jueves, 15 de agosto de 2013

La política cambiaria de Chávez-Maduro: Espantando el dólar para arriba


  Humberto García Larralde
Jueves, 15 de agosto de 2013

La literatura económica acepta la implantación de un control de cambio para enfrentar salidas intempestivas de capital y defender la moneda contra ataques especulativos. No obstante, se asume como medida temporal, de emergencia, mientras se atacan los problemas que dieron lugar a la fuga indeseada de divisas. El control de cambio como tal, no es la solución, sólo ataja las consecuencias de malas políticas que son la verdadera causa de los desequilibrios externos y del ataque contra la moneda. Algunos gobiernos han querido defender el control de cambio alegando también que, al fijar el tipo de cambio o al rezagar administrativamente su ajuste[1], permite “anclar” los precios internos y contener la inflación[2]. Sin embargo, el rezago en el ajuste del precio de la divisa acentúa la sobrevaluación de la moneda local y anticipa una eventual devaluación correctiva que impulsa los precios internos al alza.

Un control de cambios “contra-natura”
El caso del control de cambio implantado en Venezuela desde comienzos de 2003 es sui generis. Lejos de parar la salida de capitales, la ha acentuado. Tampoco ha protegido el valor externo del bolívar: el precio del dólar aumentó 443% -más de 5 veces- desde finales de 2002. Por último, las reservas internacionales han caído en un 40% desde el monto alcanzado a finales de 2008.

En efecto, desde su implantación han salido por las cuentas financiara y de errores y omisiones de la balanza de pagos, unos USA $ 180 millardos[3], casi diez veces lo que salió durante el lapso de 40 años de democracia (1959 – 1998). Luego, las sucesivas devaluaciones del bolívar han tenido un impacto inflacionario inmenso: el índice de precios del consumidor para el área metropolitana de Caracas aumentó en un 594% desde enero 2003. Si bien el control de cambio se asoció inicialmente con una recuperación de las reservas internacionales desde $ 13.898 millones a finales de enero de 2003 hasta $43.127 millones al 31 12 2008, para junio 2013 habían bajado a $25.804 millones. Para finales de 2012, las reservas internacionales sólo cubrían el 61% de la base monetaria y 19,1% a la liquidez monetaria, dejando al bolívar con un respaldo muy precario. Nominalmente cubrían, para esa fecha, apenas 5 meses de importaciones. Pero como más del 70% de estas reservas están en oro, de difícil liquidación por haberse traído al país, la cobertura de importaciones es, en la práctica, bastante menor.

Cabe señalar que estas cifras son las peores, en términos de deterioro de las cuentas externas, para América Latina durante el lapso reseñado (2003-2013). ¿Para qué ha servido entonces el control de cambios si ha producido resultados tan negativos?

¿Por qué el control de cambios cuando hay bonanza?
El control de cambios actual se ha implantado durante una época en la cual el país ha obtenido los mayores ingresos de divisas en toda su historia. El Gráfico N° 1 muestra la entrada de dólares por exportaciones, petroleras y no petroleras, entre 1960 y 2012. Ahí se evidencia que, desde 2004, el promedio anual de dólares por habitante producto de la venta de petróleo en los mercados mundiales duplicó el ingreso por este concepto de 1980 y 1981, los mayores previos al período actual. En los años 2008, 2011 y 2012, lo ingresado por habitante casi triplica las cifras máximas de 1980 y 81. Es, por tanto, un verdadero contrasentido mantener un control para racionar la divisa, dada la abundancia inusitada de dólares que entran a Venezuela. Cuando el mercado cambiario era libre la entrada de divisas era bastante menor.
FUENTE: BCV; INE; y cálculos propios
Por otro lado, las cifras del Banco Central evidencian que una tercera parte de éxodo de capital por la cuenta financiera entre 2003 y el primer trimestre de 2013 se debe al sector público, la mayor parte concentrada en la subcuenta otra inversión (Gráfico N° 2). Cabe señalar que los 49.677 millardos que expatrió el sector público por la cuenta financiera durante este período representan el 97,8% del total sacado por este sector desde que el Instituto Emisor publica cifras confiables al respecto (1946). Puede concluirse con propiedad, por ende, que el control de cambio ha tenido como objetivo principal reservar a los que administran el sector público el usufructo discrecional de una porción significativa de las divisas, racionándolas para el resto de la sociedad.
¿Por qué el sector público es ahora agente importante en la salida de divisas, cuando previo a 2003 no lo era? Observando la subcuenta otra inversión entre 2003 y el primer trimestre de 2013 (Gráfico N° 3), puede observarse que, para el sector privado, el grueso de la salida de capital corresponde al pago de créditos comerciales, casi $80 millardos. Para el sector público también –unos $33 millardos-, la mayor parte pagos de PdVSA a sus proveedores, pero se observa adicionalmente salidas importantes en monedas y depósitos ($22 millardos) y por la partida otros ($19,9 millardos). La expatriación de $42 millardos por el sector público registrada en estas dos últimas partidas durante el lapso reseñado tendría, en principio, dos explicaciones.
La primera, que estos registros constituyen simplemente un manejo contable para equilibrar las cuentas externas, porque el Ejecutivo falsea los datos de exportación petrolera, sobrestimándolos, para esconder el descalabro que sufrió PdVSA luego de la expulsión de 20.000 de sus empleados y trabajadores más calificados en 2003. Cabe señalar que el Monthly Report de la OPEP registra una producción petrolera 22,1% inferior a la señalada por el Gobierno Nacional, para el período 2003-2012, diferencia que debe reflejarse también en los ingresos que percibe el país por exportación de hidrocarburos. Si la entrada de dinero por exportación de petróleo es, en realidad, menor a la declarada, es menester cubrir este “error” registrando una salida compensatoria de capital por la cuenta financiera. No obstante, indagar sobre las cifras reales de producción petrolera deberá esperar otro artículoAquí no se examinará.

FUENTE: BCV
La segunda explicación es que, simplemente, el Ejecutivo ha procurado tener en cuentas externas (moneda y depósitos) y a través de la partida otros, una reserva formidable de recursos para fines estratégicos (Fonden y otros fondos en dólares) y “ayudas” a países “amigos”. En abono a esta segunda explicación, se observa que, en momentos críticos, el gobierno ha repatriado importantes sumas a través de estas dos partidas. En efecto, en 2009, al desplomarse los precios y, por ende, los ingresos petroleros, la balanza de pagos registró una entrada de 3,3 millardos moneda y depósitos y de 3 millardos por la partida otros. Nuevamente, en 2012, año decisivo para la Revolución Bolivariana pues se jugaba su permanencia en el poder en elecciones presidenciales, fueron ingresados al país por el sector público $10.9 millardos por la partida moneda y depósitos. Ello habría contribuido a incrementar el gasto fiscal y parafiscal (misiones y Fonden financiados por PdVSA) ese año con fines proselitistas.
El racionamiento de divisas al sector privado
¿Por qué se racionan las divisas al sector privado? En primer lugar es menester señalar que el control de cambio, con ajustes del precio del dólar espaciados en el tiempo, ha sobrevaluado significativamente el bolívar. Cálculos propios señalan un tipo de cambio de equilibrio en torno a 12 y 13 bolívares por dólar para finales del primer semestre de 2013 (según la acepción deParidad del Poder Adquisitivo -PPA). Ello simplemente recoge el hecho de que la devaluación habida desde 1997 ha sido significativamente inferior al diferencial de inflación entre Venezuela –alta- y la de sus principales socios comerciales, mucho más baja. El tipo de cambio oficial estaría sobrevaluado en un 50% de acuerdo con estas estimaciones. Ello hace que las importaciones sean comparativamente más baratas que la producción local, por lo que las primeras han venido desplazando a la oferta doméstica en la satisfacción de la demanda interna. Para finales de 2012, ésta se satisfacía en una tercera parte a través de importaciones. Hace 14 años, esta proporción era de apenas 17,3%. Las importaciones de 2012 casi cuadruplicaron las del último año del gobierno de Caldera. Esta sobrevaluación deliberada a través de una política de anclaje cambiario ha contribuido a arruinar a los productores domésticos (industriales y agropecuarios), pero en absoluto ha contenido la inflación.
FUENTE: BCV
Cabe señalar, por otro lado, que el monto asignado por CADIVI para atender estas importaciones es apenas una fracción del total. Es decir, al reservar parte importante de las divisas para el usufructo discrecional de quienes controlan el Estado, quedan cantidades cada vez menores para atender las necesidades de importación y otras de interés para los venezolanos de a pie (becas, remesas, viajes, etc.). Para 2012 solo un 38,4% del total importado era cubierto con asignaciones de CADIVI o del Convenio de Pagos Recíprocos de ALADI a la tasa oficial. Esto significa que el 61,6% restante se cubrió a través de otros mecanismos: el SITME –hoy desaparecido- y el mercado paralelo (ilegal) a tasas muy superiores. La otra cara de esta insuficiencia es que, de los ingresos registrados por exportación petrolera, menos del 50%, en promedio, fueron entregados por PdVSA al BCV durante los últimos seis años (Gráfico N° 4).
Es obvio, entonces, que, con un dólar artificialmente barato (Bs. 6,30; antes 4,30), una propensión a importar que  multiplica varias veces la de 1997 y un acaparamiento de divisas para usos no transparentes del sector público, la restricción y racionamiento de divisas para el sector privado a la tasa oficial es inevitable. Evidente es, también, que este desequilibrio entre una oferta restringida y una demanda exacerbada por lo caro que están los bienes a lo interno de la economía, lo insensato de conservar los ahorros en una moneda que pierde valor y la inseguridad de los negocios domésticos, dispara el precio del dólar en el mercado paralelo. Las cotizaciones más recientes quintuplican la tasa oficial.
                      FUENTE: BCV; CADIVI; y cálculos propios.
El fracaso del SICAD
En este contexto el gobierno nos quiere hacer creer que, con la apertura de una extraña subasta a través del Sistema Complementario de Adquisición de Divisas (SICAD) en las que habrán de transarse este año unos $3 millardos, se podrá “controlar” la situación y hacer bajar el dólar paralelo que viene sirviendo, cada vez más, de referencia marcadora de los precios internos. Pero la cantidad ofrecida es apenas una fracción de lo requerido para sufragar las importaciones de quienes no se les asignan dólares de CADIVI. Además, el sistema tiene numerosas fallas. La primera, que no está claro el criterio para seleccionar a los “ganadores” de las subastas, por lo que las ofertas de los participantes tiende a ser errática, sin una tendencia previsible que contribuya a estabilizar el precio de la divisa. En segundo lugar, el BCV se niega a revelar el precio al que han sido asignadas las divisas en estas dos primeras subastas, por lo que, en absoluto, puede servir de referencia para bajar el dólar paralelo. Tercero, la naturaleza policial con la que han sido instrumentadas estas subastas, exigiendo una cantidad de requisitos y controles a posteriori para asegurar que los dólares asignados fueron realmente utilizados para los fines declarados, contraría totalmente la intención de bajar el dólar paralelo. Como está concebido, el SICAD es simplemente otro CADIVI, pero poco transparente, igual de engorroso y (bastante) más caro.
Finalmente, todo indica que, a pesar de lo que indicarían las cifras oficiales de exportación petrolera comentadas, hay una escasez real de divisas, lo que ha obligado al BCV a “quemar” las pocas reservas líquidas (las que no están en oro), para alimentar el sistema. La poca transparencia de las subastas y su inefectividad para estabilizar un precio alterno del dólar disuade la entrada de oferentes privados de divisas, quienes prefieren vender en el mercado paralelo, muchísimo más rentable. El SICAD es, en el mejor de los casos, una excusa para camuflar –de cara a las elecciones de diciembre- la inevitable devaluación del bolívar.
La obvia solución
El Ejecutivo debe cerrar SICAD que consume tiempo y recursos, sigue restringiendo el acceso a la divisa y es costoso, ineficiente y contraproducente. Es menester legalizar el mercado paralelo, sin restricción alguna, para cubrir las insuficiencias de CADIVI. Habría, por ende, dos mercados cambiarios, el oficial, con un dólar a 6,30 bolívares y un mercado libre, de cotización variable, pero que tendería a estabilizarse con el tiempo en torno a sus valores de equilibrio, si se acompaña de las políticas adecuadas. Desde luego, esta propuesta no tendría ningún sentido si no se revierten y neutralizan las políticas de acoso y exterminio del sector privado que se vienen aplicando, y se establezcan reglas claras y creíbles que le devuelvan la confianza a los agentes económicos –productores, inversionistas, trabajadores, comerciantes y consumidores- sobre el devenir del país. Como CADIVI no cubre la demanda, el dólar oficial se reservaría al comienzo para las importaciones de alimentos, medicamentos, insumos productivos y otras transacciones prioritarias (¿Como definir esto; quienes lo definirían?). Al mercado libre se transferirían todas las demás transacciones, incluyendo demanda para viajes y remesas, y se permitiría la venta, sin restricción, de exportadores distintos a la industria petrolera y de cualquier oferente privado de divisas. ¿El gobierno no se la pasa haciendo alarde del potencial exportador de Venezuela para justificar nuestro ingreso a Mercosur? Pues, las ganancias cambiarias serían un poderoso estímulo a la competitividad, y para financiar la inversión, recuperar el tiempo perdido y los destrozos en muchas empresas, tras años de acoso. Con el tiempo, suponiendo las condiciones macro y microeconómicas apropiadas, la reactivación productiva de la economía doméstica prepararía las condiciones para una eventual unificación cambiaria. Con programas focalizados y eficaces de transferencia a sectores de la población –para eso captamos enormes rentas- se evitarían los impactos más negativos de la subsecuente devaluación sobre el costo de la vida, mientras el desarrollo de la productividad laboral mejore progresivamente los salarios.
La lógica objeción a esta propuesta es que este gobierno, aprisionado por un discurso retrógrado que alimenta un apoyo fanatizado, es contrario, por naturaleza, a que se instrumente. ¿Pero existen alternativas viables?



[1] El ajuste en el valor de la divisa debe compensar el diferencial entre la inflación doméstica y la de los socios comerciales internacionales.

[2] La “Caja de Conversión” en Argentina, implantada por Domingo Cavallo, ministro de Hacienda del presidente Menem y el Plan Real en Brasil, instrumentado por Fernando H. Cardoso cuando fue ministro de Finanzas del presidente Itamar Franco, contaron con un mercado cambiario libre. No sujeto a control.


[3] Cifras del BCV. Incluye el primer trimestre de 2013

humgarl@gmail.com

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