miércoles, 8 de diciembre de 2010

Las filtraciones diplomáticas y el papanatismo


02DIC201008:19


INOCENCIO ARIAS

El torrente de las filtraciones de los telegramas cifrados

de la diplomacia de Estados Unidos es un festín informativo.

Las reacciones han sido diversas. Ciertos analistas, en

tono suficiente, han manifestado que los documentos

no revelan prácticamente nada nuevo. Otros, en clave

alarmista, denuncian ominosamente que la narración pone

en peligro la seguridad de Estados Unidos y de alguno de

sus aliados. No faltan, por último, los que se rasgan las

vestiduras por la duplicidad y las insidias de la diplomacia yanqui.

A los suficientes y a los alarmistas podríamos decirles que

ni tanto ni tan poco. Los documentos no ofrecen

excesivas primicias deslumbrantes. Que Sarkozy tiene

una veta autoritaria, que la señora Merkel es poco

proclive a arriesgar y que Zapatero no tiene política a

largo plazo y juega pensando en las encuestas y en

las elecciones más que en el interés del país es moneda

corriente en amplios sectores de las naciones de esos

líderes. Bastante, pues, de lo descubierto era claramente

intuido,la aversión de muchos gobiernos árabes hacia

Irán, por ejemplo, pero ahora se ve corroborado por

testimonios rotundos. Las frases del rey de Arabia saudita

instando a Estados Unidos a que "corte cuanto antes la

cabeza de la serpiente" (Irán) o la del rey de Bahrein

aduciendo que intervenir en Irán será mucho menos

costoso que permanecer inactivo no tienen desperdicio.

El comentario asimismo del saudita de que Estados

Unidos desencadenando la guerra de Irak ha entregado

ese país en bandeja de plata al enemigo, a Irán, es

igualmente elocuente y un desmentido a la tesis de su amigo

Bush de que esa zona del mundo está mucho mejor con

la desaparición de Sadam Husseim.

No parece, por otra parte, que la seguridad de Estados

Unidos se vea seriamente afectada con las filtraciones que

han visto la luz hasta ahora. Se nos dice, además, que

los periódicos a los que fueron enviadas se han

autocensurado, para, apunta 'The New York Times', no exponer a

colaboradores de Estados Unidos a represalias en los países

en que viven.

En lo que sí se ha hecho un daño inmenso, y a corto plazo

irreparable, es en la relación de confianza entre los dirigentes

y diplomáticos de Estados Unidos y los de otros países,

aliados o no. En el futuro inmediato los políticos y dirigentes

del mundo serán reacios a franquearse con los de Estados

Unidos por temor de que pasados dos meses sus palabras

aparezcan reproducidas textualmente en media docena de

periódicos. Esto puede tener un enorme impacto en la

colaboración para luchar contra el terrorismo y en

otras esferas.Un subsecretario yemenita o un Ministro

colombiano medirá cuidadosamente sus palabras. Sabe

que a las dos horas de la conversación con el Embajador

americano este rutinariamente la mandará por telegrama cifrado a

su país y a partir de ahora nadie le garantiza que no se va a

desayunar con ellas al leer el periódico de la mañana.

Luego, están los papanatas que se sulfuran con el ultraje de los

juicios de valor de los estadounidenses y la perversidad de su

actuación. No hay tal. Sobre los calificativos vertidos recalquemos

una obviedad: no estaban hechos para el consumo público sino

plasmados en un telegrama secreto dirigido a media docena

de personas en el Departamento de estado. Todos los

diplomáticos hacemos en los informes para nuestro gobierno

juicios de valor sobre una persona o una situación. Si creemos

que tal ministro es errático, poco amigo de España o que tal

partido o tal Ministerio del país en el que estamos acreditados

son un nido de corruptos seriamos incompetentes si no lo

vertiéramos en nuestros informes cifrados. Es nuestra

obligación. Si ahora un Embajador italiano o ruso en Madrid

informa a su gobierno que el nombramiento de la señora

Pajín es insólito y que el puesto le viene demasiado

ancho no esta insultando a nadie. Ilumina a su gobierno

en un documento que no va a ser público.

Como alguien le ha comentado a la señora

Clinton, alarmada ante las revelaciones y ante el efecto

en personas mencionadas en ellas, "se pasmaría si supiera lo

que los Embajadores en Washington envían sobre usted a

sus gobiernos".

En lo tocante a la actividad de los diplomáticos americanos los

telegramas son ilustrativos pero hay pocas cosas bochornosas

en esa actuación. Que Estados Unidos se esfuerza en aislar

a Irán es totalmente lógico dado su programa nuclear y la frase

de su Presidente de que Israel sobra en el mapa, que aliente

a Arabia Saudita a proporcionar a China el petróleo que

necesita si se logra que Pekin se una a las sanciones contra

Irán y ve peligrar sus suministros es un ejemplo de buena diplomacia, que Estados Unidos y Corea del Sur estudien

las consecuencias del eventual colapso de Corea del Norte

es un atinado ejercicio de prevención. No se entiende

tampoco el olfatear teorías conspiratorias en los

esfuerzos de Washington por encontrar acomodo a

los acusados de terrorismo de Guantánamo. Obama

prometió cerrar la base en lo que está teniendo dificultades

internas con su Congreso y externas con la cicatería de sus

aliados en acoger a esos presos (España tomó a cuatro).

Que la diplomacia americana prometa ayuda económica

para los que sean receptivos o una entrevista de veinte

minutos con Obama para el Presidente de Eslovenia

si acepta un preso no empaña a la diplomacia yanqui, más

bien muestra lo catetos que somos los europeos.

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