jueves, 17 de noviembre de 2011


Un gran final

Transmitieron una insuperable imagen de conjunto durante todo el debate

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DIEGO BAUTISTA URBANEJA |  EL UNIVERSAL
jueves 17 de noviembre de 2011  
El debate de los precandidatos de la Unidad ha sido un evento muy singular. No vamos a emitir opinión sobre quién estuvo mejor, o quién estuvo menos bien. Lo importante fue el evento mismo, con su seriedad, su pluralidad, el clima de respeto mutuo, el lenguaje de calidad. 

Es de suponer que el debate tuvo una gran audiencia. Se creó en torno a él un clima de gran expectativa que ha tenido que traducirse en un algo "encendido". También es de suponer que muy buena parte del electorado que es partidaria de un cambio de gobierno vio el debate. Unos, para confirmar que su preferido es el mejor, otros para decidir su preferencia, otros simplemente para contemplar y disfrutar ese espectáculo de democracia. 

Pero la verdad es que quien yo quería que viera esa transmisión era el mundo de los partidarios del oficialismo. No porque fueran a estar de acuerdo con lo que iban a oír. A unos cuantos les podría parecer atractivo lo que en ese auditorio de la UCAB propusieron unos y otros. Pero tal vez a muchos de esos espectadores pro chavistas de los que hablo, les parecería falso lo que dijeron los precandidatos de la Unidad. Tal vez su propia experiencia no concuerda con la visión del actual gobierno que los precandidatos expresaron en la comparecencia. Quizás, como partidarios de Chávez que son, han tenido mejor suerte que la que allí se oyó describir. Por eso digo que no es porque fuesen a caer cautivados por las palabras de los precandidatos que era interesante que mucho de la audiencia televisiva fuese de partidarios del gobierno, cosa que por cierto a lo mejor ocurrió. 

En vivo y directo 

Lo más interesante de esa eventualidad es que los oficialistas vieran en vivo y en directo una práctica democrática, un alarde de convivencia, un contraste de ideas. Eso, de esa forma, es una experiencia desconocida en cl campo oficialista. ¿Hablar de ese modo, libremente, sin tener que rendirle loas a nadie, que haga las veces del comandante-presidente? ¿Hablar sin insultar, ni siquiera al gobierno, al adversario directo, al que se critica desde luego y por cierto que del modo más firme, pero sin ofender, sin humillar? ¿Qué podría pensar un hombre común y corriente, partidario de buena fe del gobierno, ante aquel despliegue de decencia, de formalidad, de pensamiento? Posiblemente no cambie su lealtad política, pero seguramente experimentará al menos un sentimiento de respeto. Por allí puede empezar el reencuentro. 

No fue exactamente un debate. La existencia de cinco precandidatos impide el debate propiamente tal, donde dos candidatos se ponen uno frente al otro. Lo que se puede hacer en esas circunstancias es esa comparecencia plural, donde se pueden contrastar estilos, personalidades, elementos personales y cualitativos de difícil especificación. 

El gran final 

Pero lo más importante fue el final. La escena de los cinco aspirantes saludando en triunfo a la audiencia, al país. Le oí decir a Andrés Stambouli el otro día una idea que comparto. Ese debate no debía tener como objeto principal el que un candidato obtuviera más votantes que otro cualquiera. Por supuesto que para cada uno de los participantes este era un objetivo muy importante. Pero aquí estamos ante uno de esos casos en los cuales, buscando cada cual su meta, logra un objetivo colectivo mucho más importante. Decía pues Andrés que el objetivo que debían entre todos lograr, mientras cada uno trataba de hacerlo lo mejor posible, era transmitir un mensaje de unidad granítica, de que todos están con todos, de que hay ideas de gobierno y capacidad de gobierno, de que el que gane las primarias gana las que siguen. Eso era en efecto lo más importante. Ningún candidato va a ganar las primarias porque destaque sobre los otros en una comparecencia en particular. La opinión que se recoge de partidarios de unos y otros es que todos estuvieron a elevada altura. Además, la campaña tiene muchos otros ingredientes decisivos. 

Pero la capacidad que tiene un evento como el del lunes para remachar la imagen de la Unidad y de que todos van a ganar unidos en octubre y todos van a gobernar unidos en el próximo período presidencial, es una capacidad excepcional. Había que explotarla a fondo. No sé si los aspirantes sabían que lo estaban haciendo, pero el hecho es que transmitieron una insuperable imagen de conjunto durante todo el debate. Y la faena llegó al clímax con esa despedida final, que fue mi momento favorito. 

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