viernes, 15 de julio de 2011

VENEZUELA: GOBIERNO SIN PAÍS

Decir país sin gobierno sería pan con mantequilla pero el titular aquí escogido remite más bien a comprender la realidad de un piropo adulante “más-que-amor-frenesí” ya extinto. Película truculenta que ha llevado al chavismo al calculado llanto del que requiere de lástima perfumada, 4711, para sobrevivir. Y a mayor desconcierto más se enfluxan o encasquetan de rojo, muy de mañana, a son de diana, y se inventan reuniones, no de gran pumpá para no desafiar, digamos de trabajo, y cargan con un papelero y un gentío secretarial de laptops sobre muslos tibios y tantos más escoltas adornados con fucas. Y programan alarmas celulares que ring cada cinco minutos, no es bueno exagerar, para que el ministro de al lado sienta celos, “sí mi Comandante, como Usted ordene” sin que del otro lado exista alguien más allá del silencio sobrenatural. Aunque a veces mejor y es cuando, todos toditos, al unicornio, corean “sí-mi-comandante” y no hay nadie en plural ni en singular que les responda.

Y en esas, rellenan náufragos formularios larguísimos, y preparan informes sobre enemigos íntimos o extrínsecos y saltan a dar declaraciones engoladas para atapuzar el hueco mediático, en el canal de todos los venezolanos, sobre el ataque del imperialismo en territorio de no importa donde pues un mismo discurso calza para toda ocasión. O se sientan a pontificar sobre las bondades de la medicina en la isla del sarampión colorado, y también reciben gente en amplias oficinas, y se pasan la manga por la frente en gesto de faena mientras afirman escarlatas, “no se preocupe camarada que su suerte será cancelada” y miran para otro lado fastidiados boqueando oxígeno fiestero y se topan con la pared de enfrente repleta de cuadritos desde donde los miran fo el hermano Ho Chi Min, o Mao de perfil, María Lionza, Simón, el Ché, Guaicaipuro, Negro Primero, todos pintarrajeados cual zoológico didáctico. “Sale mondongo pa’ llevá”.

El país es para estos magnates del gobierno un océano al que le robaron sal y agua, y a falta también de luz ya parece desierto o polvareda cocalera aunque todavía ubre. Andan sin brújula, sin Sorte, sin papá que los regañe o los ponga en su puesto o se los quite, “a descre-ción”. No hay nada que los despierte pues no duermen, no pegan el ojo buscando, y encontrando, detrás de las cortinas micrófonos ocultos. Necesitan agenda que apacigüe su ayuno o su guayabo. ¿Y ahora qué hacemos? Pero no se atreven a mencionar ni al Alka Seltzer aunque el tufo sea en este caso el espejo del alma; y no hay tampoco nadie que susurre la vitamina “C” o una carie molar so pena de convertirse en traidor a la patria. Tótem y tabú. “Tabuga, tabuga mía, yo no te puedo olvidar; bajo tu manto de estrellas quiero vivir y soñar. Tabuga”.

Al país ya no le existen. Le son una entelequia, un globo que un orate soltó sin darse cuenta. Ya ni siquiera potrero, cochinera, jardín exógeno, papagayo sin frenillo ni cola, ruta de la empaná, gallineros isopropílicos, comunas hidropónicas, cabuya, creolina, papelón, mentol chino. El país se los caló, ahora los transpira y ellos dejaron su reguero. Habrá que recoger esos vidrios, esa curtiembre farragosa, fin de bacanal dolarizada y petrolínea; esfuerzo descomunal, titánico será, sin seguro definitivo siquiera, por tratarse de este pueblo “póngale-usted-el-calificativo-que-quiera”,”una vaina muy seria” por ejemplo, pero sin duda alguna cimentado en la convicción y el orgullo, pues no sólo de la palabra de Dios vive el hombre, de que no se lo llevaron todo, al menos en lo que a la dignidad de tantos corresponde que no es poco tesoro para empezar a construir.

Leandro Area

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