Todo parece indicar que el gobierno ha dado inicio a lo que será una larga y catastrófica campaña electoral. Uno los ve venir, los intuye se han vuelto muy predecibles y no menos caraduras. Nuestras reservas probadas siguen creciendo, la producción petrolera sigue cayendo. No hay precio que sea suficiente, por lo cual la Asamblea Nacional ha aprobado la contratación de una cantidad de deuda colosal. Aprovechando que la recesión de los últimos dos años ha avanzado más rápido que la destrucción del aparato productivo, el gobierno procurará ahora utilizar esa pequeña capacidad ociosa que aún no se ha extinguido. Por esa razón han reducido el encaje legal, una medida que acelera el potencial multiplicador del dinero, es decir, que generará más liquidez a partir de los mismos bolívares. Más aún, amparado en el endeudamiento también se acelerará el gasto público. Ahora bien, ya la cantidad de dinero ha crecido 36% en los últimos doce meses: ¿Qué cabe esperar ahora? Pues que crezca más. Puestos a elegir, el gobierno ha vuelto a escoger promover algo de crecimiento (consumo) a costa de la inflación.
Más increíble aún es que mantengan la fe en los controles de precios, o a lo mejor es que ya no les queda ninguna otra cosa a la cual recurrir. Me viene a la memoria una frase de Rodrigo Cabezas hace unos años, una de esas que alguien debería ocuparse de recopilar y organizar: "Los controles de precios no han funcionado, por esa razón los vamos a restringir a un grupo más pequeño de productos esenciales". Ahora la modalidad tiene una variante: una ley que regula (prohíbe) los aumentos de precios. Algo así como empeñarse en que no se caigan los mangos. Con el aparato productivo asfixiado y la producción pública arrasada por la corrupción, la aceleración de liquidez se irá por las cañerías de la inflación y apenas salpicara al crecimiento. El gobierno lo sabe. ¿Pero qué otra opción le queda? Ninguna. Jugársela de nuevo a la heterodoxia: "Aumentamos la liquidez, que se sienta el dinero en la calle, y para combatir la inflación vamos a endeudarnos para importar barato, y con eso vamos a tratar de que la inflación de 'los nuestros' sea menor, y vamos a complementar esa política con una persecución legal a los productores, pero hay que ser flexibles, cuidando que no se genere escasez... ".
Más de lo mismo. ¿Qué cabe esperar de este nuevo intento desesperado por mantener en el aire el globo de la popularidad del Presidente? Más inflación, algo de crecimiento, episodios esporádicos de escasez. Pero eso es lo de menos. Lo más importante es que llegaremos a diciembre de 2012 con una deuda en dólares colosal, cinco veces mayor a la que teníamos en 1998, y con nuestra capacidad de pago muy comprometida. Llegaremos con el aporte fiscal del sector privado destruido, más que nunca dependientes del petróleo. El despilfarro que se ha registrado otras veces se va a quedar pálido ante esta ocasión, dada la posibilidad real de que el gobierno pierda las elecciones. Nada que temer, la capacidad real de ejecución del gobierno va mermando en la medida en que sus operadores perciben que las oportunidades de extracción podrían estar llegando a su fin. Simplemente razones para estar mejor preparados.
viernes, 22 de julio de 2011
Prohibido que se caigan los magos
MIGUEL ÁNGEL SANTOS | EL UNIVERSAL
viernes 22 de julio de 2011
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