Diego González Cruz
A ocho años de promulgada la Ley de Hidrocarburos no hay un barril de petróleo nuevo
Desde que la historia registra el concepto de revoluciones -muchas de ellas sangrientas y crueles- que buscan producir cambios sociales, políticos y económicos, para mejorar las condiciones de vida de los más pobres, y que persiguen más libertad, representatividad y autodeterminación, el balance demuestra que esos procesos, en su mayoría, terminaron en grandes fraudes y con un costo muy elevado. Hubo revoluciones contra el poder en Roma, Francia, Inglaterra, México, Rusia y China, para mencionar las emblemáticas. Las excepciones fueron las revoluciones no sangrientas lideradas por Gandhi, Mandela, Gorbachov y Walesa. Una muy especial fue la Revolución Industrial, que después de 1750 cambiaría el mundo hacia una prosperidad que se ha mantenido. Este cambio afirmó el capitalismo, donde la libre empresa, las iniciativas personales y las oportunidades que solo brinda la propiedad privada, se hicieron cada vez más presentes en los países más prósperos del planeta. Al descubierto Veamos la revolución de Pdvsa, la estatal petrolera que llegó a ser referencia de estudio en las mejores universidades del mundo como ejemplo de una corporación estatal exitosa. A partir de 1999, con la frase Ahora Pdvsa es de todos, los actuales gobernantes buscaron hacer creer a los ciudadanos que se estaba haciendo una revolución social. En el 2002 comenzó a descubrirse todo. La "Pdvsa de todos" arrojó a la calle a sus mejores trabajadores y se puso luego de espalda a la mitad de la población nacional. A partir de entonces Pdvsa cambió su misión, dedicándose a fomentar y administrar organizaciones y que sociales, a dirigir empresas para desarrollos urbanos, navales, agrícolas, a manejar empresas de alimentos, línea blanca& y pare usted de contar. Todo este "cambio revolucionario" ha terminado en una gigantesca corrupción, que ahora es cuando comienza a mostrar sus inocultables lados más oscuros. A diez años de promulgada la Ley de Gas no hay el gas que se necesita para las plantas eléctricas, y se ha llegado al colmo de tener que importarlo de Colombia para dar electricidad a Maracaibo. No existe un sistema de gasoductos para llevar el gas por tuberías a todos los Estados del país, para abaratar el costo de la vida, pues al no haber gas en las casas, la gente tiene que usar electricidad o bombonas, productos más costosos. Nada nuevo A ocho años de promulgada la Ley de Hidrocarburos no hay un barril de petróleo nuevo, no hay una nueva refinería, ni una nueva petroquímica. Desde que el Gobierno se hizo de Pdvsa en 1999 y hasta junio de 2009, la empresa estatal ha producido ingresos brutos por 729 millardos de dólares, por ventas en Venezuela y el exterior de petróleo y derivados, y componentes de gas natural y petroquímicos. De estas entradas se han entregado al Fisco 275 millardos de dólares por concepto de regalías, impuestos, dividendos y "aportes para el desarrollo social" al Fonden. Estos enormes recursos no sirvieron para que la industria petrolera mejorara y el país prosperara. Pero sí hubo maletines repletos de dólares, se crearon bancos y casas de bolsas, y se desarrollo la internacionalmente famosa boliburguesía. en su mayoría Los regalos por "solidaridad internacional" también funcionaron. Se regalaron barriles de petróleo, gasolina, gasoil, plantas eléctricas, casas, clínicas, vehículos, bombillos, de todo. ¿Y el venezolano? Bien, gracias. Revolución Una revolución en Pdvsa hubiera sido mejorar su meritocracia, catapultar sus centros de investigación y desarrollo profesional, el Intevep y el CIED, convertirla en un verdadero holding no operador, y crear filiales para atender los negocios medulares con la figura de sociedades anónimas independientes, incrementar la figura del outsoursing en las actividades no medulares para que el empresariado nacional participe en la industria petrolera, llevar la estatal a la Bolsa de Valores para que todos sus empleados fueran accionistas, además del resto de los que están inactivos, ofrecer los 680 prospectos exploratorios en licencias para tener cientos de nuevas compañías privadas; relanzar la Orimulsión para que los países en desarrollo tengan acceso a la energía; y aumentar la producción de petróleo para aprovechar la declinación mundial de crudo en los países no OPEP y tomar esos mercados. El precio de la cesta venezolana llegó a 126,46 USD/barril en julio 2008, lo cual no sirvió para hacer la revolución anunciada. Un fraude nacional
Desde que la historia registra el concepto de revoluciones -muchas de ellas sangrientas y crueles- que buscan producir cambios sociales, políticos y económicos, para mejorar las condiciones de vida de los más pobres, y que persiguen más libertad, representatividad y autodeterminación, el balance demuestra que esos procesos, en su mayoría, terminaron en grandes fraudes y con un costo muy elevado. Hubo revoluciones contra el poder en Roma, Francia, Inglaterra, México, Rusia y China, para mencionar las emblemáticas. Las excepciones fueron las revoluciones no sangrientas lideradas por Gandhi, Mandela, Gorbachov y Walesa. Una muy especial fue la Revolución Industrial, que después de 1750 cambiaría el mundo hacia una prosperidad que se ha mantenido. Este cambio afirmó el capitalismo, donde la libre empresa, las iniciativas personales y las oportunidades que solo brinda la propiedad privada, se hicieron cada vez más presentes en los países más prósperos del planeta. Al descubierto Veamos la revolución de Pdvsa, la estatal petrolera que llegó a ser referencia de estudio en las mejores universidades del mundo como ejemplo de una corporación estatal exitosa. A partir de 1999, con la frase Ahora Pdvsa es de todos, los actuales gobernantes buscaron hacer creer a los ciudadanos que se estaba haciendo una revolución social. En el 2002 comenzó a descubrirse todo. La "Pdvsa de todos" arrojó a la calle a sus mejores trabajadores y se puso luego de espalda a la mitad de la población nacional. A partir de entonces Pdvsa cambió su misión, dedicándose a fomentar y administrar organizaciones y que sociales, a dirigir empresas para desarrollos urbanos, navales, agrícolas, a manejar empresas de alimentos, línea blanca& y pare usted de contar. Todo este "cambio revolucionario" ha terminado en una gigantesca corrupción, que ahora es cuando comienza a mostrar sus inocultables lados más oscuros. A diez años de promulgada la Ley de Gas no hay el gas que se necesita para las plantas eléctricas, y se ha llegado al colmo de tener que importarlo de Colombia para dar electricidad a Maracaibo. No existe un sistema de gasoductos para llevar el gas por tuberías a todos los Estados del país, para abaratar el costo de la vida, pues al no haber gas en las casas, la gente tiene que usar electricidad o bombonas, productos más costosos. Nada nuevo A ocho años de promulgada la Ley de Hidrocarburos no hay un barril de petróleo nuevo, no hay una nueva refinería, ni una nueva petroquímica. Desde que el Gobierno se hizo de Pdvsa en 1999 y hasta junio de 2009, la empresa estatal ha producido ingresos brutos por 729 millardos de dólares, por ventas en Venezuela y el exterior de petróleo y derivados, y componentes de gas natural y petroquímicos. De estas entradas se han entregado al Fisco 275 millardos de dólares por concepto de regalías, impuestos, dividendos y "aportes para el desarrollo social" al Fonden. Estos enormes recursos no sirvieron para que la industria petrolera mejorara y el país prosperara. Pero sí hubo maletines repletos de dólares, se crearon bancos y casas de bolsas, y se desarrollo la internacionalmente famosa boliburguesía. en su mayoría Los regalos por "solidaridad internacional" también funcionaron. Se regalaron barriles de petróleo, gasolina, gasoil, plantas eléctricas, casas, clínicas, vehículos, bombillos, de todo. ¿Y el venezolano? Bien, gracias. Revolución Una revolución en Pdvsa hubiera sido mejorar su meritocracia, catapultar sus centros de investigación y desarrollo profesional, el Intevep y el CIED, convertirla en un verdadero holding no operador, y crear filiales para atender los negocios medulares con la figura de sociedades anónimas independientes, incrementar la figura del outsoursing en las actividades no medulares para que el empresariado nacional participe en la industria petrolera, llevar la estatal a la Bolsa de Valores para que todos sus empleados fueran accionistas, además del resto de los que están inactivos, ofrecer los 680 prospectos exploratorios en licencias para tener cientos de nuevas compañías privadas; relanzar la Orimulsión para que los países en desarrollo tengan acceso a la energía; y aumentar la producción de petróleo para aprovechar la declinación mundial de crudo en los países no OPEP y tomar esos mercados. El precio de la cesta venezolana llegó a 126,46 USD/barril en julio 2008, lo cual no sirvió para hacer la revolución anunciada. Un fraude nacional
No hay comentarios:
Publicar un comentario