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¿Qué decir de la reunión Unidad-Gobierno-PSUV en Miraflores del día 10-4-13? Lo primero, no hubo “vencedores” ni “vencidos”, ni “humillaciones” ni “arrodillarse”. A pesar de lo que se decía para no ir a la reunión -qué presión para no ir, si les contara……- no percibí que la presencia de la Unidad le “lavara la cara al régimen” o “que fueron para apaciguar”, los nuevos “mantras” de una parte del público opositor.
Podemos abordar el encuentro en dos niveles: forma y contenido. En la forma: pasó lo que tenía que pasar. Un encuentro para decirse las cosas. Era lo que esperaba. Por eso no le vi mucho sentido a hacer exigencias previas, sino que las exigencias eran para el encuentro, como finalmente se plantearon. Sencillamente, había que construir el marco para la reunión. Algo como, “sitio, hora, y reglas”. Y…”play ball”…..
En la entrada del 17-3-14 “¿Hay salida?” del Blog http:// politicaconsentido.blogspot. com, escribía sobre esa futura reunión, “El objetivo es lograr que el encuentro entre las partes se de, con un nivel de confianza aceptable, y definir reglas de juego para las trompadas estatutarias que deben ocurrir, porque es mucho lo acumulado en desagravios. El encuentro debe ser paritario entre el gobierno y la Unidad, y no en una Conferencia de paz de la que no cuestiono la iniciativa, pero no tienen la misma entidad política que asista Aveledo, Capriles o Ledezma que lo haga Layla Succar, Vladimir Villegas, o Elvis Amoroso. No lo digo por desmeritar a los tres últimos, pero son entidades políticas distintas, y la paridad es entre entidades políticas similares (Unidad y PSUV, en este caso: Maduro-Capriles, Aveledo-Cabello, por ejemplo)…En conclusión, un mediador que facilite un piso mínimo para hablar que pueda ser el paso para profundizar más o para decir, simplemente, no hay diálogo posible”.
La reunión fue una reunión para otra reunión. Era lo posible. Fue lo que ocurrió. Punto a favor.
Las “trompadas” ocurrieron de “forma estatutaria”, y ese es un primer valor de la reunión: la política es decirse las cosas con unas reglas. Cosas duras -como se escuchó ayer- pero que no sean interpretadas como “descalificaciones” o asuntos personales. Esto no es poca cosa. En la Venezuela de hoy olvidamos la política. Muchas personas todo lo político lo toman como algo personal, se sienten descalificadas, y eso revela pieles muy sensibles o delicadas.
Habíamos -¿lo recuperamos?- perdido el sentido de la política como debate duro, pero con reglas. Lo habíamos perdido -¿será definitivo?- por no acercarme “al otro” lo que reforzó los prejuicios y los juicios derogatorios, por lo que lo “natural” era el no acercamiento; el famoso “ellos” y “nosotros”. Esto no ha cambiado ni va a cambiar al menos en décadas, pero el acercamiento romperá algunos prejuicios mutuos, y eso es un avance.
Otro punto a favor es que no fue un diálogo de sordos. Como las “trompadas” tuvieron sus reglas, cada parte escuchó y tomó sus notas. Otro tanto a favor: es posible que te digan cosas que no quieres escuchar, pero te mantienes en tu silla y, además, tomas nota de lo que te dicen o de tus reacciones a lo que te dicen para analizarlas o para responder.
Se agrega como resultado el romper las expectativas porque se esperaba -incluido yo, en la mañana del 10-4-13- una suerte de “ring de boxeo”, porque así fue vendido el encuentro. No fue así y eso trae una reflexión: la política no es lineal. Antes del encuentro, escuché miles de teorías y explicaciones sobre por qué sería una “match”; que si fulano dijo esto o aquello. Tal vez era lo esperado -en la “profecía que se auto realiza”, que opera mucho en Venezuela- pero no sucedió así, y eso deja una lección, especialmente al público opositor: es un error anteponer los prejuicios o expectativas a lo posible.
La introducción inicial de Maduro me pareció excesivamente larga -igual el cierre, aunque algo mejor- y lo entiendo porque “aprovechó el prime time”, pero creo que no mucho por lo largo y por no ir al punto. Sin embargo, hizo bien en mantenerse como el anfitrión del encuentro y no terciar en las intervenciones. Lo coloca por encima, y le da capacidad de maniobra política porque lo que dijo Ramos Allup es cierto: muchas de las cosas van a depender de la respuesta de Maduro. Que éste preserve capacidad de maniobra política es acertado.
Pienso que Arreaza moderó bien el encuentro, aunque los comentarios que hacía entre intervención e intervención no eran necesarios.
En cuanto al contenido, también mi evaluación es positiva, en el sentido que las partes dijeron lo que tenían que decir. La Unidad escogió bien a sus representantes y su estrategia de presentación. Me sentí representado por todos, desde al arranque (Aveledo) hasta el cierre (Capriles).
La estrategia de la Unidad me pareció acertada: un marco general y propuestas para el compromiso en fechas y actividades (Aveledo), puntos sectoriales (los demás compañeros de la Mesa que intervinieron), y cierre-respuesta a los desagravios (Capriles).
Lo de Capriles era necesario. A pesar que discrepo de su tesis del “ilegítimo” y del “fraude” el 14-A -a mi modo de ver, eso hizo que la Unidad retrocediera y legitimó la tesis de “la salida”, que al final fue un auto gol para Capriles y para la Mesa- que haya podido hacer su planteamiento completo, sin pausas, bien estructurado, y en cadena nacional, era necesario porque el gobierno lo acusa de muertes que no son su responsabilidad -si es así, Ameliach es responsable de las muertes en Carabobo por su tweet del “ataque fulminante” y Maduro es responsable por las muertes al decir lo de la “candelita que se prende”- y que Capriles no había podido responder. Ayer lo hizo muy bien (lástima que haya sido como a las 2am y no más temprano, para que todo el mundo lo viera). Es mi deseo que Capriles pase esa página para que pueda avanzar y también la Mesa. En mi opinión, la Mesa perdió más de un año de tiempo político útil en lo del “ilegítimo”, sin avanzar, y eso generó tensiones puertas adentro. Ya es hora de avanzar y cerrar ese capítulo que nunca se debió abrir. No hacía falta.
A futuro, considero que nuestros representantes de la Unidad deben desarrollar y creer más en la consigna, “Para vivir y progresar en paz”, como uno de los puntos para los encuentros. Es decir, nuestro proyecto. No todo es hablar de la inflación, la escasez, o que Petronia en “el barrio” no consigue las medicinas. Es urgente comunicar un proyecto que realmente vincule a las personas. Que sientan un piso, unos lazos, un “social fabric” realmente incluyente, no populista o de lástima por los pobres.
Los representantes del gobierno también fueron bien escogidos y su estrategia de presentación acertada. Es lo que hubiera hecho de ser del gobierno. Mis puntos hubieran sido (en orden de importancia): 1.-El proyecto de país; 2.-La poca confianza que genera la oposición; y 3.-El reconocimiento al “chavismo”. Pienso que Jaua fue el que elaboró más en los dos últimos puntos, y sus compañeros más en el primero (tal vez más Ramírez, aunque le faltó “sustancia” para defender su punto).
En el contenido, lo más valioso que puedo destacar es que las partes acordaron de forma implícita el “intangible” (Manuel García Pelayo): la constitución.
También, esto no es poca cosa porque el conflicto se va a mantener, pero si las diferencias tienen una suerte de “parachoques” -el “intangible”- que absorba los golpes, el conflicto se canaliza y no es existencial sino agonal. Las partes aceptan la constitución, ahora la pregunta es ¿Qué entiende cada una por constitución y sus contenidos? El reemplazo de los poderes con los lapsos vencidos indicará cómo las partes entienden la constitución, pero que las partes se remitan a la carta magna es algo importante. Solo queda operacionalizar esa remisión.
El encuentro de ayer 10 de abril fue el primer paso. Se dio bien. Pero los encuentros en sí mismos no encierran la solución a los problemas. Tal vez ni siquiera puedan hacerlo. Ahora viene la parte para la que creo los venezolanos no estamos preparados lo suficiente. Es la letra chiquita del encuentro ¿Cómo adelantar lo planteado ayer? El gobierno fue más general en sus ideas -las Conferencias de paz- la Unidad más concreta: propuesta de temas y fechas, con coincidencias con el gobierno: la Comisión de la Verdad.
Digo que no estamos preparados porque, al menos desde 1958, el país no enfrentaba una situación que requiera destrezas en negociaciones distintas a las empleadas en el pasado: ya no se trata de acordar el “pacto institucional” y sus titulares como fue en la época AD-Copei, de lo que se trata ahora es de recomponer una relación política para generar una identidad común. Y esto requiere destrezas diferentes a la de acordar listas, puestos, posiciones, o nombres.
Hace días, mientras esperaba para una reunión política -esa es la vida de los cachilapos, esperar, esperar, y ver cómo el tiempo te pasa y te salen raíces- releía el libro de Sandrine Lefranc, “Políticas del perdón” (Norma, Bogotá, 2005), y al hecerlo en este momento de la vida venezolana, tuve la conciencia de la magnitud a lo que nos enfrentamos. Estamos más cerca de Suráfrica, Argentina, Chile, o Uruguay luego de sus gobiernos autoritarios que de la Venezuela de 1958, cuando cayó Pérez Jiménez, en cuanto a habilidades para dialogar se refiere. Es un reto para el que creo no estábamos preparados, y nos llevará a aprender sobre la marcha. Lo que quiero decir es que lo que viene no son “juegos”, no son las “macollitas” tradicionales de los políticos, sino cosas bien serias.
Un diálogo siempre va con las apuestas en contra, tal vez porque no tiene la épica de "la calle": ayer no solo varios participantes expresaron sus pocas esperanzas -a pesar que asistieron y se “dijeron sus cosas”- Velásquez por la Unidad y Cabello por el PSUV. Seguramente ocurre así en procesos de diálogo identitarios, pero es una señal que son más los que apuestan al fracaso que los que apuestan al éxito. Al menos, los primeros hacen ruido. Por ejemplo, el artículo de Fernando Egaña en Quinto Día del 11-4-14. Es un ejemplo, pero me atrevería a decir que la mayoría de los artículos será así.
Y aunque discrepe de Egaña, el diálogo puede fracasar. Hay que tenerlo presente. En Chile, por ejemplo, durante Pinochet, hubo un intento de diálogo dictadura-fuerzas opositoras en 1983, mediado por la Iglesia, y fracasó. Un buen libro para toda esa época es el del chileno Eugenio Ortega Frei, “Historia de una alianza” (Chile, CED-CESOC, 1992). Muchas conclusiones saqué de su lectura. Hay dos que destaco: 1.-En un proceso de diálogo, pueden ocurrir rupturas parciales, pero nunca pararse de la mesa de conversaciones (Mandela y la ANC hicieron igual, nunca se levantaron, pese a que hubo momentos de mucha tensión, de presión para que lo hicieran); y 2.-Que no va a gustar en Venezuela: las protestas -sean “pacíficas” o violentas- no implican necesariamente la salida de un gobierno. En Chile -y me temo en Venezuela hoy- significan desgaste para las fuerzas de oposición, y lo que en Chile sacó a la oposición del letargo fue la propuesta de elecciones en 1986.
En Venezuela, la mayoría del público opositor está por la protesta, sea “diálogo y calle”, “protesta y calle”, “mascar chicle y caminar al mismo tiempo”, etc, y en mi caso, no estoy en esas coordenadas: creo que las elecciones van a cambiar al gobierno, y por eso apuesto a la perspectiva de crecer y ganar confianza en el país, por una sencilla razón: las elecciones dan “foco” al “qué hacer”, las protestas me lucen que se agotan en sí mismas y no responden a la pregunta del “qué hacer”.
En resumen, evaluación positiva del encuentro. Dos logros: 1.-La política como relación para decirse las cosas y aguantar lo que se dice sin asumirlo como "algo personal" o "una descalificación"; 2.-La constitución como intangible al que las partes recurren y reconocen. Un gran reto: adquirir destrezas y la visión para encarar una negociación política de alto nivel, que trasciende nuestra cultura de “negociar” (“un poquito para ti, otro poquito para mi, y todos contentos” o “repartos consensuales”, que tal vez no sean posibles), lo que supone la necesidad de operacionalizar al “intangible” para que funcione realmente en los casos de conflictos políticos.
Ayer sentí una pequeña satisfacción. No fue fácil llegar a este punto. Diría que desde 2010 el clima hacia la Mesa se ha venido endureciendo, de parte del público opositor, hasta llegar a niveles irracionales en 2013 y 2014. Este pequeño paso costo muchísimo. Como parte de la SE de la Mesa, siento que junto a otros, puse mi granito de arena para llegar a este punto. Parafraseando a Armstrong, el encuentro del 10-4-14 fue “un pequeño paso, que puede significar un gran salto para la paz del país”
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