viernes, 17 de marzo de 2017

Siete grupos en el Gobierno se reparten el control político y económico

HERNAN LUGO GALICIA / MAYELA ARMAS

CRONICA UNO

Maduro, El Aissami, Cabello, Meléndez, Jaua, Arreaza, Istúriz son los mandamases y forman alianzas para el dominio financiero y político. Padrino comulga con casi todos.

Caracas. Cuando Hugo Chávez estaba al frente de la Presidencia, dentro de su gobierno se conformaron grupos con mandos políticos y económicos, pero en la conducción él llevaba las riendas. Con Nicolás Maduro en la jefatura el reparto del poder ha sido más evidente por la necesidad de sobrevivir, y actualmente, hay siete grupos que dominan y que incluso han formado “alianzas” para controlar las áreas clave.
El poderío se divide entre: Maduro y la primera “combatiente” Cilia Flores; el diputado y vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello; el vicepresidente Tareck El Aissami; la vicepresidenta de Soberanía y ministra de Despacho de la Presidencia, Carmen Meléndez; el vicepresidente para la Revolución de las Misiones y ministro de Educación, Elías Jaua; el ministro de Minería Jorge Arreaza y el vicepresidente de Socialismo Territorial y ministro de las Comunas, Aristóbulo Istúriz.
La distribución del poder se mostró en enero de este año cuando se reacomodaron las vicepresidencias sectoriales, se incorporaron nuevas caras en los ministerios y otros despachos quedaron con los mismos funcionarios.  
Tras esos ajustes, cuatro bandos llevan la batuta en el área económica, mientras que en el área política las parcelas son más equitativas.
Cómo avanzaron estos grupos
En la administración de Chávez existían varios de estos grupos cuyas acciones estaban sujetas a las decisiones del exmandatario, quien tenía una alta popularidad. Con Maduro ha sido diferente, frente a un menor nivel de aceptación —18 % según Datanálisis— estas facciones se imponen con más fuerza.
Héctor Navarro, exministro de Educación y exmiembro del PSUV, admite que si bien surgieron diferentes factores dentro del Gobierno, había una línea que fijaba Chávez:
“Lo que mantenía unidos a los distintos factores que, sin pensamiento socialista se fueron sumando al proceso, sin dudas era Chávez. Él estaba consciente de eso y, por lo mismo, muchas veces nos insistió, en público y en privado, en la necesidad de desarrollar las instancias colectivas de dirección y, por el otro, de la formación”.
Sin embargo, desde 2013 cuando Maduro llega al poder, los grupos se establecen con firmeza.  
El también exdiputado comenta que:
“Los distintos grupos existían con mayor o menor grado de influencia y es hasta natural que se expresaran en forma de tendencias ideológicas. El problema es cuando tales grupos, no ahora simples tendencias, aparecen como expresión de intereses grupales o corporativos y se desvirtúa el sentido de la acción política (…) El partido, en este caso en el poder, ha dejado de representar los intereses de un sector de la sociedad para ser un partido policlasista (…) La hegemonía es impuesta por la clase social que detenta el poder económico”.
Esta repartición del poder que realiza el primer mandatario es para los analistas una manera de garantizarse la estabilidad. El economista y director de Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, asevera que “Maduro da cuotas de poder a grupos que son claves para sostenerse (…) Repartes cuotas, tienes estabilidad en el poder y ninguna facción logra imponerse”.
Así se distribuye el poder:
BRAZO ECONÓMICO
En la economía, la distribución de los dólares y el manejo de las importaciones y del gasto es fundamental, por ello, esas tres áreas están concentradas en pocas manos.

En la entrega de billetes verdes el control es militar. El Gobierno hoy día tiene un sistema de dos tasas: el dólar protegido (Dipro) que es a 10 bolívares y lo entrega el Centro de Comercio Exterior (Cencoex) y el dólar complementario (Dicom) que supera los 700 bolívares y es asignado por las instituciones financieras, principalmente la banca pública.
La distribución de las divisas oficiales es liderada por los grupos de Carmen Meléndez (Almirante) y Diosdado Cabello, que tienen una alianza momentánea, señalan fuentes oficiales. 
A Meléndez está vinculado el ministro de Alimentación, Rodolfo Marco Torres —general de división— quien, según fuentes del oficialismo, define la política cambiaria. Efectivamente, la estructura del Cencoex fue autorizada por Marco Torres cuando estuvo en el despacho de las finanzas públicas y desde aquel momento —enero de 2015— no ha tenido cambios.
El Cencoex es encabezado por una de las fichas del ministro, Rocco Albisinni, que llegó a ser viceministro de Economía Socialista en Finanzas. Y dentro de la directiva se encuentra José David Cabello, superintendente tributario y hermano del diputado Cabello. La gestión de esta directiva coincidió con la etapa de caída del ingreso petrolero por los menores precios del crudo, aun así, se ha encargado de decidir los beneficiarios de los pocos dólares. En dos años ha manejado cerca de 10 millardos de dólares, de acuerdo con datos del organismo.
Hay más. Al despacho de Alimentación, en el que Marco Torres está desde enero de 2016, se encuentran adscritos los entes que se encargan de la importación de alimentos. Pero las compras de bienes externas del Estado —que son a la paridad de 10 bolívares— son compartidas y las adquisiciones de varios rubros alimenticios y otros artículos también las lleva la Corporación Venezolana de Comercio Exterior (Corpovex), que dirige Giusseppe Yoffeda, mayor general y vinculado con Cabello.
Las compras públicas en el exterior en 2016 representaron 40 % del total de importaciones y sumaron 4,7 millardos de dólares, según cálculos de Ecoanalítica. Varios de los rubros adquiridos se han distribuido vía Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap).  
A los roles que llevan adelante Marco Torres y Yoffreda se suma el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, que desde mediados de 2016 maneja la Gran Misión de Abastecimiento Soberano, la cual permitió incrementar el poder militar en la distribución de los productos y en los puertos. El dominio llegó hasta la creación de jefes militares por rubros como arroz, caraota, leche, azúcar, entre otros.
Y la potestad de los uniformados crece en otras áreas: el Dipro está previsto para alimentos y salud y el Dicom para el resto de los sectores. El grueso de las aprobaciones por el sistema complementario las lleva adelante el Banco de Venezuela, cuyo presidente es Marco Torres.
Desde la administración de Chávez, las importaciones son lideradas por los militares y durante seis años, por ejemplo, estuvo al frente de Cadivi, Manuel Barroso, general vinculado con Cabello. En esa etapa, denunciaron exministros como Navarro y Jorge Giordani —quien estuvo en la cartera de Planificación— que más 20 millardos de dólares se orientaron a empresas de maletín.

Navarro comenta que “hay muchas cosas que explicar en cuanto al manejo de los enormes fondos dedicados al concepto de las importaciones de alimentos, incluso desde antes de la muerte de Chávez. Pero en un país rentista, y en medio de una crisis de precios petroleros, quien controla las importaciones de alimentos controla la sociedad. Recordemos que quien está a cargo de las importaciones también está a cargo de la vigilancia de las fronteras y de la asignación de divisas”.

Flores en las finanzas
Mientras los generales definen las autorizaciones de divisas, la dirección de las finanzas públicas es de Nicolás Maduro y Cilia Flores, aunque poco a poco El Aissami gana terreno en esa área, y Cabello tiene su porción.  
La Vicepresidencia de Economía y el Ministerio de Finanzas están a cargo de Ramón Lobo, exdiputado de Mérida. Lobo llegó al puesto con el aval de Maduro y El Aissami, pero en la estructura de ese despacho cada grupo cuenta con su parcela.
La ejecución del gasto público es manejada por funcionarios afines a Flores, como Nelson Lepage, jefe de la Tesorería Nacional. La oficina de crédito público, encargada del endeudamiento, ahora está en manos de Raquel Hernández, vinculada con Lobo y Simón Zerpa, viceministro de Finanzas, y que a su vez tiene relación con la primera dama.
Zerpa también preside el Bandes, el Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden) y el Fondo Chino, estos dos últimos mecanismos entre 2013 y 2015 manejaron cerca de 40 millardos de dólares, indican las memorias y cuenta de Finanzas. Zerpa, adicionalmente, lleva adelante las relaciones con China junto con el ministro de Planificación, Ricardo Menéndez, ficha de Jorge Arreaza, ministro de Desarrollo Minero y exvicepresidente.

La recaudación tributaria, cuyo comportamiento está golpeado por la inflación, recae en Cabello y específicamente a través de su hermano José David, quien ha sido el superintendente tributario y aduanero con más tiempo: nueve años.
La banca pública empieza a mostrar reajustes. Marco Torres, que encabeza el Banco de Venezuela, durante cinco años lideró todas las entidades estatales, porque su personal de confianza estaba en el Bicentenario y el Tesoro. Las cabezas de esas dos entidades cambiaron y a fines del pasado año la presidencia del Bicentenario pasó a manos de Miguel Pérez Abad, quien se lleva bien con Maduro, y hace unos días nombraron en el Tesoro a Eneida Laya, ficha de Lobo. Fuentes consultadas dicen que se analizan otras modificaciones en esa estructura del sistema financiero estatal. 
El poder financiero de Maduro-Flores llega al Banco Central de Venezuela con la designación de Ricardo Sanguino como presidente y la permanencia de José Khan como director. Nelson Merentes, que tiene el apoyo del grupo de Meléndez, no quedó del todo alejado del BCV después de ser removido de la presidencia en enero, pues se convirtió en asesor mayor del ente emisor.
El Aissami gana espacios al tener en la Superintendencia de Bancos a Leoncio Guerra, quien ha acentuado las inspecciones en las instituciones.
Pdvsa en cuotas
El reparto de poder se extiende a la petrolera. Simón Zerpa —ya mencionado como viceministro y presidente del Bandes, Fonden y Fondo Chino— es desde febrero vicepresidente de Finanzas de Pdvsa, de manera que la primera combatiente amplía su poder hacia la distribución del ingreso petrolero, que este año las firmas económicas proyectan en 20 millardos de dólares.  
Parte de la nueva estructura de Pdvsa responde a varios grupos y tal es el caso de la Vicepresidenta Ejecutiva, Maribel Parra, que es afín a Meléndez, y el vicepresidente de Comercio y Suministro, Ysmel Serrano, que es del entorno de El Aissami. Todavía preside Fogade. 
Ya dentro estaban Delcy Rodríguez (ala de Maduro), Marco Torres (ala de Meléndez) y Menéndez (ala de Arreaza).  
Las cuotas se expanden. El ministro de Petróleo, Nelson Martínez, cuenta con el aval de Maduro y Flores, tal como sucede con el titular de la estatal, Eulogio Del Pino. Aunque fuentes del oficialismo expresan que dentro de la petrolera no se descartan más ajustes.
Las composiciones nombradas, asegura Asdrúbal Oliveros, evidencian que “Maduro y Flores controlan parte de la generación de divisas y los militares controlan la distribución de esos dólares”. Por tanto, apunta que “aquí no habrá modificaciones en algunas políticas como el régimen cambiario”.  
De hecho, a principios de febrero Lobo declaró que pronto habría anuncios cambiarios, sin embargo, dentro del gabinete no se terminan de definir las acciones, indican fuentes oficiales y privadas, quienes destacan que ya el Consejo Económico Productivo Nacional no se reúne como el pasado año y que en los encuentros de mesas por “motores” se siguen efectuando diagnósticos.
Los “motores” también están definidos por grupos y el tema industrial lo manejan Maduro y El Aissami por medio de Lobo, Jesús Faría (ministro de Inversión Extranjera) y Juan Arias (ministro de Empresas Básicas). El tema agrícola y alimentario es de Cabello, Meléndez y Elías Jaua a través de Marco Torres, Wilmar Castro (ministro de Agricultura) y Érika Farías (ministra de Agricultura Urbana). La infraestructura es controlada por Meléndez y Cabello con César Salazar (ministro de Obras Públicas) y Manuel Quevedo (ministro de Vivienda). 
BRAZO POLÍTICO
En el brazo político manda el Comando Cívico-Militar, que varía según la composición ministerial. Sin embargo, hay cabezas que no cambian ni con Chávez ni Maduro, tales como Diosdado Cabello, Elías Jaua, Francisco Ameliach o Cilia Flores.


Maduro fue el discípulo de Chávez. No pensó llegar al poder. “El presidente creyó que no moriría y que regresaría a Miraflores”, afirman fuentes del chavismo. Desde 2013, al fallecer el barinés, asume la conducción del Palacio, y tal como sucede en la economía, en la política comparte el poder para sobrevivir.
Por tal motivo, el mandatario ha construido alianzas y en Miraflores hablan de los “hombres y mujeres de Maduro”, que incluyen a fichas como Eduardo Piñate, que es el brazo del presidente que controla el PSUV; Juan Carlos Alemán, Oswaldo Vera (exministro de Trabajo); Juan Carlos Dugarte (jefe del Saime), Carolina Céstari (jefa de Gobierno del Distrito Capital), además de los diputados Héctor Rodríguez, Víctor Clark y Darío Vivas.
Maduro además tiene el respaldo de Jorge Rodríguez y Delcy Rodríguez.
En el control político, Cabello es el hombre detrás del poder aseveran fuentes del oficialismo. Fue el segundo en la promoción militar Tomás Montilla, la cual integraron José Vielma Mora, Jesse Chacón, entre otros. Se le atribuye el mando sobre 17 generales activos, bien porque estuvieron en su promoción, o porque conserva sus relaciones en las guarniciones, las cuales visita de manera periódica y a veces hace su programa de VTV, “Con el Mazo Dando”.
“Por su formación militar promueve ‘el espíritu de cuerpo’; concibe lealtades, alianzas y es capaz de bajar el perfil para favorecer a otros porque sabe que igual sacará beneficios”, señalan fuentes del oficialismo consultadas.
El radio de Cabello gana mayor banda con Francisco Arias Cárdenas en Zulia; Luis Reyes Reyes en Lara; Francisco Ameliach en Carabobo; José Vielma Mora en Táchira; Ramón Carrizalez en Apure. El diputado tiene alianzas con Freddy Bernal, quien controla el PSUV en Caracas, y es el jefe de los Clap.
El Aissami llegó a Miraflores de la mano de Hugo Cabezas, en ese entonces formó parte del equipo de investigación de la Sala Situacional del Palacio, lo que le permitió ganarse la confianza del barinés, aunque a su muerte se cuadra con Cabello y, en esta nueva coyuntura, con Maduro.
De ese grupo, está Hugbel Roa, quien en el Parlamento defendió al “subgrupo” de Tareck El Aissami, que tiene como pieza importante para ser referencia en el chavismo al general Néstor Reverol, ministro de Relaciones Interiores. El Aissami y Reverol son investigados en Estados Unidos por presuntos vínculos con el narcotráfico.
Los grupos se extienden. Elías Jaua era el responsable de una de las corrientes de Bandera Roja. Junto con Blanca Eekhout y Daniel Hernández enfrentaron a Gabriel Puerta Aponte cuando apoyaba a Chávez. Jaua, Eekhout y Hernández no participaron en la asonada del 4-F pero han estado siempre dentro del Gobierno. Su designación en el Ministerio de Educación busca mellar el piso de Henrique Capriles en Miranda e intenta despojarlo de la nómina de educación: 11.000 trabajadores (maestros, administrativos y obrero).
El Clan Chávez sigue presente en las líneas políticas. Por ser familiares de Hugo Chávez, Adán y Argenis tienen un sitial en el chavismo. Algunos lo atribuyen por respeto; otros, a conveniencia. En todo caso son de obligatoria consulta, indican las fuentes. En esa estructura se incluye a Jorge Arreaza.
Aristóbulo Istúriz, más que una corriente, es una tendencia en el PSUV. “Mantiene buenas relaciones con Maduro. Su nuevo rol, en el Ministerio de las Comunas, es para garantizar que el oficialismo no pierda las 20 gobernaciones si es que se hacen las regionales”, señalan voceros del oficialismo. A su lado está Alí Rodríguez, embajador en Cuba, y de bajo perfil, y Mario Isea, embajador en España.
BRAZO MILITAR
Esta ala la integran oficiales retirados y activos, identificados con Chávez, y con la idea de no estar fuera del poder por lo que implica: pérdida del status quo, prebendas y que sean acusados de violación a los derechos humanos y políticos previstos en la Constitución.
Al fallecer Chávez, Padrino López, ministro de la Defensa, adquiere la conducción del estamento militar y, por ello, se le atribuye un liderazgo interno. Su nombre fue un homenaje a su padre, quien se llamó igual que él y militó en el Partido Comunista de Venezuela (PCV), aseguran fuentes del oficialismo. “Tiene respeto, ascendencia sobre los soldados y apoyo del Alto Mando Militar, lo que le permite influir en las corrientes del chavismo”, comentan.
En la Secretaría del Consejo Nacional de Defensa de la Nación, la mayor instancia de decisión militar estratégica del país, está una de sus principales fichas: Alexis López Ramírez. No obstante, Padrino juega entre el grupo de Cabello y Maduro.
Asdrúbal Oliveros apunta que “los militares son grupos que hay que tener contentos. El chavismo necesita de alguna forma darles cuotas, porque son grupos sensibles”.
Al planteamiento de Oliveros sobre el poder de los militares se suma el del politólogo Ricardo Sucre, quien señala que Chávez “tenía una visión política de la Fuerza Armada Nacional, Maduro tiene la misma visión y además considera que es fundamental la función cívico-militar para áreas como la economía”.
El analista añade que “en muchas decisiones se refleja la idea de que los militares son eficientes (…) Pero hay mecanismos, como la distribución de alimentos, que no están operando bien, lo que indica que esos cuerpos no están funcionando”.

Infografías: Milfri Pérez

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