lunes, 8 de junio de 2015

¿RAZÓN O PASIÓN?

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AMERICO MARTIN

"Dios ciega a quienes quieren perder", dice un absurdo proverbio. Si nos atenemos a la lógica, semejante postulado no es sino una proyección satánica. Debería ser el diablo, no Dios, cuyos designios son diferentes, quien procediera de ese modo.
-¡Otra calumnia! clamará el Maligno, para defenderse de imputaciones que lo descubran, al igual que algunos de sus colegas atribuyen a conspiraciones etéreas la responsabilidad de sus desaciertos.
En la reunión realizada en Ginebra por el comité de derechos económicos, sociales y culturales (y educativos) de la ONU, esos desaciertos están siendo sometidos a una implacable pesquisa, con la presencia de un ejército de delegados del Estado y unos pocos pero muy calificados delegados de la sociedad civil.
El gobierno de Venezuela se esfuerza pero no puede explicarlos en forma creíble. El resultado es que está siendo desvestido a los ojos del mundo, que ya estaban puestos sobre la dramática realidad de la abrumada Venezuela, por la acumulación de ilícitos de todo tipo que ha cometido.
El retroceso del gobierno es evidente como para gastar más párrafos en re-describirlo. La consolidación de una disidencia en el PSUV, en plan de resaltar la corrupción, no es sino una muestra de lo que hay en el sombrío fondo.
Pero ahora me interesa la oposición, desde la MUD hasta sus críticos, pasando por todos los matices intermedios. El punto es claro: por primera vez es unánime la creencia en su holgada mayoría.
Su potencialidad de victoria es muy alta pero hay que convertir la "potencia" en "acto"; y no obstante se ha desatado una competencia que conspira contra su materialización.
Las elecciones son una forma de lucha entre las más importantes, aunque no sea la única. Al fin y al cabo el piano se toca con diez dedos que se combinan para producir una sola melodía.
Carece de sentido, cuando podemos estar próximos a la cita comicial amputarse el dedo electoral, más en momentos en que el gobierno da muestras de que no podrá con ellas y por eso regatea hasta donde puede la fecha y se esmera en convencernos de que no votar es lo que nos conviene.
"El diablo ciega..." Muchos sobreponen a la derrota del gobierno una cólera, legítima o no, que los lleva a homologar oposición y gobierno.
-¡Son socios, son compinches!, sueltan a diario.
El gran objetivo de la alternativa democrática es desarticular las deformaciones autocráticas y totalitarias que han malogrado la vida de los venezolanos. Y eso pasa por derrotar al gobierno.
Solo un movimiento plural cuyas naturales divergencias convivan en el marco de la gran obra común estará en capacidad de lograr la histórica tarea.
Hay una lección que debe ser rescatada. Las luchas entre las fuerzas políticas de los años 1950 eran mucho más intensas que las de ahora, cuando a veces hay que librarse a conjeturas más o menos aéreas para justificarlas.
Betancourt, Villalba, Caldera y Pompeyo tenían un mundo de antagonismos que pudieron frustrar la unidad del 23 de enero de 1958 prorrogando la cruel dictadura quizá por un quinquenio.
Pero comprendieron que no habría vida para nadie si no removían unidos el obstáculo que bloqueaba soluciones democráticas y por eso triunfaron hace ya 57 años.
Las nuevas generaciones no lo vivieron, pero créanme, venezolanos como ustedes lo hicieron posible.

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