EMILIO NOUEL V.
La fotografía publicada de Thomas
Shannon, asesor del Departamento de Estado, junto a Diosdado Cabello ha dado
mucho de qué hablar.
Conjeturas y elucubraciones
variopintas van, vienen y se cruzan por los medios y las redes sociales. Cada quien tiene su interpretación,
alguna que otra muy propia de la teorías conspirativas. Unos andan molestos con
el gobierno norteamericano y le lanzan destemplados ataques, otros, sobre todo,
del chavismo antiimperialista, confundidos; los más, perplejos.
Nadie comprende que un señor que
supuestamente está investigado por delitos graves, se reúna con representante
tan importante del país que lo tendría “en la mira”. ¿Cuales temas de interés
de ambos pueblos fueron tratados? ¿De qué se trata esa conchupancia contra
natura? ¿están los yanquis y el sector militar representado por Cabello
adelantándose a una eventual transición? ¿Es que la derecha endógena del PSUV
está claudicando ante el enemigo? (No
puedo dejar de imaginar a Luis Britto García, intelectual del régimen,
convulsionando al ver tal encuentro que a sus ojos consumaría una traición a la
revolución). ¿Cabello está en campaña de lavado de cara después del chaparrón
de las últimas semanas?
Sin embargo, en el marco de opacidad
de este asunto, hay algo que pareciera acercarse a la realidad: el gobierno
norteamericano tiene como prioridad hacer las paces con el de Venezuela. Está
decidido a atenuar o eliminar el ruido de las relaciones bilaterales, todo
dentro del objetivo general de Obama de recuperar la imagen de su país frente a
Latinoamérica. Es la herencia que pretende dejar en esa materia.
Detrás de las visitas y encuentros
con Thomas Shannon está ese propósito, manifestado notoriamente en diversas
oportunidades. Si lo está haciendo con el gobierno cubano, su enemigo a muerte
durante décadas, ¿por qué no con el venezolano a pesar de los maltratos y los
ataques retóricos feroces de este último?
Obviamente, varios actores
internacionales, en mayor o menor medida, tienen, como decimos en Venezuela, su
cuchara metida en este caldo morado. El Vaticano, los gobiernos brasileño y
cubano, la OEA, UNASUR, CELAC, la Unión Europea, y quién sabe si algunos
poderes fácticos.
Eso que llaman gobernanza hemisférica
es lo que estaría en juego. Y también, por supuesto, los intereses
crematísticos, que todos los ponen por delante.
Cubanos, brasileños, yanquis y la
iglesia católica, todos buscando sacar provecho geopolítico, económico e
influencia, es decir, el realismo pérfido en acción, ése del que hablaba
Octavio Paz. De allí que haya que poner en cintura un gobierno cuya conducta
errática y caótica, podría poner en riesgo la gobernabilidad, los negocios y la
paz necesaria en el patio.
Que no se engañen los ingenuos que
piensan que la investigación que realiza la fiscalía norteamericana sobre los
narcos venezolanos va a impedir que Shannon o cualquier otro se reúna con
supuestos investigados. Allá existe la división e independencia de los poderes,
y está vigente el principio de que todos son inocentes hasta que se demuestre
lo contrario.
Por otro lado, los gringos, como
cualquier gobierno en el mundo, si es de su conveniencia, no tienen escrúpulos
en entrevistarse con quien sea, por muy desacreditado que esté.
La dinámica compleja y oscura de
estos acontecimientos va avanzando hacia un desenlace que solo Nostradamus
sabe.
Mucho nos queda por ver. No
renunciamos a la ilusión de que el resultado final para nuestro país sea el
mejor posible. Aspiramos a que nuestras diferencias en el ámbito nacional se
procesen por canales institucionales y constitucionales y en paz. Igualmente,
nos gustaría ver a las instituciones internacionales asumir el papel de
defensores y garantes de la democracia y de los derechos fundamentales que la
letra de sus tratados prescribe, pero no retóricamente, sino de manera efectiva. Es lo menos que podemos pedir los demócratas venezolanos. Obras
son amores, que no buenas razones.
EMILIO NOUEL V.
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