martes, 1 de abril de 2014

LOS CASTRO EN PÁNICO

            Beatriz de Majo

 

¡Qué lástima da con los hermanos cubanos,  que después de 5 décadas de penurias, los Castro se percaten de que han asfixiado toda la iniciativa privada y, sedientos de inversiones como lo están, con su país hecho jirones, ahora  se dispongan a abrirle la puerta al capital extranjero .
Pero no nos engañemos: la cubana no es más que una apertura de papel. Aunque se liberan disposiciones que actuaban como inhibidores del flujo de dinero fresco y se establecen condiciones atractivas en cuanto a la tributación, en otros terrenos como el laboral, las restricciones y controles impuestos a través de la nueva normativa legal hacen impracticables las inversiones foráneas en el país caribeño.
Cuba en las épocas recientes no ha contado sino con Venezuela en el continente para sostener su maltrecha economía, generarle ingresos, participar en el lucrativo negocio de la reventa petrolera, exportar sus servicios médicos y otros a precios impracticables para terceros países, y realizar en suelo patrio inversiones vitales. Además, el gobierno de Chávez y el de Maduro han servido de  puntas de lanza hemisféricas  para mantener vivos los trasnochados postulados comunistas que no tienen vida dentro de la modernidad, y han sido útiles para continuar la guerra sin cuartel contra los americanos - culpables por su bloqueo de todos los males cubanos-  y para hacerse de una presencia continental  tanto bilateral como multilateral.
Cuba no tendría relevancia alguna en el vecindario latinoamericano si no fuera porque la revolución chavista la apuntaló, le dio de comer, le generó negocios, permitió el enriquecimiento de sus dirigentes y le aseguró un puesto a su lado entre los izquierdosos del continente. Pero ocurre que desde hace meses el régimen venezolano hace aguas por todos sus frentes y el gobierno cubano ha comenzado a mirar con terror los tiempos que vienen sin el sostén multimillonario de nuestro país.
Pero lo peor que puede pasarle los dictadores cubanos es que el movimiento estudiantil venezolano lleve a buen puerto su proyecto de socavar la perversa estructura que aún mantiene -a duras penas- al madurismo y que una iniciativa como la de nuestros jóvenes en Venezuela  se torne metástasica en Cuba. Nuestros estudiantes están triunfando en poner de relieve las carencias de los venezolanos y en concitar la expresión del disgusto del hombre de a pie. Nuestros jóvenes han tornado a la población refractaria al miedo, retadora ante la represión y rebelde en cuanto a la calidad de vida que la revolución les ha impuesto.
Es solo cuestión de que los  jóvenes cubanos le ofrezcan a su generación y a sus mayores el escenario de un futuro promisorio. Si los nuestros van a tener éxito ¿por qué los cubanos no? Démosles una mano. 
Venezuela será primero. Cuba vendrá después.

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