jueves, 14 de julio de 2011

Responsabilidades

Inesperadamente, la oposición pasa a jugar un papel estabilizador de primer orden

DIEGO BAUTISTA URBANEJA | EL UNIVERSAL
jueves 14 de julio de 2011 12:00 AM

El Gobierno ha insistido en mantener en la oscuridad los detalles de la situación de salud de Hugo Chávez. Por su parte, el país parece haber entendido, y ha sellado con el Ejecutivo un pacto de discreción. No se preguntará con mucha insistencia y se admitirán reticencias y ambigüedades. Pero eso sí: queda sobreentendido que la verdad es más o menos la siguiente: que el poder no entra en detalles porque no está en condiciones de transmitir al país la verdadera situación del jefe del Estado; que, independientemente de los plazos de los que estemos hablando, lo que es previsible es un progresivo debilitamiento de Chávez y de su capacidad de acción por los efectos del tratamiento al que habrá de someterse; que probablemente no va ser candidato para las elecciones del 2012; que el Gobierno como un todo entra en una situación de emergencia permanente de aquí a las elecciones. De resto, queda abierta la puerta para todos los rumores y versiones con los que a la colectividad le dé por distraerse, y se queda pendiente de cualquier información que el mismo tenga a bien transmitir a este país a oscuras. (Digo de paso, que como conjetura personal se me ha ocurrido pensar que ni el mismo Chávez tiene plena información sobre su dolencia. Ello, en la medida en que esa información la administre Fidel Castro, que la dosificaría según lo que le parezca convenir a los intereses del gobierno cubano. Pero dejemos esto así, al nivel de mera ocurrencia de quien escribe estas líneas).

Eso trae al tapete serias prioridades políticas a las fuerzas democráticas del país. En primer lugar, hay que jugar muy fuerte a la estabilidad política. Inesperadamente, la oposición pasa a jugar un papel estabilizador de primer orden, ante todo de cara a las elecciones del año próximo. Para nosotros es de primera importancia llegar sin contratiempos a las elecciones del 2012. Ninguna eventualidad puede poner en riesgo la ruta electoral. Las palabras de Adán Chávez sobre que los revolucionarios también disponen de la vía de las armas para conseguir sus objetivos, significan un emblema del tipo de cosas que no puede permitir que ocurran. Las fuerzas democráticas, y en particular la decisiva porción de ellas agrupadas en la Mesa de la Unidad Democrática, tienen que jugar el rol que las nuevas circunstancias le asignan en favor de la estabilidad política y el cumplimiento de las normas constitucionales, sobre todo en lo que se refiere a la preservación de la salida electoral prevista para el año que viene.

Una consecuencia de ello es la necesidad de que las fuerzas allí unidas, ratifiquen la voluntad unitaria, ahora más que nunca. Esta ha sido siempre necesaria, de cara a las posibilidades de triunfo en las elecciones y de cara a una verdadera capacidad de gobierno por parte del candidato de la Unidad para esas elecciones. Ahora, ante la posibilidad de que el estado de salud de Hugo Chávez produzca una situación de fragilidad en el orden político que antes no existía, la unidad de las fuerzas de oposición es un factor de estabilidad con el que la democracia venezolana necesita contar.

Un Gobierno que a su habitual incompetencia sume ahora, ante la evolución de la salud de Chávez y las necesidades y consecuencias de su tratamiento, una menor presencia del jefe máximo y, como consecuencia, resquebrajamientos internos y luchas por el poder, puede convertirse en una importante factor de inestabilidad política. Una oposición unida y fuerte tiene un gran papel que jugar en esas condiciones para la preservación de lo que queda de democracia y para el cumplimiento de los plazos pautados por la constitución.

Del mismo modo, es ahora más necesario que nunca que la unidad democrática se presente al país, no solo unida, sino apertrechada de contundentes y convincentes ideas de gobierno, que le den al ciudadano la confianza de que cuenta con un reemplazo viable y superior a la actual conducción. Mensaje ese de especial relevancia para esa parte de la población que, sin ser propiamente chavista, pueda estar preocupada ante las grietas que pueda mostrar la figura de Chávez, que a lo mejor consideran un sostén de "la situación", por llamarla de alguna manera.

Ha sido costumbre considerar al oficialismo un "bloque monolítico". Eso garantizaba la estabilidad política. En la medida que ese bloque se agriete, recaen sobre las espaldas de la oposición democrática mayores responsabilidades de las que hasta ahora era habitual atribuirle.

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