AXEL CAPRILES
Contra el gobierno provoca ir, sin duda, con todo, el problema es que por ir con todo podríamos terminar yendo con nada. Echar para adelante todos los mecanismos democráticos que tenemos a la mano, una campaña para pedir la renuncia voluntaria del presidente, la activación del referéndum revocatorio, la enmienda constitucional y la convocatoria a una asamblea nacional constituyente, luce racionalmente posible pero no realista. La simultaneidad y multitud de caminos para llegar a un fin no solo recuerdan el viejo refrán “quien mucho abarca, poco aprieta”, sino que no toma en cuenta los incontables obstáculos para activar el único resorte que puede hacer efectivo cualquiera de esos recursos: la movilización popular.
Hay formas procedimentales y razones de tiempo que hacen de la propuesta #VamosConTodo un enunciado en cierta forma falaz. Si el presidente mansamente acude al llamado popular y renuncia amorosamente a su cargo, es obvio que no se activaría el referéndum revocatorio, así como la preparación para una asamblea general constituyente requiere tal nivel de dedicación que hace imposible dedicarse simultáneamente a otras actividades. Todo hace pensar, entonces, que la ruta no es simultánea sino secuencial, y que los distintos mecanismos pacíficos ocurrirán de manera progresiva. Es decir, en la medida que uno de ellos sea inefectivo se pasaría al siguiente y se llegaría por último a la asamblea general constituyente. Pero, como cada una de las propuestas tiene debilidades que serán utilizadas y ahondadas por el poder, es probable que el proceso se alargue indefinidamente mientras la crisis económica y social avanza a un ritmo distinto del tiempo político. De ser efectivas algunas de las rutas, el resultado de las propuestas puede llevar al desencanto popular por el cúmulo de expectativas depositadas en ellas. El referéndum revocatorio, por ejemplo, solo revoca al presidente pero deja intacto el resto de los poderes públicos y, por ende, gran parte del orden establecido. El cambio se haría, nuevamente, esperar. Una población sumida en la supervivencia, la desesperanza y el desamparo requiere de un llamado de gran aliento para respaldar los mecanismos políticos. Además, la incógnita de todo este proceso es la paz, la voluntad del gobierno bolivariano de aceptar las decisiones democráticas en paz, y esta solo la podemos preservar con un firme y masivo apoyo popular a una sola de la rutas que prometa y permita una solución completa y definitiva.
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