lunes, 19 de agosto de 2013

CONSTITUYENTE III


ALBERTO QUIROS CORRADI
Asumamos que los venezolanos queremos salir de este régimen por la vía constitucional en el menor tiempo posible. Veamos las opciones.
1. Esperar seis años y acudir en 2019 a las próximas elecciones presidenciales.
Contrario a lo que muchos piensan creemos que con el tiempo Maduro se fortalecerá. Si se llega a esa fecha será porque la oposición se debilitó. Los adolescentes de hoy estarán en la edad de votar y no conocerán otro gobierno que el “revolucionario”. El país será un desastre, pero un desastre manipulado por la autoridad única (tipo Cuba). Esta opción es la continuación del régimen.
2. Referéndum revocatorio.
¿Será todavía una buena opción dentro de tres años? (Remember 2004). En todo caso si cambiamos al Presidente y dejamos todos los otros poderes públicos en manos del chavismo podremos caer en un período de ingobernabilidad peligroso.
3. Renuncia. Enfermedad que incapacita al Presidente. Muerte. Destitución.
Apostar por esta opción es sólo una excusa para no hacer nada.
4. Golpe de Estado. El remedio podría ser peor que la enfermedad. Esta opción, en el mejor de los casos, pasa por establecer un gobierno de transición militar que podría convertirse en permanente. Si la lucha es por subordinar el poder militar al poder civil esto sería un gran retraso histórico.
5. Asamblea Constituyente. Pongámonos de acuerdo en algo: en este momento ¿somos o no mayoría? Si la respuesta es sí, hagámonos otra pregunta ¿Cuál es la opción constitucional que podemos invocar, de inmediato, para modificar la Constitución o dejarla como está o reescribirla de nuevo, amén de cambiar todos los poderes públicos? Hay una sola: la Constituyente. Quienes se oponen alegan varias razones ¿Para qué cambiar la Constitución vigente? Hemos tenido muchas constituciones. El problema es que no se cumple con ellas, etcétera. Por mi parte, no creo que este manual de buenas intenciones incumplibles, con reelección presidencial indefinida, monopolios estatales, pésima redacción, que no incluyó una exposición de motivos previa y que además tuvo tres versiones, pueda ser una carta magna que resista los embates del tiempo. Abogo por una mucha más corta. Que establezca con claridad el sentido de dirección que deseamos en lo económico, en lo social y en lo político y que le deje a las leyes la redacción sobre el alcance, la cobertura y la reglamentación detallada de esa dirección que buscará el bien colectivo. En cuanto a los poderes públicos si éstos no se modernizan ni se moralizan no habrá cambio.
Algunos argumentan que lo que hay que cambiar es la moralidad ciudadana. Totalmente de acuerdo. Pero si no se cambia este régimen que lo que da son malos ejemplos, que es camorrero, grosero, corrupto y que no sólo lo es, sino que también lo demuestra, veo muy difícil convencer a la ciudadanía para que adopte una mejor moral. Para mí la cosa es al revés. Hay que cambiar a este régimen para que un gobierno decente con su ejemplo influya positivamente sobre la conducta ciudadana.
Regresemos a la pregunta inicial ¿Somos mayoría hoy? Si lo somos y queremos salir de esta pesadilla redactemos de una buena vez los términos de una nueva Constituyente. Que cambie todos los poderes públicos y convoquémosla cuanto antes.
Sentarnos a esperar a que este gobierno implosione es permitirle seis años más de fracasos y condenarnos a ser mendigantes de limosnas de un Estado que, para entonces, nos mereceremos.
Algunos dicen que para convocar una Constituyente hay que pensarlo mucho. Piénsenlo, pues, pero… rapidito.

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