EDUARDO FERNANDEZ
Dijo San Pablo: “Hay que insistir con ocasión y sin ella”. Seguramente se refería a la necesidad de predicar la “Buena Nueva” o sea, el Evangelio, con ocasión y sin ella.
En mi caso, se trata de insistir en lo que hay que hacer para sacar a Venezuela de esta crisis tan grave y prolongada.
Lo primero es superar la polarización y la fractura de la unidad nacional. Dicho de otro modo, hay que construir un clima de unidad nacional. He citado muchas veces la frase de la Sagrada Escritura: “Reino dividido no prevalecerá”. Venezuela, hoy, es un reino dividido.
Es una nación fracturada. Con un país fracturado no podemos avanzar. Y estamos divididos por razones políticas, pero además por razones económicas, sociales, culturales y morales. No somos un país. Somos un archipiélago. Con el agravante de que ninguno de los pedazos que integran ese archipiélago tiene fuerza suficiente para tomar las medidas que la crisis demanda.
Menciono un ejemplo. Una de las medidas que tienen que tomarse es la de racionalizar el precio de la gasolina. Esa medida tenía que haberse tomado hace varias décadas. Ningún gobierno tuvo el coraje de hacerlo. El actual gobierno se gastó un dinero en una campaña para sensibilizar a la opinión pública acerca de la necesidad de tomarla. Pero no se atreven a tomarla. Se sienten muy débiles para hacerlo.
A veces pienso en un gobierno de la MUD y me sospecho que tampoco se sentirían suficientemente fuertes para tomar esa y las otras medidas necesarias para enderezar a Venezuela. Haría falta un gobierno de unidad nacional, de gran amplitud, con un apoyo muy grande para que puedan tomarse todas las medidas que aconseja la situación.
No se trata de un gobierno estructurado a partir de pactos políticos hechos por cúpulas partidistas de un gobierno débil o de una oposición incoherente. Se trata de un gobierno que asuma un programa de unidad nacional y que, por lo mismo, reciba un respaldo muy grande para llevar a cabo los cambios radicales que las circunstancias exigen.
Por eso, el primer punto en el decálogo que propongo para el cambio que Venezuela necesita, es el de construir un clima de unidad nacional.
Sustituir la cultura de la confrontación por la cultura del diálogo, de la tolerancia, del respeto a la diversidad y de la búsqueda de los consensos que nos permitan resolver los problemas del país.
Seguiremos conversando.
En mi caso, se trata de insistir en lo que hay que hacer para sacar a Venezuela de esta crisis tan grave y prolongada.
Lo primero es superar la polarización y la fractura de la unidad nacional. Dicho de otro modo, hay que construir un clima de unidad nacional. He citado muchas veces la frase de la Sagrada Escritura: “Reino dividido no prevalecerá”. Venezuela, hoy, es un reino dividido.
Es una nación fracturada. Con un país fracturado no podemos avanzar. Y estamos divididos por razones políticas, pero además por razones económicas, sociales, culturales y morales. No somos un país. Somos un archipiélago. Con el agravante de que ninguno de los pedazos que integran ese archipiélago tiene fuerza suficiente para tomar las medidas que la crisis demanda.
Menciono un ejemplo. Una de las medidas que tienen que tomarse es la de racionalizar el precio de la gasolina. Esa medida tenía que haberse tomado hace varias décadas. Ningún gobierno tuvo el coraje de hacerlo. El actual gobierno se gastó un dinero en una campaña para sensibilizar a la opinión pública acerca de la necesidad de tomarla. Pero no se atreven a tomarla. Se sienten muy débiles para hacerlo.
A veces pienso en un gobierno de la MUD y me sospecho que tampoco se sentirían suficientemente fuertes para tomar esa y las otras medidas necesarias para enderezar a Venezuela. Haría falta un gobierno de unidad nacional, de gran amplitud, con un apoyo muy grande para que puedan tomarse todas las medidas que aconseja la situación.
No se trata de un gobierno estructurado a partir de pactos políticos hechos por cúpulas partidistas de un gobierno débil o de una oposición incoherente. Se trata de un gobierno que asuma un programa de unidad nacional y que, por lo mismo, reciba un respaldo muy grande para llevar a cabo los cambios radicales que las circunstancias exigen.
Por eso, el primer punto en el decálogo que propongo para el cambio que Venezuela necesita, es el de construir un clima de unidad nacional.
Sustituir la cultura de la confrontación por la cultura del diálogo, de la tolerancia, del respeto a la diversidad y de la búsqueda de los consensos que nos permitan resolver los problemas del país.
Seguiremos conversando.
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