RICHARD CASANOVA
Después de la salida de Vladimir Villegas de Globovisión se han
producido al menos tres reacciones: unos han querido convertirlo en una
víctima del gobierno, casi un mártir de la oposición y levantan las
banderas de los principios que en otras oportunidades no izaron y más
bien mantuvieron un silencio cómplice ante las arbitrariedades del
régimen. Otros, en particular la oposición más radical, lo han
deshuesado, lo acusan de chavista encapillado, infiltrado, traidor,
enchufado, testaferro de Gorrín y más. No sólo justifican la expulsión
de Globovisión sino que la aplauden. Sin duda, ambas posturas son un
exceso.
Y finalmente hay un sector muy amplio que ha mantenido la
distancia, una actitud prudente. Saben que -como dijo el mismo
involucrado- salió “por presiones del gobierno” y aunque no celebran los
abusos, sienten que hay algo que no está claro. Además no perciben a la
supuesta víctima como un opositor auténtico y comprometido. Sobran las
razones para dudar y todo el mundo tiene derecho a ello. Con relación a
las verdaderas razones de la salida de Vladimir Villegas circulan en los
predios políticos dos hipótesis. Pero antes de exponerlas, conviene
delimitar el contexto y responderse a sí mismo varias preguntas. Veamos…
Últimamente a ese programa solo es invitado el chavismo, también una
oposición laxa, timorata; y por supuesto, los falsos opositores que todo
el mundo conoce y repudia. Por ejemplo, uno de sus últimos
entrevistados fue Enrique Ochoa Antich, quien interpuso un recurso ante
el TSJ de Maduro en contra de la Asamblea Nacional legítima. Es decir, a
favor de asamblea chimba y gobiernera que preside Luis Parra. Y así por
el estilo, ha entrevistado a los llamados diputados CLAP y a otros
“opositores” brinca-talanqueras. Y claro, no podían faltar algunas
figuras prominentes de esa vergüenza nacional que llaman “la mesita”.
Entonces ¿Qué pudo haber molestado tanto a Maduro como para tomar esa
decisión? Nada! El periodista Villegas fue muy cuidadoso y siempre se
portó muy bien.
Con ese antecedente, tiene razón la gente en sentir que algo huele
mal. Al menos, no se puede comparar la supuesta presión ejercida para
sacar a Vladimir Villegas con la larga lista de tropelías y abusos
contra la libertad de expresión, cometidas -por cierto- con la
participación de su hermano Ernesto Villegas, hasta hace poco Ministro
de Comunicaciones del régimen y aun un encumbrado burócrata de la
dictadura. ¿Dónde estaban entonces los que hoy levantan su voz contra la
injusticia? El silencio de su propio hermano le otorga la razón a esa
mayoría opositora que mira de reojo la situación e intuye que hay gato
encerrado.
En fin, para terminar con el contexto, vale recordar que
Vladimir y Nicolás son amigos y estudiaron juntos bachillerato. Con más
razón, surgen dudas en torno a la motivación de esa “decisión”. Y las
comillas caben porque de verdad, no hubo decisión alguna. Según el
propio Villegas, salió “por presiones del gobierno de Maduro”. En el
peor de los casos, la decisión fue de su amigo Raúl Gorrín, quien cedió a
la presión sin pelear. Siendo así, muchos se preguntan ¿por qué yo voy a
hacer un alharaca si un empresario abiertamente vinculado al régimen,
presuntamente cede a la presión y decide cortarle el cuello a su
camarada, amigo, socio, empleado o lo que fuera?
Es aquí donde entra la primera hipótesis, según la cual el episodio
es realmente un conflicto interno del chavismo, entre el madurismo y el
ala que dirige Raúl Gorrín, quien se ha convertido dentro del
oficialismo en un factor, no sólo económico. Algunos le agregan que en
este conflicto subyacen intereses crematísticos entre socios incómodos,
molestias por un mal reparto o conflictos típicos entre el testaferro y
el mandón. Naturalmente, con un gobierno tan corrupto a nadie le
extrañaría. Sin embargo, por ahora es mera especulación y no nos hacemos
eco de ella. Simplemente se comenta a título de inventario. En esta hipótesis, Maduro actuó para cerrar un espacio televisivo que
estaba siendo utilizado -no a favor de la oposición- sino para
fortalecer a grupos internos dentro del chavismo que lo adversan y a
otros en la periferia que medran del poder. Si ese fuera el caso, es de
suponer que el dueño de Globovisión decidió no jugar duro en esta
partida y sacrificar un peón en este borrascoso ajedrez.
La otra hipótesis advierte que la salida de Vladimir Villegas es una
jugada fríamente calculada del régimen con varios objetivos: 1) Lavar la
cara del periodista para intentar colarlo al CNE como una ficha
opositora. 2) Aprovechar la coyuntura compleja de la oposición para
introducir un ingrediente de disociación que -no sólo genere
controversia- sino que sirva como pote de humo justo cuando la gente
responsabiliza al gobierno de la salida de DirecTV y el show de la
gasolina iraní no les funcionó como esperaban. Y 3) Intentar fortalecer a
un sector que sostiene una retórica opositora pero viene trabajando
para dividir a las fuerzas democráticas, debilitar a la legítima
Asamblea Nacional y sembrar desaliento con su crítica permanente e
infundada. Me refiero a esos sectores que tienen tiempo haciéndole
comparsa al régimen y que yo he llamado “la oposición proxeneta”.
En conclusión, sea una hipótesis u otra, lo menos que se ve es una
violación a la libertad de expresión y en todo caso, aunque no se
justifica una actitud caníbal contra el periodista Vladimir Villegas, la
gente tiene razón a abrigar dudas sobre la real motivación de la
“decisión”. Mi recomendación es que pasemos la página y nos ocupemos de
lo verdaderamente relevante: la tragedia que sufre la inmensa mayoría
del pueblo venezolano y lo que debemos hacer para salir de esta
pesadilla.
Twitter: @RichCasanova
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