El año 2012, cosa natural
DIEGO BAUTISTA URBANEJA | EL UNIVERSAL
2 de diciembre de 2010
Las posturas respecto a la permanencia o la salida de Hugo Chávez del poder son básicamente tres. Algunos parecen dar como un hecho la permanencia del actual gobernante en el poder por mucho tiempo. Así los ve uno disertando sobre las posibles formas de socialismo que este gobierno impondrá en el país. Que si socialismo radical, que si socialismo autoritario, que si socialismo moderado... Incluso personas que uno supone son de oposición ocupan la escena con ese tipo de reflexiones.
En una segunda postura se encuentran los que piensan que Chávez saldrá del poder en no mucho tiempo, y que la vía para ello será en principio la electoral, pero que acompañan ese pronóstico con el vaticinio de que tal coyuntura será traumática, y que someterá al país a situaciones extremas, de las que quién sabe cómo saldremos librados. La transición, dicen los que se aventuran a hacer frases, será electoral y democrática, pero no pacífica
Hay una tercera, por la que quisiera abogar. No sólo abogar, sino plantear como una tarea política que las fuerzas democráticas del país deben abordar en los dos años que nos separan de las elecciones de 2012. Esta posición sostiene que Hugo Chávez saldrá del poder por la vía electoral, y que ello ocurrirá de una manera en suma normal. No es que será como un traspaso de banda presidencial de aquellas que se veían hace treinta años. Tendrá sus detalles, y desde luego la rabieta del comandante será de coger palco. Pero, rabietas aparte, Chávez perderá, reconocerá la derrota y entregará el poder.
Para Chávez resulta en particular interesante la segunda postura. Se trata de que con ella se le sirve en bandeja de plata una variante de su conocida estrategia de convertirlo todo en un plebiscito en torno a él. Si una derrota suya va a ser todo un drama nacional, que promete quién sabe qué estallidos de violencia y de resistencia, pues mucha gente pensará que lo mejor es seguir con lo que tenemos y no arriesgarse a pasar malos ratos. Si a ver vamos, ese es el mensaje que ha querido enviar el mismo Chávez cuando habla de lo que pasará si él pierde las elecciones, y el mensaje que de seguidillas mandó el hoy general en jefe Rangel Silva cuando dijo que ni el pueblo ni la Fuerza Armada aceptarían la derrota que el mismo pueblo le va a infligir a Chávez.
Pues bien, el mensaje tiene que ser otro. La derrota de Chávez es un avatar normal de la vida democrática. Se gana y se pierde. El veredicto lo da la mayoría. El que pierde se va, a intentar triunfar de nuevo. Y aquí no ha pasado nada. Ese es el mensaje que tenemos que difundir por todas partes los millones de venezolanos que creemos que la mayoría quiere un cambio de gobierno y que queremos que eso sea así.
De nuevo hay aquí lugar para el activismo colectivo, destinado esta vez a inyectar en la sociedad la convicción de que vamos hacia un cambio pacífico y natural de gobierno, por el cual nadie debe alarmarse ni extrañarse.
Podemos dar como un hecho de que el Gobierno va a intentar crear exactamente la sensación contraria de que su derrota va a significar un cataclismo. Lo va a hacer una y otra vez, de cuantas maneras le estén disponibles. Va a ser interesante ver el contraste. Unos diciendo que si pierden aquí se va a armar una gorda y otros diciendo que si ganan aquí no va a pasar nada que no pueda manejarse.
Para que las fuerzas democráticas agrupadas en la Unidad puedan difundir ese mensaje convincentemente, y para que el ciudadano común pueda transmitirlo por su parte con la tranquilidad de que está diciendo algo cierto, hay que cumplir unos cuantos requisitos. Básicamente se resumen ellos en prepararse muy bien para gobernar el país que va a entregar Chávez y en transmitir le convicción de que se está en ese grado de preparación.
Los elementos de esa puesta en forma son claros: una gran y muy incluyente alianza social, un proyecto de país de larga duración, un programa de gobierno realista con su suficiente base de apoyo y pensado para varias etapas, un liderazgo vigoroso y sincero...
Lograr esas cosas es la gran tarea política de las fuerzas democráticas del país. Pero, por lo pronto, está al alcance de todos convencernos y convencer a los demás de que el año 2012 tendrá lugar una manifestación de la voluntad política del pueblo y de que los ganadores y perdedores no tendrán más remedio que acatarla sin grandes pataleos, y que así será.
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