ENRIQUE MELENDEZ
Familiares y allegados del ex presidente Rafael Caldera se preparan para conmemorar el próximo año, el centenario de su nacimiento y ya han comenzado a publicar la biblioteca Rafael Caldera, uno de cuyos libros, titulado “Frente a Chávez”, ha comenzado a circular. Su autor es Rafael Tomás Caldera Pietri, filósofo, académico e hijo del ex gobernante, quien nos recibe en el antiguo Escritorio Liscano, la oficina de su padre, que aún conserva su decoración original de mediados del siglo pasado.
¿Por qué nace la iniciativa de editar un libro en torno a la circunstancia de Rafael Caldera frente a Hugo Chávez?
— La idea nace porque el 24 de enero de 2016 se cumplirán cien años del nacimiento, con eso en mente sus familiares y algunos allegados hemos comenzado a publicar una biblioteca Rafael Caldera, de la cual este es el cuarto libro. El primero se llamaba “La Venezuela civil”, el segundo “Los desafíos a la gobernabilidad democrática”, el tercero “Justicia social internacional” y aparece este libro que está compuesto por varias partes, un tanto dispersas.
Diera la impresión de que se trata de un libro “collage” a lo Julio Cortázar, pues hay un prólogo suyo, unas reflexiones de Juan José Caldera y luego extractos de entrevistas que le hicieron al ex presidente. ¿No le parece?
— Sí, como un collage, porque si tú piensas por un momento en la figura de Rafael Caldera, reconoces que estás frente a un hombre, cuya vida pública abarca desde 1936, hasta 1999. En el año 1936 tiene 20 años, pero es subsecretario de la recién creada Oficina Nacional del Trabajo y es redactor de un proyecto de Ley del Trabajo.
¿El ex presidente Caldera formó parte de la comisión encabezada por Jóvito Villalba, que entró a Miraflores a instancias de Eleazar López Contreras, con motivo de la manifestación que el 14 de febrero de 1936 llegaba hasta las puertas del palacio presidencial?— Sí, participó de esa comisión y en la manifestación él habla, y es por eso que digo que se trata de un hombre, cuya vida pública abarca el siglo XX, prácticamente, si pensamos que el siglo XX en Venezuela comienza en el año de 1936, como dijo Mariano Picón Salas.
Segundo, y que es una cosa muy importante: es el único presidente civil electo en forma democrática, que gobierna dos períodos completos. Eso significaría que tú no puedes entender la historia de Venezuela sin considerar el pensamiento y las ejecutorias de Rafael Caldera. Te faltaría un elemento fundamental. Por eso estamos publicando este texto “Frente a Chávez”, porque de pronto uno se encuentra con la conseja, el ruido, para recibir la voz y el pensamiento, que te dice: “Ah, no, pero él tuvo la culpa”. Entonces hay que enfrentar eso, hay que encuadrar eso históricamente, para que se entiendan las circunstancias en las que se tomó una decisión, y cuáles fueron las consecuencias posteriores, etcétera, porque, si no, estamos como poniéndole una barrera que impide percibir el pensamiento, y las realizaciones de una de las figuras protagónicas de la democracia civil del siglo XX.
¿Qué leyendas urbanas se pueden encontrar en este libro “Frente a Chávez”?— Las leyendas comienzan, primero, con una de las más generalizadas: “Caldera resucitó el 4 de febrero”. Según esa leyenda, el ex presidente había desaparecido de la escena pública. Pues allí en el texto está documentado a través de testimonios de prensa y/o de encuestas de opinión que para la fecha del 4 de febrero ya Caldera lideraba la opinión.
Hay una cosa muy importante que la gente olvida, cuando recuerda con justicia el 4 de febrero, y es que, después de “El Caracazo” (febrero de 1989), Caldera tiene una intervención en el Senado de la República, que es retransmitida en cadena nacional, y que el gobierno ha reproducido muchas veces, porque supone un espaldarazo a la democracia.
Caldera visita, además, a Carlos Andrés Pérez en Miraflores, para reiterar el apoyo a la democracia, pidiendo, simultáneamente, una rectificación de las políticas económicas, porque él siempre estuvo en desacuerdo con los planteamientos del consenso de Washington. Bueno, eso es tan importante, que Carlos Andrés Pérez lo invita más adelante a la reunión del Centro Carter.
Claro, cuando ocurren los acontecimientos del 4 de febrero, y aparece Caldera en el Congreso, éste dice: “Ya habíamos advertido de esto. Ahora, no es simplemente que hay reflexionar sobre lo que estamos haciendo, hay que rectificar, hay que cambiar el rumbo que se ha tomado. El rumbo es equivocado y lo están demostrando los hechos”. Esa es una de las leyendas, que tú te vas a encontrar allí. Después, te encontrarás, por ejemplo, una carta sumamente interesante, dirigida por Rafael Caldera al periodista Juan Carlos Zapata, y en respuesta a lo que había dicho Zapata en un artículo en el diario “Tal Cual”: “Caldera tendrá que explicar cómo se negoció el indulto a Chávez”. Eso no fue ni indulto ni fue negociado ni hay otra cosa que explicar, sino las circunstancias en las que se tomó la decisión, y eso está claramente dicho ahí en la carta a Juan Carlos Zapata.“
Hay una pregunta que la gente no se hace con frecuencia y es el hecho de porqué Chávez, para entender quién fue Chávez y luego reconstruir la República civil. Chávez es el regreso tradicional al autoritarismo, al caudillismo y, además, militar, y cuando uno lo ve así se da cuenta de que la República civil fue una excepción en nuestra historia, que costó esfuerzo construirla.
El Discurso del 4F
¿En qué consistió el célebre discurso de Rafael Caldera en el Congreso de la República, el 4 de febrero de 1992, que se ha tomado como una apología a la intentona golpista de esa fecha?
— El 4 de febrero Caldera habla de cuatro factores: el entendimiento entre los dirigentes políticos, para mantener la democracia, la apertura del empresariado al sentido social y a la promoción de los trabajadores; la respuesta del pueblo a favor de la democracia y, muy importante: que los militares tuvieran sólo un rol profesional, no deliberante en política. Claro, todo esto cambia, después con la entrada de Chávez, y no podemos reconstruir una República civil, al menos que volvamos a ordenar esos factores. Es aquí donde uno se pregunta: ¿pero qué pasó con nuestra democracia, que fue ejemplo en la América Latina? En la filosofía política está establecido que las instituciones tienden a perder fuerza, hay que alimentarlas y retroalimentarlas. En el caso nuestro hubo como un proceso de formación de oligarquías.
¿De qué manera surgió el rechazo a los partidos políticos?
— Los partidos se fueron separando un poco de la dinámica del país y cada vez se sentía más como un rechazo a lo que pudiera estar ocurriendo, por ejemplo, en el Congreso de la República, tanto que llegó a hablarse de un “fujimorazo”, como un deseo de la gente. Por otra parte, el empresariado y las elites económicas se inficionaron de las ideas de Margaret Tatcher, Ronald Regan, del Fondo Monetario Internacional y se perdió de vista el contenido social de nuestra democracia.
Es muy importante notar desde el primer momento que la democracia venezolana tiene un contenido social, y si tú ves los tres primeros períodos de la democracia, todos insisten y continúan la obra de la salud, la educación, el trabajo, la vivienda, porque la democracia no es un fin en sí misma, como sí un modo de vida para la promoción del pueblo. Si tú dejas de lado la promoción del pueblo, nada tiene de extraño que, por supuesto, se produzca una desafección al régimen democrático.
Pero tú ves a Caldera en los años ochenta luchando por la Ley del Trabajo, cosa que logró. Pero luchando también por la reforma constitucional, para lograr incorporar a la democracia representativa algunos elementos de la democracia participativa. Por ejemplo, los referenda, que después se incorporaron a la Constitución de 1999, que era un modo de darle vida a las instituciones representativas, sin eliminarlas.
En la reforma constitucional no tuvo éxito, no lo acompañó el estamento político, que se negó a la reforma constitucional, lamentablemente; porque nos hubiera ahorrado un proceso constituyente inútil, en ese sentido.El Sobreseimiento
¿Se le ha evaluado a Caldera con justicia? ¿Tenía él otra alternativa en su momento histórico, en cuanto a su relación con Chávez?
— Una cosa bien importante, aunque trivial: Caldera no conocía en persona a Hugo Chávez. De hecho, la primera vez que se encuentran personalmente es cuando Chávez va como presidente electo a visitarlo a Miraflores y en esa reunión, por cierto, le pidió disculpas por los insultos en la campaña electoral. En la respuesta a Juan Carlos Zapata, Caldera le aclara que no se trata un indulto, sino un sobreseimiento, decisión que se toma por interés nacional. El indulto es el perdón de alguien que está incurso en una pena, y sancionado. Todos los años suele haber indultos en pascuas, etcétera. De modo que lo que se hizo aquí fue un sobreseimiento, que es decir: “déjese de lado esto, no se juzgue este punto, porque no es conveniente para el interés nacional”.
Era obvio que era conveniente para el interés nacional, si se toma en cuenta que todo el país reclamaba por una parte, la libertad de Chávez, por otra parte, como la entendía Caldera, el país tenía que volver a la normalidad y a la paz. Mantener a Chávez en prisión y, además, no había sido juzgado, y su juicio se postergaba por distintas razones, habiendo salido, además, los otros militares, que lo acompañaron el 4 de febrero, era crear una situación excepcional que hubiera perturbado la vida de la República.
¿Qué otra cosa se le reclama a Rafael Caldera en relación a Hugo Chávez?— Alguna gente con poco conocimiento del caso se pregunta: “Bueno, ¿por qué no lo inhabilitó?” Porque el presidente de la República no tiene facultades para inhabilitar a nadie. De hecho, Salom Meza Espinoza estando preso, salió diputado, y para asumir la curul, quedó en libertad.
La intromisión de La Habana
¿Cómo contribuir a una salida pacífica y constitucional al momento histórico que vive Venezuela?
— Es muy importante, para que haya una salida pacífica y constitucional, en primer lugar darse cuenta de que hay una intromisión continua de La Habana en los asuntos de Venezuela, me refiero a la dirigencia chavista, no a la oposición. Una toma de conciencia de que los asuntos de Venezuela los tenemos que resolver los venezolanos. No se pueden resolver en La Habana, pues allá tienen otros intereses.
En La Habana están negociando con Estados Unidos, que es una situación muy distinta a la nuestra. Si logramos sacar ese elemento perturbador de la política venezolana, como nunca lo había sido hasta entonces, podemos volver a plantearnos el estado de derecho. La Constitución nos da un marco de acción, en el cual podemos movernos, pero si hay injerencia extranjera no, porque eso no responde a los intereses de Venezuela. Te pongo un ejemplo concreto: ¿qué está ocurriendo en el Esequibo? ¿Por qué el gobierno está silencioso frente a lo que ocurre en el Esequibo? Porque a Guyana la respalda Cuba, y no hay derecho que nosotros perdamos la salida al Atlántico, porque Guyana haya decidido, unilateralmente, que ellos tienen derecho sobre el Delta.
Hay que darse cuenta, por otra parte, de que el país no se puede plantear en términos de confrontación. Fue quizás lo más negativo que introdujo Chávez en la vida del país. Desde su primer discurso, siendo presidente electo, aquí en la avenida México (Caracas), ya él dijo: “Yo no soy presidente de los corruptos…”; a partir de ahí comenzó a establecer una distinción, si tú tienes presente que el presidente es de todos los venezolanos.
Hay que volver también a la idea de que Venezuela la tenemos que construir entre todos, que podemos comprendernos, que podemos discutir nuestros problemas, y que los problemas son muy serios. Uno no sale del asombro viendo las dificultades económicas que tenemos actualmente, y lo poco que se hace para resolverlo. Afortunadamente, tenemos una coyuntura en la cual más bien los representantes de los sectores económicos están dispuestos a colaborar, para sacar al país adelante.
El Centenario
¿Qué otro proyecto tiene usted para el futuro?— Bueno, permíteme limitarme a lo que se está haciendo respecto del centenario de Rafael Caldera. Tenemos previsto continuar con la publicación de la biblioteca y, en ese sentido, tenemos previsto un libro colectivo, donde autores varios evalúan aspectos diversos de la personalidad de Rafael Caldera. Tenemos previsto para el año que viene en el año centenario, un coloquio donde participen incluso, autores internacionales, de tal manera que puede significarse la efemérides que, como te decía al comienzo, tiene mucha importancia para la vida republicana.
Francisco y el cambio
¿Desde su óptica de estudioso de los temas teológicos, cuál es su opinión sobre el papa Francisco y su importancia? ¿Francisco ha cambiado en profundidad a la Iglesia?
— Es muy grande la importancia del papa Francisco, por la acogida que ha tenido su voz y su figura en el mundo. El papa Juan Pablo II, que fue un hombre también de una proyección excepcional, dijo en uno de sus documentos: “La Iglesia tiene que volver a evangelizar, tiene que volver a salir”.
El papa Francisco, cuando comienza su pontificado, cita a Juan Pablo II y dice: “Bueno, pero hay que hacerlo”. Si algo es característico del papa Francisco es que, más que decir, hace, va al encuentro con la gente. Tiene un gran don de cercanía a la gente. Tiene una gran sensibilidad con respecto a la pobreza, al sufrimiento.
En cuanto al cambio de la Iglesia, yo creo que lo ha acentuado: un cambio que viene en la Iglesia desde el Concilio Vaticano II, Juan Pablo II, él lo está intentando. Está intentando la reforma de curia romana, pero yo la podría calificar, quizás de un modo imperfecto, de secundaria respecto a la vida de la Iglesia, ya que su fin lo que persigue es agilizar los asuntos internos de la iglesia.
Pero lo que ha aportado su pontificado es el haber dado el gran empujón con decir eso: “Caramba, vamos al encuentro con la gente. La cercanía del Evangelio, la alegría del Evangelio. Vamos, no podemos estar mirándonos el ombligo”. El papa Francisco usa esas expresiones.
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