Las filtraciones diplomáticas y el papanatismo
02DIC201008:19
INOCENCIO ARIAS
El torrente de las filtraciones de los telegramas cifrados
de la diplomacia de Estados Unidos es un festín informativo.
Las reacciones han sido diversas. Ciertos analistas, en
tono suficiente, han manifestado que los documentos
no revelan prácticamente nada nuevo. Otros, en clave
alarmista, denuncian ominosamente que la narración pone
en peligro la seguridad de Estados Unidos y de alguno de
sus aliados. No faltan, por último, los que se rasgan las
vestiduras por la duplicidad y las insidias de la diplomacia yanqui.
A los suficientes y a los alarmistas podríamos decirles que
ni tanto ni tan poco. Los documentos no ofrecen
excesivas primicias deslumbrantes. Que Sarkozy tiene
una veta autoritaria, que la señora Merkel es poco
proclive a arriesgar y que Zapatero no tiene política a
largo plazo y juega pensando en las encuestas y en
las elecciones más que en el interés del país es moneda
corriente en amplios sectores de las naciones de esos
líderes. Bastante, pues, de lo descubierto era claramente
intuido,la aversión de muchos gobiernos árabes hacia
Irán, por ejemplo, pero ahora se ve corroborado por
testimonios rotundos. Las frases del rey de Arabia saudita
instando a Estados Unidos a que "corte cuanto antes la
cabeza de la serpiente" (Irán) o la del rey de Bahrein
aduciendo que intervenir en Irán será mucho menos
costoso que permanecer inactivo no tienen desperdicio.
El comentario asimismo del saudita de que Estados
Unidos desencadenando la guerra de Irak ha entregado
ese país en bandeja de plata al enemigo, a Irán, es
igualmente elocuente y un desmentido a la tesis de su amigo
Bush de que esa zona del mundo está mucho mejor con
la desaparición de Sadam Husseim.
No parece, por otra parte, que la seguridad de Estados
Unidos se vea seriamente afectada con las filtraciones que
han visto la luz hasta ahora. Se nos dice, además, que
los periódicos a los que fueron enviadas se han
autocensurado, para, apunta 'The New York Times', no exponer a
colaboradores de Estados Unidos a represalias en los países
en que viven.
En lo que sí se ha hecho un daño inmenso, y a corto plazo
irreparable, es en la relación de confianza entre los dirigentes
y diplomáticos de Estados Unidos y los de otros países,
aliados o no. En el futuro inmediato los políticos y dirigentes
del mundo serán reacios a franquearse con los de Estados
Unidos por temor de que pasados dos meses sus palabras
aparezcan reproducidas textualmente en media docena de
periódicos. Esto puede tener un enorme impacto en la
colaboración para luchar contra el terrorismo y en
otras esferas.Un subsecretario yemenita o un Ministro
colombiano medirá cuidadosamente sus palabras. Sabe
que a las dos horas de la conversación con el Embajador
americano este rutinariamente la mandará por telegrama cifrado a
su país y a partir de ahora nadie le garantiza que no se va a
desayunar con ellas al leer el periódico de la mañana.
Luego, están los papanatas que se sulfuran con el ultraje de los
juicios de valor de los estadounidenses y la perversidad de su
actuación. No hay tal. Sobre los calificativos vertidos recalquemos
una obviedad: no estaban hechos para el consumo público sino
plasmados en un telegrama secreto dirigido a media docena
de personas en el Departamento de estado. Todos los
diplomáticos hacemos en los informes para nuestro gobierno
juicios de valor sobre una persona o una situación. Si creemos
que tal ministro es errático, poco amigo de España o que tal
partido o tal Ministerio del país en el que estamos acreditados
son un nido de corruptos seriamos incompetentes si no lo
vertiéramos en nuestros informes cifrados. Es nuestra
obligación. Si ahora un Embajador italiano o ruso en Madrid
informa a su gobierno que el nombramiento de la señora
Pajín es insólito y que el puesto le viene demasiado
ancho no esta insultando a nadie. Ilumina a su gobierno
en un documento que no va a ser público.
Como alguien le ha comentado a la señora
Clinton, alarmada ante las revelaciones y ante el efecto
en personas mencionadas en ellas, "se pasmaría si supiera lo
que los Embajadores en Washington envían sobre usted a
sus gobiernos".
En lo tocante a la actividad de los diplomáticos americanos los
telegramas son ilustrativos pero hay pocas cosas bochornosas
en esa actuación. Que Estados Unidos se esfuerza en aislar
a Irán es totalmente lógico dado su programa nuclear y la frase
de su Presidente de que Israel sobra en el mapa, que aliente
a Arabia Saudita a proporcionar a China el petróleo que
necesita si se logra que Pekin se una a las sanciones contra
Irán y ve peligrar sus suministros es un ejemplo de buena diplomacia, que Estados Unidos y Corea del Sur estudien
las consecuencias del eventual colapso de Corea del Norte
es un atinado ejercicio de prevención. No se entiende
tampoco el olfatear teorías conspiratorias en los
esfuerzos de Washington por encontrar acomodo a
los acusados de terrorismo de Guantánamo. Obama
prometió cerrar la base en lo que está teniendo dificultades
internas con su Congreso y externas con la cicatería de sus
aliados en acoger a esos presos (España tomó a cuatro).
Que la diplomacia americana prometa ayuda económica
para los que sean receptivos o una entrevista de veinte
minutos con Obama para el Presidente de Eslovenia
si acepta un preso no empaña a la diplomacia yanqui, más
bien muestra lo catetos que somos los europeos.
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