Pedro Luis Echeverria
Ha transcurrido un año desde la entronización de Maduro en
el poder, pero parece que hubiese transcurrido un siglo, habida cuenta de la
profundidad del grado de destrucción que
acusa el país, bajo su mandato. Un año en el poder y los grandes males que, desde
hace 16 años nos laceran a diario,
aceleran su escalada de daños
debido a los errores y la inacción e
ineficiencia gubernamental. El alto costo de la vida, la escasez de los bienes
básicos para la dieta diaria, la inseguridad que permite a los delincuentes
segar la vida de inocentes en total impunidad, la perversa corrupción rampante
y la brutal represión en contra de los disidentes, caracterizan los “logros” de
la administración de Maduro en lo que lleva de gestión.
Hay algunas cifras oficiales que analizadas concienzudamente
revelan, sin ambages, el pésimo desenvolvimiento de Maduro y la secuela de la pavorosa herencia
que le legó el finado. Veamos: La
inflación que fue de 20,1 % en 2012, creció a 56,2% en 2013 (una de las más
altas del mundo). La inflación del mes de Marzo de 2004 de 4.1%, es mayor que
la inflación anualizada de varios países latinoamericanos. El
rubro de más alto índice inflacionario acumulado (80%) entre 2013-2014 es el de
alimentos (La cifra más alta en 17 años y muy superior al último incremento de
salario otorgados por el régimen, 35.5%).
La devaluación acumulada del signo monetario, durante 2013 y
lo que va de 2014, es de 694 % más de la
mitad de la acumulada en los catorce años precedentes (1.270 %).
El déficit fiscal fluctúa entre 15 y 18 % y se financia
irresponsablemente con endeudamiento externo e interno y con emisión inorgánica
de dinero. El financiamiento inorgánico
del BCV a PDVSA, representa alrededor de 85% del financiamiento total concedido
por el ente emisor. De mantenerse esta práctica en el tiempo, entraremos en la
indeseada espiral de la hiperinflación.
El crecimiento del Producto Interno Bruto cayó de 5.6 % en
2012 a 1.6 % en 2013, según cifras del gobierno. Sin embargo, el Banco Mundial
calculó el PIB venezolano en 2013 en un 0,7% con lo que se evidencia como se ha
acentuado dramáticamente la caída operada en la producción interna de bienes y
servicios. Obviamente, esta situación del PIB es la fatal consecuencia de los
controles, amenazas, irracionales y absurdas leyes y regulaciones con las que
el gobierno ha venido acosando a la iniciativa privada.
El nivel actual de las reservas internacionales totales,
además de situarse por debajo del óptimo determinado por las autoridades, acusa
una merma de 33 % respecto al nivel que tenían a principios de 2013 y ha
continuado disminuyendo en 2014 (2 % hasta Abril de este año). Si a ello le
agregamos que el Gobierno
debe cancelar las divisas aprobadas y no liquidadas, a los importadores,
aproximadamente US$ 13 mil millones y que los recursos financieros depositados
por el gobierno en fondos como el Simón
Bolívar y Fondem están agotados y que se espera que las reservas sigan bajando
por caída del precio internacional del oro, hay que convenir que la situación
del país, en lo que a reservas internacionales se refiere, es sumamente
crítica.
Adicionalmente los subsidios que el gobierno otorga al
consumo de gasolina y diesel significan una pérdida para PDVSA de
aproximadamente US$ 12.000 millones anuales; no obstante, el régimen aprobó un
incremento de 40 % de las tarifas del transporte que utiliza el individuo de a
pie al tiempo que ha mantenido un precio
irrisorio de los combustibles que únicamente favorece a los poseedores de vehículos,
generando con ello la mayor injusticia social de este régimen.
Asimismo, la deuda pública total creció de US$ 29.502
millones en 2004 a US$ 95.981 millones a fines de 2013, sin que se conozca a fe
cierta el destino y uso de los recursos obtenidos. Asimismo, la incesante búsqueda por parte del gobierno de nuevas
fuentes de endeudamiento externo para financiar los desequilibrios ocasionados
por las erradas políticas públicas, incrementa exponencialmente el monto anual
que debe satisfacer la Nación por el
servicio de la deuda, compromete
seriamente la capacidad de repago de la deuda pública externa total e hipoteca
irresponsablemente el futuro de los venezolanos de hoy y de mañana. Debe
destacarse que la deuda pública actual no incluye litigios –pagos de
expropiaciones- que cursan en contra de Venezuela en tribunales
internacionales. Por ejemplo, Angloamerican, empresa inglesa de Minería,
recientemente ha demandado a la Nación por US$ 45.000 millones.
Finalmente, el salario
mínimo de los trabajadores, expresado en dólares calculados a la tasa de cambio
de de Sicad II es de US$ 65.6. Ello, sitúa la remuneración del venezolano
desposeído en niveles inferiores a las de otros países latinoamericanos, entre
otros,: Haití US$ 89; Bolivia US$ 150.
Con esas
desesperantes cifras, puede ser éste un régimen que procura la mayor suma de
felicidad posible? Puede ser éste un modelo económico que garantice el progreso
y la modernidad del país? El marcado deterioro económico y social que evidencia el país permite
visualizar un futuro para nosotros y para nuestros jóvenes? Se puede creer en un régimen que, con un
discurso vacío y falaz, descaradamente le miente a los ciudadanos?
Amigo
lector, usted tiene la última palabra
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