jueves, 17 de noviembre de 2011

EL DEBATE: VICTORIA DEMOCRÁTICA

Trino Márquez


El debate entre los candidatos a las primarias del 12 de febrero de 2012 -en realidad foro o exposición de ideas, pues no se produjo una confrontación entre los aspirantes- fue un ejercicio democrático extraordinario. No hubo un claro ganador, ni un claro perdedor. Los cinco aspirantes se mantuvieron dentro de la banda. Probablemente Diego Arria fue el más radical. No tenía nada que perder y optó por atraer la atención de un sector del electorado deseoso de verle el hueso al comandante Chávez Frías. Henrique Capriles Radonski junto a Pablo Pérez fueron los más conciliadores. Son los candidatos que puntean las encuestas y los que deben tratar de captar el voto del electorado menos fanatizado y más indeciso. María Corina tuvo un excelente manejo de cámara. Se mostró desenvuelta y segura. Por momentos logró meterse al público en el bolsillo. Su sonrisa esplendorosa cautivó a la audiencia. Un poco menos solvente lució Leopoldo López. Los nervios parece que le jugaron una mala pasada. Se notaba tenso y, por instantes, inseguro. No se mostró como el joven dueño del mundo que suele cautivar con su imagen.
La virtud más importante de esa exposición de ideas fue que proyectó a la oposición como un sector democrático y develó, de nuevo, la naturaleza autocrática del régimen del teniente coronel. En el foro no hubo un insulto. Un denuesto contra los adversarios. A ninguno de los aspirantes se le ocurrió decir que quien tenía a su lado era un “escuálido”, un candidato “majunche”, un “apátrida”, o utilizó algún epíteto degradante. Cada competidor se limitó a expresar sus ideas. A decir lo que piensa acerca de los temas planteados: seguridad, educación y empleo. Ninguna diatriba, descalificación o insulto se pronunció. Esta ausencia de agravios no significa que no existan deferencias. Solo quiere decir que las discrepancias se entienden y procesan en un ambiente de tolerancia y amplitud.
El debate marcó una diferencia notable con el Gobierno. Esto tiene a los chavistas desconcertados y enloquecidos. El teniente coronel no para de imponer cadenas de radio y televisión con el fin de intentar contrarrestar los efectos benéficos del foro opositor. El chavismo, incapaz de convocar un diálogo entre los dirigentes que aspiran a suceder al teniente coronel, arremete con un control feroz de los medios de comunicación. Chávez optó por la peor de las vías. En la “democracia protagónica” escogió acallar las voces disidentes y silenciar los dirigentes que con legítima ambición aspiran a ser sucesores de un líder enfermo y extraviado.
En la UCAB la oposición le dictó una cátedra de amplitud al chavismo. Ahora al oficialismo solo le queda balbucear consignas huecas y frases descolocadas. Decir que la revolución tiene su líder, y que este no se somete a consultas ni escrutinios de ninguna naturaleza. Sin embargo, ¿puede entenderse que en una democracia protagónica la consulta opinión de las bases no vale para nada, y que predomina el caudillismo y el mesianismo? La autocracia no puede justificarse.
La oposición cuenta con cinco opciones. Todos los aspirantes participan de una sana competencia. No existen imposiciones. Cada pretendiente propone su programa y defiende su punto de vista. Esta diversidad se corresponde con el espíritu de la democracia. Con la inspiración autoritaria y autocrática se compadece el personalismo. Hugo Chávez es un déspota de librito. Cuando se constituyó la central oficialista en Caraballeda, la Unión de Trabajadores Socialistas Bolivarianos -apéndice de Miraflores- quedó claro que el comandante es el capataz, y que los obreros forman un grupo que debe obedecerle incondicionalmente. Este es el tipo sumisión que le agrada a Chávez. Ninguna disidencia. Ninguna disconformidad que exprese fisuras o leves diferencias. Al frente del proceso revolucionario se encuentra el líder, única voz que se expresa.
La oposición se define con otros contornos. Coexisten voces dispares. Se manifiestan diferencias de matices. No existe pensamiento único, ni mimetismos. Algunos líderes piensan que el mercado debe prevalecer sobre el Estado. Otros consideran que la relación debe ser a la inversa. Todos están convencidos de que la democracia se sostiene sobre la pluralidad y la unión dentro de la diversidad. Estas sanas diferencias permitirán recobrar la democracia el 7 de octubre del 2012.

@tmarquezc

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