ENTREVISTA A Julio Borges, coordinador nacional de Primero Justicia
"Sin un nuevo tratado de límites el país se va por el barranco"
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ROBERTO GIUSTI | EL UNIVERSAL
Inmutable es una voz que sirve para describir a Julio Borges. No importa que le pongan un ojo morado, como se lo puso un forzudo del chavismo en la Asamblea Nacional, que, como en este caso, derroche satisfacción por los signos alentadores que encuentra en el debate del jueves o se muestre preocupado por la unidad de la oposición. Siempre, en cualquier situación y bajo cualquier circunstancia, Julio aparecerá, ya lo dijimos, inmutable.
-¿No resulta paradójico que no siendo ustedes los impulsores de la protesta que vive el país, fueran quienes aprovecharon la oportunidad del diálogo? ¿No transmite esa división de tareas una suerte de complementación, yo protesto, tú dialogas?
-Por más dura que sea la tormenta que vive el país hay un faro y ese es la unidad democrática. Tal referente, con sus problemas, al final es un punto de encuentro que se ha mantenido dentro del terremoto que hemos vivido en las últimas semanas. A pesar de que la iniciativa de La Salida, nació de forma paralela a la Unidad, sin embargo, fue convocada por gente que está bajo ese paraguas. Esa paradoja tratamos de resolverla llevando (al diálogo) una carta con las peticiones de los estudiantes, quienes solicitan que la próxima reunión sea con ellos. Nos hemos propuesto, también, hacer, de lo que se ha visto como una fractura, el relanzamiento de un poderoso movimiento con una visión compartida de país.
-¿Cómo lograr esa visión compartida, que se dejó de tener a causa de dos posturas encontradas sobre la estrategia de la lucha política?
-Lo lógico y lo ideal (y esa ha sido una conquista alcanzada en estos años de la unidad) es que todo el mundo ha remado hacia el mismo lado. Eso fue posible en las distintas elecciones, en las primarias y en la confección de planchas unitarias. Ahora, ante el reto de dos visiones que parecieran diferentes y que de alguna manera fracturaron a la oposición, hay que acomodar la carga en el camino para retransmitir, no solo al país, sino también a nosotros mismos, que se puede lograr una sinergia total con la protesta pacífica en la calle y al mismo tiempo funcionar con una agenda que destranque el juego democrático porque protesta sin agenda no va a ningún lado y diálogo sin presión social tampoco.
-Enfatizas la frase "protesta pacífica". Pero, ¿no ha sido pacífica la protesta del movimiento estudiantil y violenta la reacción oficial?
-Hay diferentes caras de la violencia. En la marcha del 12 de febrero, quien inicia la violencia son los funcionarios que dan muerte a dos personas. Ese es el inicio. En las marchas organizadas por el movimiento estudiantil no ha habido excesos. Tampoco en las manifestaciones ciudadanas. Pero eso no quita que haya grupos que no tienen nada que ver con la Unidad y la política, incluso con visiones contrarias a las nuestras, que quisieran un proceso de lucha violenta en nombre de "la oposición". Ahora, así como nos deslindamos de cualquier grupo armado, el Gobierno debe proceder al desarme total de los llamados "colectivos," bajo supervisión internacional.
-Planteas la necesidad de un relanzamiento de la Unidad a niveles de partidos, pero, ¿no percibes que parte de la masa de oposición, que rechazaba el diálogo, cambió de parecer al observar la forma en que transcurrió?
-Sí y eso obedece al momento de emocionalidad y tristeza imperantes. Han sido demasiados los escenarios de tortura, represión, frustración y muerte. De manera que si la gente vio el diálogo como una especie de traición, creo que el jueves demostramos lo contrario. Es decir, que la lucha no ha sido en vano. Es posible que transformemos esa energía en puntos concretos que cambiarían radicalmente la dinámica del país. Soñemos por un instante un CNE independiente, una Fiscal que no sea militante del Psuv o un TSJ que deje de ser tribunal disciplinario del chavismo. Esa, junto con la lucha por los derechos humanos, la Ley de Amnistía, la liberación de Leopoldo, de los alcaldes y demás presos políticos, así como el regreso de los exiliados, forma parte de nuestra lucha.
-El debate tuvo dos momentos claves. Uno, fue la introducción de Aveledo, quien fijó el cuerpo de propuestas que presenta la oposición al Gobierno. Y otra, la última intervención, de Maduro, quien negó, en medio de evasivas, prácticamente todas las propuestas. En cuanto al desarme respondió que los colectivos son inofensivas ONGs. Ante la creación de una Comisión de la Verdad equilibrada le propuso a la oposición se sume a la dirigida por Cabello. Y en cuanto a la Ley de Aministía advirtió que no es un momento de perdón sino de justicia. Según eso el diálogo no irá más allá de la catarsis y el intercambio de ideas.
-Eso está por verse. Yo comencé mi intervención advirtiendo que estábamos sentados allí no porque tuviéramos confianza en el Gobierno, sino todo lo contrario. Por eso fue necesaria una cadena nacional, con tres cancilleres y El Vaticano. Imagínate los niveles de confianza. Dije también que la protesta debía continuar para lograr la presión social y hacer que el Gobierno se doblegue frente a eso. Pero Maduro debe resolver su problema interno.
-¿Qué problema?-El sabe que está atrapado por su discurso, por sus radicales y por la tutela del gobierno cubano. Y ahí es donde debe trabajar si quiere realmente hacer un aporte histórico porque el país vive la peor crisis de su historia. Al final cuando me despedí de él se lo dije: "Aquí hay una oportunidad y dos opciones. O el país se va por un barranco o aquí se construye un nuevo tratado de límites". Entonces yo espero que ellos tengan la iluminación del Espíritu Santo y la humildad de saber que no son dueños de Venezuela y que no se pueden imponer a la otra mitad del país.
-Pero el mensaje de Maduro no parece indicarlo.
-Habrá que preguntarse lo a él. Quizás hizo el bluff de cerrar cualquier posibilidad a la amnistía, a la Comisión de la Verdad, pero lo cierto es que el jueves el Gobierno entró en un mecanismo en el cual están puestos los ojos de Venezuela y el mundo. Si el Gobierno le da un patada a esta mesa, a la cual tuvo que sentarse, la gran derrota y el gran malestar que eso provoque, será para él.
-¿Por qué sabiendo que en el plano del debate la tenían muy complicada (es fácil atacar a un Gobierno relativamente eficiente, pero un tiro al piso hacerlo con un Gobierno con tantos flancos débiles como este) aceptaron sentarse a a la mesa?
-Porque el malestar es absolutamente unánime en todo el país. Ya esto no es un problema de Gobierno versus oposición, sino el de una mayoría abrumadora (que podría estar frisando el 75% de la población) que se siente absolutamente descontenta con lo que pasa.
-Sin embargo, el chavismo reclamaba en el debate su reconocimiento, por parte de la oposición, como representante de una supuesta mayoría nacional.
-Ellos no han entendido, ni ha querido entender, que la gracia de la democracia es que nadie lo gana todo, ni nadie lo pierde todo. Con ese concepto equivocado consideran que quien gana se lleva el 100% y quien pierde se convierte en un paria y enemigo.Y como el país ha sufrido cambios brutales en la composición del poder, la percepción social y la crisis económica, la soberbia del poder los lleva a pensar que aún gozan de gran apoyo popular e importantes márgenes de gobernabilidad, cuando el país, por debajo, cambió radicalmente en esos dos factores decisivos.
-Pero aún perdiendo gobernabilidad se apoyan en las Fuerzas Armadas y en la posibilidad de imponerse por eso, es decir, por la fuerza.
-Cuado a un régimen como a este sólo le queda el uso del mido y la fuerza bruta es porque perdió su base popular.
-Se puede gobernar en represión, pero gobierno totalitario no negocia y si lo hace es para ganar tiempo.
-Eso depende del capítulo que se abrió el jueves. Que nosotros podamos, con los ojos de la comunidad internacional, más la presión interna, seguir empujando para que la agenda establecida genere un cambio en la dinámica. Y ese es, precisamente, el punto donde debemos poner toda la energía porque el diálogo se inicia, de manera efectiva, este martes, cuando ya debe haber una expresión clara de la forma en que se debe desarrollar la agenda: Ley de Amnistía, Comisión de la Verdad y liberación de los estudiantes y de todos los presos políticos.
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