gallegos, se dirigieron de nuevo al país y manifestaron su
propósito de “proyectar, hacia un mañana inmediato, el vasto movimiento de
opinión creado en torno de ella, encauzándolo, disciplinándolo y
estabilizándolo, para bien de la República, dentro de un organismo político
legal”. En su libro “Rómulo”*, Alfredo Tarre Murzi (Sanín) se imagina a
Betancourt revelando ese mismo propósito, poniéndolo a decir: “Nuestra
estrategia se cumplió en tres etapas: primera, el lanzamiento de Gallegos como
candidato nacional de la oposición; segunda, la formación de comités de apoyo
al candidato en todo el país y la realización de una intensa campaña para
movilizar y sensibilizar a las masas; y tercera, el aprovechamiento de ese
movimiento de opinión, después de la elección de Medina, para pasar a la
legalidad en forma de partido nacional y con el nombre de Acción Democrática”.
Y el propio Rómulo Gallegos, en su discurso del 5 de abril en el Nuevo Circo de
Caracas, afirmó que el sentido de su candidatura era el de “un ensayo de
civismo”, y añadía: “Lo que ha de adquirir carácter de substancia, que no
perezca ni se adultere, es la actitud de este pueblo que está oyéndome, porción
ahora representativa de todo el pueblo venezolano. Organizarla y disciplinarla
en los cuadros de los partidos políticos que han de constituirse bajo el
imperio de las leyes y en el campo de la democracia, donde todos cabemos
ampliamente”.
Frente a la
candidatura popular de Rómulo Gallegos, estaba la otra, la candidatura
oficialista del general Isaías Medina Angarita, que es lanzada el 3 de marzo,
desde San Carlos, Estado Cojedes. El Gran Elector, -el presidente López
Contreras- pensó recomendar, o mejor, transmitir al Congreso la orden de elegir
a Diógenes Escalante, que no era del agrado del gomecismo, pero dice el historiador
Ramón J. Velásquez** que “según la versión de López Contreras, entre sus
propósitos y su realización se atravesaron como una muralla los planes del
doctor Victorino Márquez Bustillos”, quien “a finales de 1940 inició una gran
actividad congregando en reuniones de apariencia social a destacadas figuras
del gomecismo vinculadas todavía con altos jefes y oficiales del Ejército
Nacional”. Invitado a la residencia presidencial de ‘La Quebradita’, Márquez
Bustillos le manifestó a López Contreras “que era adverso a la candidatura de
cualquier civil”. Posteriormente, escribió López Contreras: “Esta es la razón
para que los más destacados servidores
de mi gobierno y yo nos inclináramos a escoger un militar joven y ligado al
Ejército para recomendarlo como candidato a la Presidencia de la República para
el período 1941-1946, siendo señalado el general Isaías Medina Angarita, con
cuya elección quedaría destruida la conspiración gomecista”. Como se esperaba,
el general Medina fue designado el 28 de abril por el Congreso como el próximo
Presidente de la República, habiendo recibido 120 votos contra los 13 obtenidos
por Rómulo Gallegos. El nuevo Presidente tomó posesión del cargo el 5 de mayo.
Para la picaresca
de la política venezolana, vaya lo que nos cuenta Rómulo Betancourt*** sobre
esa votación en el Congreso Nacional: “Mientras se escenificaba, una vez más en
la historia contemporánea de Venezuela, una nueva burla a la idea del Gobierno
representativo, en su despacho trabajaba afanosamente un hombre laborioso:
Franco Quijano. Una semana después de la elección ya enviaba al nuevo
Presidente el resultado de su tarea. Lo hizo en un memorándum de fecha 9 de
mayo. En él revelaba que en cada una de las boletas recibidas por los diputados
y senadores electores tenía escrita, con tinta invisible, una cifra que la
identificara. Así pudo saberse a posteriori, sin lugar a dudas, quiénes fueron
los pocos heterodoxos. El mecanismo del control de los votantes no se había detenido
allí. Fue más complejo, más técnico”. Sigue Betancourt: “Fuera de la tinta
secreta –escribió Quijano a su nuevo protector y mecenas- se empleó una
composición fotográfica, para estudiar la colocación verdadera de los electores
y un plano exacto de su distribución en el salón. Estos elementos y la lista de
entregas se complementaron en la gran mayoría de los casos”.
Así terminó, dice
el fundador de Acción Democrática, refiriéndose al gobierno de López Contreras,
entre “arbitrios de química electoral, el quinquenio socarrón, albacea de la
dictadura”.
___________
*Sanín, “Rómulo”,
página 196.
**Ramón J.
Velásquez,”Venezuela Moderna, Medio Siglo de Historia, 1926-1976”, páginas
38-39.
***Rómulo
Betancourt, “Venezuela, política y petróleo”, Fondo de Cultura Económica,
edición de 1956, páginas 128-129.
-oo-
Notas de
Actualidad
1-Para el día 7 de
este mes, había 367 presos políticos en las cárceles del país, lo que hizo
decir al doctor Alfredo Romero, director de la ONG Foro Penal, que “Venezuela
tiene la mayor cantidad de presos políticos de América, incluso más que en
Cuba”. Las voces disidentes y críticas de la dictadura imperante también corren
el riesgo de que se le pongan e impongan tapabocas para evitar su propagación y
expansión. Coexisten con los tapabocas
de la pandemia.
2-Con exquisito
deleite, la saña persecutoria del régimen se ha cebado contra los
parlamentarios de la Asamblea Nacional legítima, y, de acuerdo con los datos
que todos conocemos, 33, debido a las amenazas de detención o contra su
integridad física, están en el exilio, en la clandestinidad o asilados en
embajadas. Aparte del asalto al Palacio Legislativo protagonizado, meses atrás,
por los “colectivos” del PSUV, reeditando la proeza incivil del 24 de enero de
1848.
3-La Comisión de
Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Venezolana emitió un comunicado
público en el que “expresa su más enérgico repudio a los graves y dolorosos
sucesos ocurridos el viernes 1 de mayo en el Centro Penitenciario de los Llanos
(CEPELLO), en el Estado Portuguesa, en el que 51 personas privadas de libertad
resultaron muertas y 75 se encuentran heridas”. La llamada “masacre de Guanare”
es un testimonio más de que el régimen tiene oídos sordos para los reclamos y
exhortaciones de organismos de las Naciones Unidas y de la Organización de
Estados Americanos sobre el respeto de los derechos humanos de los
detenidos en las cárceles de cualquier
país, independientemente de las acusaciones de que son objeto. Sería
recomendable que los que hoy mandan en Venezuela se leyeran la Declaración
Universal de Derechos humanos, aprobada por la Asamblea General de las Naciones
Unidas la medianoche del 10 de diciembre de 1948, reunida en el Palacio de Chaillot
de París, en lo alto de la colina del Trocadero, en el mismo lugar desde el
cual unos años antes Hitler había contemplado la ciudad ocupada.
4- La inenarrable
crisis de la economía nacional, la hiperinflación que prácticamente ha
converido el bolívar en una moneda virtual, la destrucción de PDVSA, el colapso
de los servicios públicos, especialmente de electricidad y agua, más del 80% de
gente merodeando por debajo del umbral de pobreza y sin recursos para medio
paliar el hambre, la hecatombe hospitalaria, son algunos de los crueles adornos
de la corona de espinas que, desde las alturas del poder, ha descendido y posa
sobre la cabeza de la mayoría de los venezolanos. Esa corina de espinas se ha
sumado a la otra, a la del coronavirus que aprovecha la dictadura para mantener
encerrada a la gente en sus casas e imposibilitar la protesta popular en la
calle.
5-El director para
el hemisferio occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), Alejandro
Werner, recién ha declarado: “El caso de Venezuela no es una década perdida, es
una década de retroceso gigantesco…lo que ha ocurrido en Venezuela es un
desastre macroeconómico y social que nunca se había visto en la región”, y
pronostica que la diáspora migratoria venezolana, que ya ha escalado el 25% de
la población, puede, debido a la crisis existente, cobrar un mayor repunte que
iría a “empeorar la vulnerabilidad sanitaria y económica de los países
receptores”, por lo que éstos, al opinar y tomar medidas que afectan a la
dictadura venezolana, no son
“injerencistas”, sino que intentan salvaguardar sus propios intereses. Y,
agrego yo, lo más preocupante es que mientras se mantengan los que usurpan el
poder, Venezuela, que ya tiene una caída dramática de su ingreso petrolero
(alrededor del 97% de las divisas que entran al país), no tendrá acceso al
financiamiento externo, como se pudo constatar con la negativa del FMI a la
solicitud del préstamo de 5.000 millones de dólares que en el pasado mes de
marzo le hizo Maduro, negativa causada por “la falta de reconocimiento del
gobernante”. Está claro, clarísimo, pues, que en tanto Maduro no salga o “lo
salgan” del Palacio de Miraflores, la tragedia continuará y alcanzará nuevas y
peores cotas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario