domingo, 20 de abril de 2014

Por el futuro que queremos

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ELSA CARDOZO

 

La convocatoria estudiantil del 12 de abril, dos días después del diálogo en Miraflores, reafirmó la perseverancia y valentía de los estudiantes, inconformes ante nuestro caótico presente y afanados por forjar un mejor futuro. También fue reafirmación de la sordera y violencia de un régimen que nos retrotrae a lo más oscuro de nuestro pasado. Poco pudieron andar los caminantes porque el Gobierno, una vez más,  les cerró el paso represivamente. De un lado los jóvenes, alma de la protesta,  que reclaman su derecho al movimiento necesario para construir y vivir mejores vidas; del otro,  el Gobierno, ya añejo, empeñado en paralizarlos.
El Gobierno había tenido que sentarse, encadena televisada y ante testigos internacionales presenciales, con representantes de la Mesa de Unidad Democrática. La noche del 10 al 11 de abril quedó a la vista la brecha enorme entre los discursos sucesivos de un lado y otro de la mesa. Quizá la más grande fue la del monocorde discurrir del oficialismo en sus acusaciones a otros y al pasado para evadir responsabilidades y adornar el derrumbe, en visible contraste con la pluralidad del diagnóstico opositor y su acento en propuestas para comenzar a superar las crisis presentes, desde ahora y en adelante.
De la marcha del 12 también quedaron registros muy distintos, a semejanza de los acumulados en los últimos dosmeses. En unos brilla la vanguardia estudiantil que con su admirable compromiso y coraje encabezó la marcha “por el futuro que queremos”, con los ojos puestos en la recuperación del país. Recuperación necesaria para poder vivir,desarrollarse profesionalmente, sentirse parte de una sociedad en la que cada cual, desde sus convicciones y preferencias, oficios y profesiones, ponga su mejor esfuerzo.  Otra cosa son las sombrías evidencias gráficas del bloqueo militar a la marcha, el desmantelamiento de la tarima, la persecución de manifestantes, entre gases y perdigones, y la arbitrariedad de las detenciones; en suma, el empeño oficialista por construir una barricada enorme, armada y única que mantenga a la sociedad partida en dos.
Si algo va quedando más que confirmado,en dichos y hechos, es que la responsabilidad fundamental de la pérdida de las instituciones y de la posibilidad pacífica de recuperarlas no está en la oposición. Precisamente por eso, nada de lo que ocurriera o dejara de ocurriren la mesa  de diálogo contradice ni disminuyela importancia de lo que se haga fuera de ella. Es la protesta lo que ha llevado al Gobierno a sentarse, mientras no ceja en el empeño de desprestigiar y sofocar a quienes lo contrarían. Y sí, por supuesto, procura ganar tiempo,apostando a que la represión y algunos paños calientes en la economía diluyan las expresiones de descontento.
En circunstancias que plantean enormes desafíos para la organización y las estrategias opositoras orientadas a la recuperación de la democracia en Venezuela, ha sido y sigue siendo crucial y admirable el fuelle estudiantil. Los jóvenes venezolanos han ofrecido vidas y aliento para que la movilización ciudadana haga suyo el reclamo de libertad junto con los que se originan en la precariedad económica y la indefensión ante la inseguridad. Hay mucho que agradecerles, mucho también que respetar y aprender de su coraje y compromiso con el país.

elsacardozo@gmail.com 

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