sábado, 23 de julio de 2011

LA INSEGURIDAD: ALGUNAS VERDADES

Ramón Guillermo Aveledo

La principal querella del gobierno es con la verdad. Su forma de rebelarse ante ella es intentar ignorarla. Su manera de enfrentarla es evitar que la sepamos. Por una curiosa superstición, cree que disfrazándola, posponiéndola o, redondamente, mintiendo, va a lograr que los problemas que ella evidencia se resuelvan. O a lo mejor eso también es mentira y solamente finge creer tal tontería. ¿Qué tiene de revolucionario el engaño?

Y a los que más busca engañar el gobierno es a sus propios partidarios. A quienes de buena fe han creído en el proceso y su líder. La enfermedad presidencial ha sido un ejemplo. ¿No era preferible decir la verdad, que se ha ido sabiendo por entregas, a causar tanta incertidumbre?

La inseguridad es un gravísimo problema de Venezuela. Un problema que tiene solución, pero que para encontrarla, aplicarla y lograr solucionarlo, hay que saber lo que pasa. El gobierno prefiere esconderse en diversas formas de mentira, en lugar de asumir la verdad. Sin embargo, la gente sí que no se engaña. Encuesta del IVAD de 2011 dice que la inseguridad es el principal problema del país para el 86% de los venezolanos y 74% de nosotros piensa que las políticas gubernamentales para combatirla han sido “poco” o “nada acertadas”.

Las informaciones oficiales se esconden y se disfrazan, pero el Informe auspiciado por el BID, FLACSO y LAPOP está lleno de datos que necesitamos para afrontar la tarea de superar esa realidad inaceptable. En 2010 fueron asesinadas 17.600 personas, acumulándose más de ciento treinta mil muertes por la violencia en diez años. Sacando la cuenta en proporción a la población, en ningún país sudamericano hay tantos homicidios como en el nuestro. Para 2008, alcanzaban 52 por cada cien mil habitantes. Después vienen Colombia con 33, Brasil con 25, Paraguay con 16, Ecuador con 14, Bolivia con 12.1, Perú con 10.4, Uruguay 5.8, Argentina 5.3 y Chile 1.5. Para ponerlo en perspectiva, La tasa de homicidios en América del Norte era a la misma fecha 5.6 por cada cien mil personas, la caribeña 16.3 y la global latinoamericana 19.9. Lo que significa que aquí se mata el triple de personas que en el promedio de la región, que incluye países con graves problemas de violencia, como México, Honduras o El Salvador, y la vecina Colombia con su complejo conflicto.

Si tomamos nada más el dato de Caracas, la capital del país, la tasa de homicidios será de 74.8. Compárela con la de Nueva York, clásico escenario de series policiales, que es 5.5. Y ahí tenemos una pista de que sí se puede resolver el problema. La llamada “Gran Manzana” era una ciudad conocida por su criminalidad, y miren cómo han logrado dominar el problema.

En mi más reciente columna dominical les di algunas informaciones del drama penitenciario. Pero este cuadro no estaría completo sin unos trazos para comprender la crisis de impunidad. La casi totalidad de los delitos que se cometen en Venezuela no son castigados. 97.06% es el porcentaje de impunidad general, 87% en homicidios y 87.45% en violaciones a los derechos humanos. Cifras de 2008 y 2009. En cuanto a abusos policiales, en 2010, solo el 2.91% de los casos fue llevado ante un tribunal.

La “explicación” gubernamental es que los jueces lo sueltan, pero la verdad es que las acusaciones son mínimas con relación a los delitos tramitados, que son apenas una parte de los efectivamente cometidos, porque mucha víctima no se molesta en ir a la autoridad, porque no cree que se hará algo.

En la Mesa de la Unidad no solo actuamos ya, con proyectos de ley de nuestros diputados y medidas de nuestros gobernadores y alcaldes, que si el gobierno nacional coordinara con ellos las cosas no serían como son. También hemos reunido a un equipo de los mejores expertos del país: jefes policiales, penalistas, sociólogos, criminólogos, penitenciaristas, ex jueces y ex fiscales, en una comisión de alto nivel para preparar lo que, sin pérdida de tiempo, deberá hacer el gobierno de la Unidad.

Lo primero es asumir la verdad. Por ahí se empieza.

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