sábado, 12 de abril de 2014

ENTREVISTA A Luis Vicente León, Presidente de Datanálisis

"El 68% prefiere el diálogo antes que la ruptura"


ROBERTO GIUSTI|  EL UNIVERSAl
La característica básica de Luis Vicente León es decir lo que mucha gente no quiere escuchar. Su fortaleza está en la demostración de sus asertos, a veces apertrechado en la estadística, a veces sobre la teoría, a veces con ambas en combinación para generar un efecto compacto de complementación que deja a sus críticos enfurruñados. Claro, también se equivoca, pero son pocas las ocasiones en que las encuestas de Datanálisis lo dejan mal estacionado. Dotado, además de una buena dosis de perspicacia que lo lleva a la caza de los elementos claves, sus estudios de opinión y sus enfoques casi siempre despiertan polémica. En esta oportunidad su versión sobre el diálogo gobierno-oposición, no es la excepción: "La protesta, que tiene una raíz legítima, surge en medio de la prepotencia del Gobierno, ante la pérdida de la calidad de vida y de los derechos ciudadanos y democráticos. El problema es que de allí surge una paradoja según la cual el Gobierno, hasta entonces dividido, termina unificándose ante el riesgo externo, mientras la oposición, que origina el movimiento, se divide en múltiples facturas".

-Uno pensaba que las diferencias eran entre radicales y moderados, por colocarles una etiqueta que no necesariamente debe considerarse exacta. 

-Hay un grupo que asume la protesta bajo la forma de presión al Gobierno para lograr que cambie. Pero hay otro que tiene, como única opción, la salida de Maduro. Por tanto trabaja no para que el Gobierno cambie, sino para cambiar al Gobierno. Esas dos visiones son radicalmente distintas, aunque lucen similares porque ambas rechazan al Gobierno.
-¿Diferencias de estrategia que comporta diferencias éticas?

-El éxito, para el primer grupo, radica en una negociación que lleve al Gobierno a respetar y cambiar. El objetivo del segundo grupo, por el contrario, está en que Maduro se vaya.

-Mientras esa parte de la oposición, que sale a la calle para forzar la salida de Maduro, se niega a recoger el fruto de la protesta (en este caso) el diálogo, la otra parte acepta conversar con el Gobierno. Hay diferencias de estrategia pero, al final, ¿no se complementan?

-No, porque el grupo radical sostiene que no hay negociación posible. Al final no le interesa una negociación sino una ruptura.

-¿Una ruptura de qué tipo?

-Te la puedes imaginar violenta o cómo quieras. Ahora ellos hacen el planteamiento como una rebelión constitucional, de acuerdo con el artículo 350 de la Constitución. 
-Sin embargo, ¿no crees que ha habido un cambio en la percepción de la mayoría no chavista a raíz del evento del jueves por la noche y muchos venezolanos que rechazaban el diálogo ahora piensan de otra manera?
-La gente que consideraba como una pendejada ir al diálogo, hoy sigue pensando lo mismo porque además de entender como un error el asistir a Miraflores, observan que nada ha cambiado porque se trataba de una reunión de arranque donde los actores se dijeron sus verdades, cosa que ya había ocurrido. 
-Entonces, desde el punto de vista de la opinión pública, ¿no hubo variaciones importantes provocadas por el evento del jueves?
-La verdad, desde la perspectiva numérica, es que la mayoría de la oposición o en todo caso la mitad es pro-negociación. Es decir, no es verdad que la mayoría está negada al diálogo. Los grupos radicales son más expresivos y por eso la gente se confunde y cree que el pueblo está a la búsqueda de una ruptura violenta y/o una ruta dura para que Maduro se vaya. Pero la verdad es que la mayoría de la población, desde el punto de vista global, en casi el 68% de la población total, preferiría una negociación que termine resolviendo el problema, en paz.
-Dices que el gobierno reconstituyó la unidad interna ante la amenaza exterior (La Protesta), impulsada por una oposición dividida. Pero la realidad es que debió aceptar la necesidad de reunirse con quienes no tenía la menor intención de hacerlo hace apenas dos meses.
-Ellos están de acuerdo en unificarse para protegerse y van a intentar que la negociación se quede en una estrategia de manipulación para calmar un ambiente que aunque no consideran como de riesgo brutal, (probablemente no sienten, en lo inmediato, que un golpe de Estado los va a sacar del poder) sí creen necesario preservarlo para evitar que una chispa encienda el fuego en una calle que está caliente. Por eso no han vacilado a la hora de acudir a la represión fuerte, aunque cuando así se debilita la percepción según la cual estamos ante una revolución de paz y de amor.
-Según lo que dices los moderados van a una negociación que está condenada al fracaso.

-Los moderados van a la negociación porque sienten que, si no lo hacen, al final se van a desgastar, sin obtener nada a cambio. Para ellos las barricadas van a morir de inanición y si eso no ha ocurrido aún es porque el Gobierno las ha mantenido a través de la represión. Pero las ha mantenido focalizadas en El Cafetal, en Los Naranjos, en Altamira. En realidad, excepto en San Cristóbal, esa ha sido la norma en todo el país. Entonces, tú puedes transmitir la sensación de que todo el mundo está protestando cuando, desde el punto de vista numérico, eso no está pasando. En nuestra última encuesta, de finales de marzo, el 72% de la población está de acuerdo con la protesta pacífica. Eso es muchísimo si consideramos, además, que apenas un 10.4% está de acuerdo con las barricadas.

-Vistas así las cosas, ¿cuál es tu percepción a corto plazo?

-Al diálogo va un pedazo de la oposición que, todavía, no ha convencido al otro y la reunión del jueves no fue suficiente para que cambiaran su postura. Y eso es así porque todavía están en la fase de las reuniones preliminares. Además, los representantes del Gobierno se limitaron a señalar que todo está muy bien, que la economía funciona maravillosamente, además de que, más allá de reunirse, no hubo ninguna oferta que pueda generar expectativas en la oposición.

-¿Cómo crees que cayó en el chavismo esa reunión?

-Puede haber habido, entre los más radicales, un sentimiento de que eso es inadecuado y que no tenías que reunirte con esos bichos (los moderados) a quienes ellos consideran iguales a los radicales, tal y como lo expresó Diosdado Cabello. Algo, por cierto, completamente falso. Pero resulta interesante que el Gobierno ataque a esa oposición por violenta y por no deslastrarse de las barricadas, mientras que por el otro intenta vender la idea de que los colectivos chavistas son puros angelitos.
-Si las cosas están así, el diálogo está condenado de antemano.
-Yo pensé que si Maduro estaba realmente interesado en fortalecer la negociación y debilitar a los radicales de oposición, él podía hacer un movimiento mucho más agresivo.
-¿Cómo cuál?
-Ayer mismo, en la reunión y prácticamente sin costo, podía anunciar la liberación de Simonovis. Eso, desde el punto de vista del impacto perceptual hubiera generado esperanzas al dar muestras, con hechos concretos, de su buena fe. Por cierto, la oposición tiene poco que decir en su éxito final porque quien decide el rumbo de la negociación es Maduro. Entonces él es quien debe dar el primer paso para que la otra parte pueda confiar en el futuro de la negociación Si él libera a Simonovis (y eso podría ocurrir el martes) se muestra magnánimo, abierto a la negociación, le envía un mensaje a los radicales (pueden lograr algo) y le da fuerza a los moderados en su postura.
-Pero de ahí no pasa.
-En la práctica, a pesar de que esa decisión es importantísima, vista desde el ángulo humano y político, desde la perspectiva de los cambios democráticos es nula.
-Es una ilusión.
-Una ilusión. Claro, que Simonovis salga en libertad es algo que todos celebraríamos por él y porque se le está poniendo fin a una injusticia, pero eso no genera un cambio en la colonización de los poderes que le permite a los chavistas perpetuarse en el Gobierno. Así, eso no cambia la situación en el CNE, el TSJ, la Fiscalía, la Contraloría, la Defensoría del Pueblo. De manera que continúa el abuso del poder y el modelo económico primitivo. 
-Eso debe tener un costo político que a la postre debe pagar porque no resuelve la crisis.
-El Gobierno busca vender la idea de que esto no había ocurrido antes porque la oposición está dividida. Luego quiere que la oposición reconozca explícitamente a Maduro y al Gobierno como democrático, independientemente de sus críticas. La oposición moderada busca, por su lado, colocar como prioritaria la ley de amnistía porque es lo único realmente estelar que puede exhibir como un logro y además constituye un imperativo moral. Y eso, por cierto, es lo menos costoso para el gobierno. Luego debe lograr los cambios en los poderes públicos, lo único realmente clave en la negociación. Lo demás carece de importancia.
-¿Carece de importancia el cambio en el modelo económico?
-Cada cosa que el Gobierno entregue en materia económica te lo iba a dar, incluso sin negociación porque, entre otras cosas, necesita, desesperadamente, estabilizar la economía. Él va a entregar algo que igualmente estaba dispuesto a entregar porque ya devaluó, negoció precios informalmente, estudió el tema de la gasolina y se sentó con los privados para buscar una solución a la escasez que estamos sufriendo.

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