"Si Maduro lo que quiere es pararse de la mesa, que lo diga"
Antes de ir a la recolección de firmas para el proyecto de Ley de Amnistía que se inició ayer en varias regiones del país de forma simultánea, Ramón Guillermo Aveledo respondió a las declaraciones del presidente Nicolás Maduro, en las que acusó a la MUD de "chantajear" al Gobierno, por exigir resultados concretos de los encuentros bilaterales iniciados el 10 de abril.
"Lo que la gente nos da es un crédito de corto plazo y a eso yo me refiero cuando hablo de que hay que mostrar resultados, y eso no es chantaje, es una cosa práctica. Si hay resultados la gente renueva el pagaré, extiende el crédito, y eso va a hacer mucha falta en todo este camino por venir", dijo Aveledo.
El secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad dejó claro que si el Gobierno es el que no quiere continuar con el proceso -que cuenta con la facilitación de tres ministros de exteriores y el Nuncio- "pues que lo asuma". "¿Será que el Gobierno no comprende la gravedad de la situación? Para mí no tiene ningún atractivo ir a Miraflores o a la Vicepresidencia. Voy porque me parece que la Mesa hizo lo correcto al tomar esa decisión, que comporta riesgos, pero también pienso en los riesgos de no hacerlo".
-¿A qué atribuye lo dicho por Maduro en el 23 de enero?
-Maduro está equivocado. Se equivoca conmigo, con nosotros, pero sobre todo se equivoca en cuanto a su responsabilidad como Presidente de la República. Nosotros conversamos, no gritamos. Él es el Presidente de todos los venezolanos y aquí está el nudo: este diálogo avanzará en la medida en que el Gobierno comprenda que no puede priorizar hablarle a los suyos, tiene que priorizar la situación del país. Si el Gobierno se comporta como una dirección de partido el diálogo no va a avanzar. Si alguien se ha engañado con nosotros, en el Gobierno o fuera de él, que no se engañe. Nosotros actuamos dentro de la Constitución y en esa materia ni pedimos ni damos rebaja. La Ley de Amnistía la planteamos dentro del diálogo y allí ese camino se cerró, pero se mantiene abierto en la calle. Tenemos derecho por la Constitución a suscribir popularmente un proyecto de ley para presentarlo en la Asamblea Nacional o en un referéndum. No nos paramos de la mesa por eso, pero no renunciamos a eso.
-Admite que el "crédito" que dan los ciudadanos es a corto plazo. La gente se impacienta, ¿qué decir ante desplantes como los de Maduro?
-Lo primero es que el diálogo comenzó y cuando uno se sienta empiezan a aflorar las diferencias y estamos acordando los mecanismos para tramitarlas. En Venezuela venimos de 15 años donde la lógica del poder era la lógica de la hegemonía y ellos no han dejado de ser lo que son, ni nosotros lo que somos. Hay un reconocimiento de que hay cuestiones muy serias qué resolver, por eso la primera sesión del diálogo fue pública y en cadena nacional, para que el rayado de la cancha, las materias a discutir y la magnitud de las divergencias quedaran claras. Y que para eso se haya convenido la presencia de un tercero es importante. La presencia de esos cancilleres: Colombia, Brasil, Ecuador y el Vaticano, nos indica que hay en la comunidad internacional el reconocimiento de que la situación en Venezuela requiere de un trabajo excepcional.
-Usted ratificó el jueves que al diálogo no se le puede poner plazos. Pero tampoco puede ser indefinido sin que se vean resultados.
-Después del 10 de abril se nos atravesó Semana Santa y llegamos a la conclusión de que a ese ritmo no se va a avanzar, y acordamos lo que habíamos propuestos nosotros originalmente: grupos de trabajo que avancen en las materias y haya reuniones plenarias que vayan haciendo anuncios, para que no estemos en esa situación de anuncios que no son suficientes, así lo admitimos. Pero el suponer que los anuncios van a salir rápido sería subestimar la magnitud de las divergencias, que son muy serias.
-¿Y qué dice sobre las divergencias en el seno del Gobierno ante el diálogo?
-Ahí creo que hay dos asuntos. Uno ya lo dije: mientras el Gobierno priorice su público interno eso va a dificultar el diálogo. El otro aspecto es cómo el Gobierno ve esto. ¿Lo que estamos buscando es ganar la guerra o ganar la paz? Si concebimos el conflicto político venezolano como una guerra, entonces el Gobierno lo que quiere es exterminarnos. Esa es una aproximación que usa al diálogo como táctica para ganarnos la guerra y esa aproximación es equivocada y está condenada al fracaso. Es al revés, es conquistar la paz en la cual los venezolanos, en medio de nuestras diferencias, podamos convivir y resolverlas con los mecanismos de la democracia: votando, discutiendo. Mientras el Gobierno tenga dudas en eso el paso va a ser lento y la gente se impacienta. Lo que pasa es que la gente que está acostumbrada a pensar en términos de conflictos cualquier cosa que uno diga la toma como si fuera un ultimátum. No, es que es un hecho real, en la calle ocho de cada diez personas quieren diálogo y resultados. Que hay allá gente enemiga del diálogo... hay unos que no lo ocultan, y que todos los días ponen inconvenientes y que están ligando que eso fracase, pero el fracaso de eso es su fracaso. A Maduro le conviene que el diálogo tenga éxito y le convienen al país, por lo tanto nos conviene a nosotros. Y en el mundo opositor hay gente que piensa que el diálogo no sirve para nada, que es un error. Si nosotros hemos sostenido como política de la Mesa de la Unidad desde el 23 de enero de 2013, promover el diálogo nacional permanente, y hay un momento en que el interlocutor te dice: "vamos a hablar", y la comunidad internacional te dice: "hablen", con qué explicación vamos a decir que no hablamos. Nosotros tenemos argumentos, razones y motivos, y la protesta, la calle y los presos injustos son motivos de refuerzo a la necesidad de buscar soluciones.
-¿Maduro, como individuo, quiere dialogar o no?
-A mí él me recuerda aquella canción de Julio Iglesias: "a veces sí, a veces no". En el Gobierno el monólogo es idiosincrásico y su intervención del 10 de abril estuvo bien armada. Le reconozco que esa medianoche aguantó como un varón, porque eso fue fuerte, aunque nadie le faltó el respeto. Pero el país vio el contraste de los dos modelos. Y él estuvo allí y escuchó, y el diálogo continuó, eso hay que reconocerlo. Pero luego emite unas señales que uno se confunde, por eso es muy importante que él asuma su papel como Presidente de todos y asuma él y todo el Gobierno, a conciencia, la gravedad de la situación.
-¿El desplante de Maduro le eleva el costo político a la Mesa que debe extremar su llamado a la paciencia?
-Yo creo que se lo elevó él. Él es quien está al volante y quien está al volante no alborota a los pasajeros. Nosotros queremos que llegue el autobús a la parada y haya la oportunidad constitucional de cambiar el chofer.
-¿Van ustedes a ignorar ese tipo de desplantes públicos?
-Yo estoy obligado a no caer en la tentación, y además lo digo. Lo invito, de verdad, a que no se equivoque con nosotros. Gritando no sirve. Y si lo que él quiere es pararse (de la mesa de diálogo), que lo diga, que lo asuma.
-Sobre los facilitadores de la Unasur hubo temor de que intervinieran a favor del Gobierno ¿Cómo los evalúa?
-No actúan ni a favor del Gobierno ni a favor de la oposición. Han actuado facilitando. La canciller de Colombia conoce bien Venezuela y es muy sensible a todo. Del canciller de Brasil me ha impresionado su profesionalismo, su objetividad, y el ecuatoriano es un hombre muy inteligente y ha sido siempre como un lubricante para que la cosa se destranque. La presencia de ellos es una buena garantía del cumplimiento de los compromisos. Son tres ministros de relaciones exteriores que están viniendo todas las semanas y en cualquier momento viene el Secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolín, él quiere venir. Pensemos en lo que eso significa en cuanto a la visión que el mundo tiene de la situación de Venezuela.
-¿Qué le dice a un simpatizante del Gobierno sobre cómo le beneficia el diálogo?
-El Gobierno gana cuando todos los venezolanos ganan y los simpatizantes del Gobierno ganan cuando todos los venezolanos ganamos. Si esto avanza tendremos 3/5 nuevos del Poder Electoral y será más creíble. Eso fortalece el camino pacífico, el cambio por la vía electoral. Eso ya es un compromiso público, dicho en cadena el 10 y ratificado el 15 con todas sus letras. El acuerdo es renovarlo con las 2/3 partes de la AN y eso significa que vamos a votar nosotros y ellos y para eso hay que ponerse de acuerdo.
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