domingo, 27 de marzo de 2016

EL PARTO DE LOS MONTES

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                    ELIAS PINO ITURRIETA

La crítica a la oposición es necesaria, especialmente si los anuncios de su resurrección no concuerdan con la realidad. Ese es o debe ser el trabajo de los opinadores habituales, pero también el de los ciudadanos comunes que no tienen acceso a los medios de comunicación. Si nos plantamos en la celebración de las elecciones parlamentarias, sin advertir lo que ha sucedido después, le hacemos flaco servicio a los intereses de la república. En consecuencia, deben aguantar los líderes lo que se les reproche desde la tribuna de la prensa, o desde la intimidad de las tertulias, no en balde están en su trabajo para eso, para aguantar dardos en el curtido pellejo, especialmente si la impaciencia predomina en el momento de hacer los primeros inventarios de una acción que no ha pasado de ser lo más parecido al parto de los montes.
Miremos hacia la última convocatoria de la MUD para una concentración masiva. Seguramente dará luces sobre lo que se pretende advertir. La sociedad vive una de sus crisis más pronunciadas, capaz de tocar los intereses de las mayorías, capaz de originar legítimas reacciones de repudio, pero la reunión promovida por la oposición fue apenas una congregación corriente que no se distinguió por el número de participantes, ni por el énfasis que ellos manifestaron en su repudio contra el régimen. Mitin sin calor ni compañía, discursos como los de siempre, de esos que no tocan la fibra del público, ni siquiera de unas personas agobiadas por la situación, resumen lo más característico de una reunión que, así como en Caracas, se repitió sin mayores variantes en otras localidades grandes y medianas. No queda más remedio que vincular la debilidad de tales juntas con problemas que atañen a los convocantes.
Para ganar las parlamentarias, los candidatos que ahora dominan los escaños de la AN anunciaron un cambio que estaba a la vuelta de la esquina. Hasta se atrevieron a ponerle fecha, mientras la euforia de una victoria apabullante alimentaba el volumen de sus declaraciones. Todo se concretará en cuestión de seis meses, llegaron algunos a afirmar, como si estuvieran frente a un trabajo de fácil desenlace. En un semestre existirá un país distinto, fue la impresión que transmitieron a unos oyentes dispuestos como nunca a la credulidad. Miraflores tendrá en breve nuevos habitantes, se pudo pensar ante el énfasis de los tambores que sonaban en medio de una festiva borrachera. Sin embargo, y pese a la profundización de sus desaciertos, a las torpezas que cada día comete, el régimen permanece sin cambios capaces de indicar que se sienten acorralados por los combatientes electos en la víspera. El madurismo persiste como si cual cosa, cada vez más agobiado por sus propias limitaciones, por la multiplicación de sus dislates, pero sin que muestre incapacidad para lidiar con las fuerzas que habían proclamado su cercana muerte. El problema debe ser de los atacantes y no del que se defiende en sus trincheras habituales, pudiera concluirse sin temor a exagerar.
Intentemos un inventario rápido de los problemas de la MUD: la soldadura del rompecabezas como si fuera cosa semejante al pasatiempo de ayer, llevadero y previsible; cada partido marchando de su cuenta, especialmente aquellas organizaciones presas de sus presos; los egos desbocados, como si estuviéramos en la proximidad de una elección presidencial que obligaría a escoger al portador de las insignias nacionales y a los titulares de los ministerios; más conductas individuales que las imprescindibles, y desatención de los esfuerzos de coordinación, como si se hicieran batallas de las antiguas y no se estuviera frente a una autocracia negada a la desaparición y cómoda ante la dispersión y a la lejanía de las sorpresas de quienes la quieren reemplazar. Estas parecen cosas de bulto. Ustedes dirán, respetados amigos, mientras leen en domingo de resurrección, ustedes medirán las exageraciones. Las cosas positivas ya las machacarán los criticados, no faltaba más, si no quieren que las mudanzas anunciadas se apoltronen en el reino de las fantasías. ¿Renuncia Maduro? ¿Nos vemos en la próxima marcha?

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