EMILIO NOUEL V.
A los venezolanos, desde que se inició el milenio, todas las plagas habidas y por haber se nos vinieron encima, inmisericordes, una tras otra.
Ciertamente, ya lo conté en otra ocasión, lo que nos sucede
es algo muy cercano a lo que me dijo un chofer de taxis hace unos cuantos años, cuando aun todavía no alcanzábamos el
grado de calamidad actual: “Esto del
chavismo es una maldición apocalíptica, doctor”.
Cuánta razón tenía.
Y nos sonaba entonces un tanto exagerado, a pesar de que ya veíamos
asomarse las evidencias incontrovertibles de que muy mal estábamos encaminados
como sociedad, aunque guardábamos entonces la esperanza de que saldríamos no
pasado mucho tiempo, del hoyo en que nos metió una mafia altamente tóxica que
había incursionado en política para desgracia de los venezolanos.
Las últimas “plagas” son la pérdida de la TV por satélite y
la grave falta de gasolina, que vienen acompañadas del covid 19.
Es más que patente que todos nuestras penurias tienen un
responsable indubitable. El causante directo de que estemos penando por no
tener como movilizar nuestros transportes privados y colectivos no es otro que
la tiranía chavista.
La ideología demencial que los mueve condujo a un desmadre
colectivista expropiador. Que no solo acabó con las empresas productivas en
manos privadas, sino que también provocaron demandas en las que aquellas
reclaman indemnizaciones mil millonarias en dólares. Y lo peor es que tenemos
perdidos todos esos litigios. No hay argumento legítimo o válido que nos asista
en las instancias jurisdiccionales. Si los venezolanos llegáramos a perder
CITGO será la responsabilidad directa y exclusiva de esa locura de Hugo Chávez.
El país ha retrocedido más de un siglo. Los productores del
campo no pueden sacar sus cosechas porque no tienen gasolina para sus
transportes. Otros no sembraron porque no disponen de semillas ni
fertilizantes. Los trabajadores no pueden trasladarse a los sitios de trabajo.
No hay gas para cocinar los pocos alimentos que se alcanza comprar.
La debacle es total, insólita en un país que se encuentra
sobre un enorme yacimiento petrolífero.
Lo de la gasolina es una trágica paradoja para un país como
el nuestro. Las refinerías que otrora eran instalaciones modernas y admiradas
están en una situación precaria
lamentable, gracias a la incompetencia y la corrupción de la mafia que
está en Miraflores. Se necesita miles de millones de dólares para ponerlas a
funcionar adecuadamente y satisfacer las necesidades de combustible de nuestro
mercado interno. Y el país no dispone de
esos fondos. Según los entendidos, olvidémonos de ellas por un tiempo largo, no
están en capacidad de cubrir la demanda interna, de
allí que no nos quede otra que importar gasolina.
Le corresponderá al nuevo gobierno democrático que esperamos
no esté alejado en el tiempo, también cargar por un tiempo con ese grave
problema.
Hay un conocido dicho popular en Venezuela con el que se quiere
significar que resulta irracional llevar una cosa a un lugar en que ella abunda
mucho. Así, ello se expresa con la frase ¿Quien
lleva chivo pa’ Coro?
En estos desdichados y absurdos tiempos venezolanos, la
realidad contradice el dicho de nuestra sabiduría popular. Los socios iraníes
de la tiranía están trayendo “chivo pa´
Coro”. Quién lo iba a creer.
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