SERGIO GOMEZ M.
En uno de los momentos más tensos de las relaciones entre Colombia y Venezuela, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, le ofreció al país bolivariano todo su apoyo en caso de que se desatara un conflicto bélico entre ambas naciones.
Eso fue al menos lo que le contó Hugo Chávez al expresidente de Uruguay José ‘Pepe’ Mujica, según cuenta un nuevo libro escrito por dos periodistas uruguayos, en el que narran anécdotas y secretos de la carrera política del expresidente charrúa.
Chávez, uno de los líderes regionales más cercanos a Mujica, le contó que cuando Venezuela tuvo un conflicto importante con los colombianos por un motivo limítrofe, Putin se ofreció a ayudarlo. Rusia era uno de los principales abastecedores de armas de Venezuela, y Putin le detalló a Chávez todo el arsenal con el que contaban los colombianos, especialmente los más de doscientos helicópteros de guerra, y cuál era la mejor forma de contrarrestarlo.
“Cuente con mi asesoramiento para lo que necesite”, le dijo, y acto seguido le recomendó “las adquisiciones que debería hacer el Gobierno venezolano para un eventual conflicto armado, que al final no ocurrió”, dice en uno de sus pasajes.
Titulado 'Una oveja negra al poder', el libro fue escrito por Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz, dos periodistas que llevan casi 20 años reportando sobre el líder de izquierda y fueron muy cercanos a él durante sus años en la presidencia.
En el libro, los periodistas presentan detalles, a veces muy íntimos, de la relación entre Mujica y otros líderes regionales. Entre ellos, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos; el mandatario de Venezuela, Hugo Chávez; el expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, la mandataria de Argentina, Cristina Fernández, y los hermanos Castro, en Cuba.
Según los autores, Mujica le apostó duro al proceso de paz con las Farc, viajando primero al Vaticano para pedir al papa Francisco que intercediera y luego a Cuba, donde se reunió en varias ocasiones con líderes de las Farc para decirles que la paz era el único camino viable.
En la narración, los periodistas explican que el expresidente uruguayo –que en su juventud militó con el grupo guerrillero Los Tupamaros– actuaba con autorización de Santos y que se reunió con él en dos ocasiones para informarle sobre sus reuniones.
El papel por la paz de Colombia –dice el libro– le abrió otros espacios como mediador internacional, y mencionan cómo empujó el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, en reuniones con Fidel Castro y el presidente Barack Obama.
El texto dedica un buen segmento a la relación entre Mujica y Chávez. Si bien sostiene que eran cercanos y se consideraban amigos, Mujica siempre le dijo a Chávez que no compartía su modelo de socialismo, pues a su juicio conducía a un fracaso seguro.
“De Chávez valora que sacó a muchos venezolanos de la pobreza. Pero, para Mujica, eso no es el socialismo. Ni parecido. Es la forma más larga de terminar en el capitalismo”, le decía a su amigo Hugo, que respondía riendo. “Esto es creer o reventar”, le contestaba Chávez. “Mujica no creyó, Chávez murió a los pocos años y Venezuela sigue su dudoso experimento”, sostiene el libro.
En otro pasaje citan a Mujica diciendo: “Le advertí desde el principio, cuando asumió la presidencia de Venezuela, que no iba a construir el socialismo. Y no construyó un carajo”.
Del actual presidente Nicolás Maduro, el exmandatario uruguayo dice que, no obstante estar bien formado, se equivocó al tratar de emular a Chávez en lugar de desarrollar su propia personalidad política.
El libro también habla del desencanto de Mujica con el comunismo y con la Cuba que muchos, entre ellos él, idealizaron durante las décadas de los 60 y 70.
“Mujica –dicen en el relato– llegó a la presidencia lejos del discurso de los socialistas del siglo XXI y de los comunistas del siglo XX. Sentía aprecio por ellos, pero no comulgaba en la práctica. Cuba era como una “vieja novia” de la adolescencia, a la que veía desmejorada con los años.
Aunque siempre destacó la dignidad de la isla caribeña, no tiene miedo de hablar de su fracaso. En una de sus visitas (a Cuba), sentado en La Bodeguita del Medio, en pleno centro de La Habana, les dijo a jerarcas del Gobierno que el problema es que en Cuba “todos tienen empleo” y que por eso nadie arriesga nada.
“Por más mierda que sea el capitalismo, es el que ayuda a crecer”, argumentó entre mojitos. Intentó convencerlos de que fueran hacia algo distinto porque nunca creyó en el modelo cubano”, puntualiza.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
WASHINGTON
Corresponsal de EL TIEMPO
WASHINGTON
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