Ramón Guillermo Aveledo: “Creo en el apoyo internacional, pero los venezolanos debemos resolver el problema”
LA GRAN ALDEA
Ramón Guillermo Aveledo es un nombre que se asocia con política, con estrategia y con béisbol. Su paso por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) se produjo en un momento clave de reorganización interna de los partidos políticos de la oposición para hacer frente al chavismo. Se autodefine como un militante de la unidad de los venezolanos y como un defensor de la democracia, porque está convencido de “la unidad es la base de la credibilidad nacional e internacional de la oposición democrática venezolana”. Al tratar de avizorar el futuro afirma que “es demasiado oscuro el panorama como para uno ponerse a adivinar”.
-¿Qué balance hace del año y cuatro meses que lleva el Gobierno interino?
-Es una situación nueva, en la vida personal de los venezolanos y en la historia de nuestro país. Tenemos un gobierno legitimado por la decisión de la Asamblea Nacional, encabezado por su propio presidente que es Juan Guaidó; y un poder de facto, liderado por Nicolás Maduro, que tiene el control territorial del país. En Venezuela tenemos un año y cuatro meses viviendo en esa realidad dual, por eso cualquier juicio tiene que partir de la compresión de lo antes descrito. Que Juan Guaidó, a pesar del contexto que le ha tocado, mantenga los objetivos de cambio dibujados al principio y, aunque no en las mismas proporciones que hace un año, continúe con la popularidad más alta entre los políticos de todo la nación, hace que uno tenga que admirar y reconocer una resiliencia poco común.
“Yo creo que en cualquier ecuación de cambio político en el país figura la persona de Juan Guaidó”.
-Ha destacado elementos muy positivos, pero también hay otros que definitivamente no lo han sido tanto, ¿qué errores cree que se han cometido?
-No haber alcanzado el objetivo, hasta ahora, no es una cosa menor. Todos quisiéramos que la meta de salir de Maduro se hubiera alcanzado ya, pero no es tan sencillo. Hay mucha gente que cuestiona, porque es muy fácil, pero yo prefiero decir las cosas buenas públicamente y las críticas de forma privada, con la finalidad de ayudar. Aquí hacemos mucha crítica constructiva, pero a los demás, y somos poco autocríticos. Así no sirve. Yo soy militante de la unidad, probablemente sea el único que quede, pero creo que la unidad es la base de la credibilidad nacional e internacional de la oposición democrática venezolana.
-¿Cuál es la diferencia de lo que fue la Mesa de la Unidad y lo que es hoy el llamado G4 (AD, UNT, VP y PJ)?, ¿se debería volver a una instancia como la MUD?
-Yo creo que siempre podemos hacer las cosas mejor, uno nunca puede estar conforme, siempre debemos ver con realismo que somos susceptibles a mejorar. El G4 en sí mismo no significa nada como nombre, no le agrega valor al esfuerzo que se hace y no refleja la importancia que tiene. La Mesa de la Unidad Democrática era un nombre que sí aportaba contenido, porque subrayaba la condición de punto de encuentro que unifica a los sectores que quieren la democracia para el país. Esa coalición política que tiene la mayoría de la Asamblea Nacional, que tiene al líder más importante del país dentro de sus filas y que ha recopilado una enorme experiencia estos años, hay que ponerle una denominación con más sentido de futuro, más ilusión, para que la gente se sienta naturalmente cautivada, ya que su tarea no termina cuando cambie el régimen, sino todo lo contrario; su verdadera responsabilidad empieza con un nuevo gobierno.
-¿Qué lectura tiene sobre la propuesta del secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo?
-Yo espero que el grupo en el poder haga una contrapropuesta, porque allí hay una opción. Es decir, Guaidó a través de quienes lo representaron en el diálogo en Oslo y Barbados, hizo un planteamiento y el régimen no ha contrapropuesto nada, si ellos no están de acuerdo con eso, pueden plantear otra vía. Lo que no es realista, es que del lado del madurismo simplemente se conformen con decir que no.
“Yo soy militante de la unidad, probablemente sea el único que quede, pero creo que la unidad es la base de la credibilidad nacional e internacional de la oposición democrática venezolana”
-¿Cuál es su visión sobre el apoyo y la presión internacional?
-Creo que el apoyo internacional es valioso, sobre todo en esta época, desde los Estados Unidos hasta la Unión Europea y el Grupo de Lima; pero vamos a estar claros, ese respaldo no sustituye lo que el esfuerzo y la creatividad venezolana deben hacer, somos los protagonistas de esto, nadie lo va a resolver por nosotros; los demás pueden ayudar y apoyar nuestra solución, pero debemos ser nosotros quienes resolvamos el problema. Yo creo que eso hay que tenerlo muy claro y demostrarlo siempre.
-Usted es creyente de la salida política y eso es lo deseable, ¿pero es posible? Son muchos los intentos que han fracasado por la poca disposición del madurismo para acordar una agenda seria.
-Yo creo que la política no es el arte de lo posible sino el arte de hacer posible, ese es el desafío que debemos asumir. No subestimo la importancia del papel de la comunidad internacional en esto, todo lo contrario, y no me refiero sólo a los países democráticos sino también a Rusia, China y Cuba que tienen intereses en lo que ocurre en Venezuela y que tendrán un papel que jugar en este sentido. Pero estoy convencido de que si los venezolanos no somos capaces de encontrar una salida política para esto, la situación se agravará mucho más. Es muy evidente para mí que mientras esté el juego trancado, la crisis continuará profundizándose; y aquí la mayor responsabilidad la tiene el grupo que está en el poder, quien es el que ha obstruido cualquier solución.
-¿Considera que hay algún interés del régimen venezolano en construir una salida negociada?
-No lo sé y hasta donde yo puedo, no veo interés alguno. Ojalá lo hubiera.
“Yo creo que la política no es el arte de lo posible sino el arte de hacer posible, ese es el desafío que debemos asumir”
-¿Cómo es su relación con Juan Guaidó?
-No hablamos con frecuencia, pero yo siempre estoy a la orden para lo que él pueda requerir de mí. En los últimos meses hemos hablado más que en los anteriores, durante un año no hablábamos mucho, pero en los últimos cuatro o cinco meses hemos tenido más contacto. Lo importante es que mi admiración por su figura y mi respaldo a su intención no depende de que tengamos contacto o no, sino de mi convicción de lo que es conveniente para Venezuela. Yo creo que en cualquier ecuación de cambio político en el país figura la persona de Juan Guaidó.
-¿Recuerda alguna anécdota con él cuando usted estuvo al frente de la Mesa de la Unidad?
-Tuve poco contacto con él hasta que en el propio 2014, en mis meses finales en la Mesa de la Unidad, tuvimos criterios diferentes alrededor de la entrega de Leopoldo López, cuando fue injustamente objeto de una medida judicial. Los dirigentes de Voluntad Popular nos informaron de la intención de Leopoldo de entregarse y yo discrepaba, porque pensaba que el Gobierno lo iba a tener como un rehén. Yo decía que era preferible que no se entregara. Sin embargo, en ese momento mi posición no le pareció correcta a ese partido y hubo una discrepancia clara entre nosotros. Fue la única vez que tuvimos un intercambio, después lo he visto evolucionar con mucho sentido de madurez. Creo que el presidente interino Guaidó ha encontrado en la irracionalidad del oficialismo un motivo para actuar con buen juicio y andar con pies de plomo. Además, tiene otra gran característica: El valor personal, por menos otro ya se hubiera ido, y él no lo ha hecho. Esto también obra en favor del respaldo que todavía mantiene.
-¿Cómo están las relaciones hoy con Leopoldo López?
-La verdad es que nunca hablamos personalmente. Conversamos en mayo de 2018 por vías telemáticas, pero no hemos hablado más. No atribuyo a eso ninguna valoración distinta a que no ha hecho falta, cuando la mayoría parlamentaria ha requerido de mi opinión, pues lo he hecho sin ningún problema.
-¿Cómo piensa que terminará, políticamente hablando, el año 2020?
-Con lo que está pasando hay muchos interrogantes en el camino, como dijera Churchill en una frase más o menos así: Un enigma dentro de un misterio envuelto en un acertijo… Es demasiado oscuro el panorama como para uno ponerse a adivinar.
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