La Unión Europea y Latinoamérica tratan de “construir un futuro común”, según el lema de la cumbre conjunta que arranca formalmente este miércoles en Bruselas. Con una agenda basada en reforzar las relaciones económicas y la cooperación, los dos bloques se han atascado en un aspecto minúsculo, pero muy simbólico para Latinoamérica y para Europa: la situación de Venezuela. Los negociadores han tratado de pactar una referencia común que alertase de las dificultades políticas que vive el país –la posición europea- sin interferir en la gestión de un país soberano –la postura latinoamericana-, de momento sin éxito. “No parece posible acordar un texto común”, ha admitido el ministro español de Exteriores, José Manuel García-Margallo. Otras fuentes europeas coinciden en el vaticinio.
Venezuela es solo uno de los 33 países latinoamericanos representados en el encuentro UE-CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), pero su importancia excede el peso económico o demográfico del país en la región. Aunque todas las fuentes consultadas restan importancia a la falta de acuerdo para adoptar una posición común sobre la excepcionalidad política que vive el Estado venezolano, los negociadores pretendían hacer al menos una mención. “La única petición que ha hecho Venezuela es incluir un párrafo de condena a la decisión de Estados Unidos de considerarlo una amenaza para su seguridad”, explicó Margallo a la prensa tras una reunión de ministros de Exteriores de 61 Estados (los europeos y los latinoamericanos) celebrada ayer en Bruselas. Resulta poco probable que prospere esa moción.
El propio presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha rehusado participar en esta edición de la cumbre bienal que reúne desde 1999 a los Estados latinoamericanos y caribeños con Europa. Tampoco acudirá el dirigente cubano, Raúl Castro, pese a que el acercamiento que ha mantenido con Europa en el último año hacía presagiar su presencia. La próxima semana, una vez concluida la cumbre latinoamericana, Bruselas abrirá la cuarta ronda negociadora del acuerdo político y de cooperación que negocia con La Habana desde abril de 2014.
Pese a los inconvenientes, Europa trata de redefinir, con este encuentro de dos días, la relación con un continente que ha ganado prosperidad y estabilidad en los últimos años y con el que mantiene importantes lazos económicos. “Nuestras dos regiones son las más integradas del mundo. La UE es el principal inversor en Latinoamérica y el Caribe. Tenemos allí más inversiones que en Rusia, China e India juntas. Somos socios comerciales clave y tenemos acuerdos económicos con 26 de los 33 Estados”, ilustró la alta representante para la Política Exterior Europea, Federica Mogherini, tras el encuentro del martes entre ministros de Exteriores.
La diplomacia europea acude a la cita con la intención de profundizar esos lazos comerciales y de cooperar en cuestiones medioambientales, energéticas, de educación y de igualdad de género. El comercio entre los dos bloques casi se ha duplicado en los últimos 10 años, con un volumen de 209.000 millones de euros intercambiados en 2014 (Brasil y México son los Estados con los mayores flujos). México aspira, junto con Chile, a renovar el acuerdo de asociación que mantiene con la UE desde el año 2000 (dos años después en el caso de Chile). “La UE es el segundo socio comercial de Chile y había que modernizar ese acuerdo. Esperamos tener un mandato para empezar a negociar en el segundo semestre de 2016 y luego la negociación irá rápida”, vaticina Carlos Appelgren, embajador de Chile ante la UE.
Uno de los asuntos pendientes entre ambas regiones –y probablemente seguirá inconcluso después de este encuentro- es el intento europeo por negociar, desde 1999, un acuerdo de asociación con Mercosur, el bloque comercial que integran Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Venezuela y Bolivia. Tras varios años de parálisis, la última ronda negociadora se celebró en octubre de 2012. “Seguimos intentándolo. Estamos mucho más cerca hoy”, asegura un alto cargo europeo. Se trata del tercer acuerdo en importancia comercial que negocia Bruselas tras los de Estados Unidos y Japón, aunque la meta queda todavía muy lejos.
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