Leopoldo López declinará hoy en favor de Henrique Capriles
El minuto final del exalcalde de Chacao opacó el eficiente encuentro de anoche
La intervención final de Leopoldo López, donde convocó para un anuncio importante hoy, eclipsó las dos horas del encuentro de los precandidatos presidenciales (Oswer Díaz Mireles)
ROBERTO GIUSTI | EL UNIVERSAL
martes 24 de enero de 2012
La bomba que dejó caer Leopoldo López durante su última intervención y en los minutos finales del debate, provocó un estallido que deja sin efecto la impresión que ya se formaban los televidentes: "El año 2012 será de cambios, juntos vamos a construir esa unidad grande y buscando esa victoria del 7 de octubre mañana, de la mano con Henrique, vamos a hacer un anuncio importante. Buenas noticias se vienen para la unidad grande, para la victoria del 7 de octubre y para la mejor Venezuela". Pocos minutos después un vocero del comando de campaña de Primero Justicia confirmaba lo que ya se intuía: Leopoldo López ha decidido renunciar a sus aspiraciones y darle su apoyo a Henrique Capriles en las primarias del 12 de febrero.
Los escasos segundos consumidos por López en pronunciar la frase, que agarró desprevenido a todo el mundo, le restó al debate, eficientemente organizado por Globovisión, la necesidad de analizar las intervenciones de los seis precandidatos y sus respuestas a un muy bien elaborado y exhaustivo cuestionario. Durante las casi dos horas anteriores a la explosiva intervención de López y bajo la sobria moderación de Román Lozinski, los seis aspirantes debieron enfrentar temas cruciales que fueron dejando en evidencia las diferencias en cuanto a la forma de asumir las tareas de gobierno, los mecanismos para reinstitucionalizar el país, las relaciones con las Fuerzas Armadas, pero también sus coincidencias en el tema económico, los planes de seguridad, el petróleo, la política exterior y la descentralización.
Menos rígidos, más naturales y confiados en sí mismos (los caballeros impecables en su fluxes -a excepción de la corbata de Pablo Medina- y la dama con una blusa escarlata de discreto farolaos, que, sin embargo, no le robó la atención a sus enérgicos contenidos) los competidores discreparon con elegancia y sólo la rigidez a la hora de imponer los tiempos, por parte del moderador, impidió una travesura de Medina, quien pretendía comprometer a sus pares en una discusión sobre la designación del ministro Rangel Silva.
Pero al final era casi inútil ahondar sobre las discrepancias a la hora de tratar el tema militar o los ataques al presidente, nunca mencionado expresamente, así como la persistencia de Arria en desmarcarse de un grupo donde sus coincidencias con Pablo Medina llevan a pensar que deberían unirse en una sola candidatura, aun cuando el ex gobernador de Caracas anunció que, en caso de ganar, gobernaría sólo tres años y le entregaría el mando a María Corina.
En fin, un encuentro (valga el lugar común) de altura, afirmativo, propositivo, donde abundaron propuestas, algunas originales, otras repetitivas: otorgarle a las regiones el 100 por 100% del IVA, la creación de ejércitos binacionales para combatir a las guerrilla y el narcotráfico, el reingreso a la CAN, la expulsión de los cubanos, la liberación de los presos políticos, la devolución de los medios de comunicación confiscados, el aumento de la producción petrolera y su utilización para la diversificación de una economía competitiva en el exterior, el fin de la polarización, la reunificación del país y pare usted de contar.
Todo eso se diluyó en los decisivos y dramáticos segundos que López consumió casi inadvertidamente porque muy difícilmente podrá el debate, en caso de que la gente considerara como ganador a Pérez, (segundo en las encuestas), modificar un cuadro que ahora consolida las aspiraciones de Capriles.
En otras palabras, todo parece estar a favor del gobernador de Miranda a poco más de veinte días de las primarias, al punto que, incluso, otros candidatos podrían reconsiderar su intención de llegar al final.
Pero, ¿avanza Capriles hacia un triunfo clamoroso, el próximo 12 de febrero, sobre la base de un liderazgo que se planteó y creció más allá de los partidos? ¿Tendrá, efectivamente, una amplia y sólida base electoral, surgida de su propio liderazgo, para enfrentar a Hugo Chávez con posibilidades de éxito? ¿Si convenció al electorado de oposición con un discurso de amplitud e inclusión, podrá hacerlo con el electorado chavista? ¿Esa ventaja, en apariencia inalcanzable, no se puede convertir en un boomerang que desestimule la participación en las primarias? ¿Qué papel jugará Leopoldo López en la campaña y hasta dónde puede transferir sus eventuales votos a Capriles? ¿Acaso lo propondrá como su Vicepresidente, no obstante los impedimentos a los cuales está sometido Leopoldo?
Algunas de esas interrogante serán despejadas, seguramente, hoy mismo.
Los escasos segundos consumidos por López en pronunciar la frase, que agarró desprevenido a todo el mundo, le restó al debate, eficientemente organizado por Globovisión, la necesidad de analizar las intervenciones de los seis precandidatos y sus respuestas a un muy bien elaborado y exhaustivo cuestionario. Durante las casi dos horas anteriores a la explosiva intervención de López y bajo la sobria moderación de Román Lozinski, los seis aspirantes debieron enfrentar temas cruciales que fueron dejando en evidencia las diferencias en cuanto a la forma de asumir las tareas de gobierno, los mecanismos para reinstitucionalizar el país, las relaciones con las Fuerzas Armadas, pero también sus coincidencias en el tema económico, los planes de seguridad, el petróleo, la política exterior y la descentralización.
Menos rígidos, más naturales y confiados en sí mismos (los caballeros impecables en su fluxes -a excepción de la corbata de Pablo Medina- y la dama con una blusa escarlata de discreto farolaos, que, sin embargo, no le robó la atención a sus enérgicos contenidos) los competidores discreparon con elegancia y sólo la rigidez a la hora de imponer los tiempos, por parte del moderador, impidió una travesura de Medina, quien pretendía comprometer a sus pares en una discusión sobre la designación del ministro Rangel Silva.
Pero al final era casi inútil ahondar sobre las discrepancias a la hora de tratar el tema militar o los ataques al presidente, nunca mencionado expresamente, así como la persistencia de Arria en desmarcarse de un grupo donde sus coincidencias con Pablo Medina llevan a pensar que deberían unirse en una sola candidatura, aun cuando el ex gobernador de Caracas anunció que, en caso de ganar, gobernaría sólo tres años y le entregaría el mando a María Corina.
En fin, un encuentro (valga el lugar común) de altura, afirmativo, propositivo, donde abundaron propuestas, algunas originales, otras repetitivas: otorgarle a las regiones el 100 por 100% del IVA, la creación de ejércitos binacionales para combatir a las guerrilla y el narcotráfico, el reingreso a la CAN, la expulsión de los cubanos, la liberación de los presos políticos, la devolución de los medios de comunicación confiscados, el aumento de la producción petrolera y su utilización para la diversificación de una economía competitiva en el exterior, el fin de la polarización, la reunificación del país y pare usted de contar.
Todo eso se diluyó en los decisivos y dramáticos segundos que López consumió casi inadvertidamente porque muy difícilmente podrá el debate, en caso de que la gente considerara como ganador a Pérez, (segundo en las encuestas), modificar un cuadro que ahora consolida las aspiraciones de Capriles.
En otras palabras, todo parece estar a favor del gobernador de Miranda a poco más de veinte días de las primarias, al punto que, incluso, otros candidatos podrían reconsiderar su intención de llegar al final.
Pero, ¿avanza Capriles hacia un triunfo clamoroso, el próximo 12 de febrero, sobre la base de un liderazgo que se planteó y creció más allá de los partidos? ¿Tendrá, efectivamente, una amplia y sólida base electoral, surgida de su propio liderazgo, para enfrentar a Hugo Chávez con posibilidades de éxito? ¿Si convenció al electorado de oposición con un discurso de amplitud e inclusión, podrá hacerlo con el electorado chavista? ¿Esa ventaja, en apariencia inalcanzable, no se puede convertir en un boomerang que desestimule la participación en las primarias? ¿Qué papel jugará Leopoldo López en la campaña y hasta dónde puede transferir sus eventuales votos a Capriles? ¿Acaso lo propondrá como su Vicepresidente, no obstante los impedimentos a los cuales está sometido Leopoldo?
Algunas de esas interrogante serán despejadas, seguramente, hoy mismo.
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