jueves, 3 de abril de 2014

El Episcopado de Venezuela condena “la desmedida represión” del Gobierno

Alfredo Meza

La Conferencia Episcopal Venezolana ha dado a conocer este miércoles un duro comunicado de 12 puntos que condena al gobierno de Nicolás Maduro por la forma cómo ha manejado la crisis política que desde principios de febrero mantiene en vilo a Venezuela.
Si bien de la lectura del documento se concluye que el mensaje clave de los obispos es el del diálogo franco entre las partes “para construir nuevas relaciones basadas en el mutuo reconocimiento”, el razonamiento que los lleva hasta ese punto deja claro que ha sido el régimen de Nicolás Maduro el principal culpable de que la violencia se haya desatado.
Los obispos parten de que la actual crisis es consecuencia de la pretensión chavista de imponer el Plan de Patria –el último programa de gobierno escrito por Hugo Chávez- como una ley de obligatorio cumplimiento. Detrás de ese plan, dice el comunicado, “se esconde la promoción de un gobierno totalitario, que pone en duda su perfil democrático”. La jerarquía eclesiástica cita varios ejemplos para justificar su razonamiento: las restricciones a las libertades de informar y opinar, la falta de políticas públicas para enfrentar la inseguridad jurídica y ciudadana, el hostigamiento al sector productivo nacional, “la brutal represión de la disidencia política y el intento de pacificación o apaciguamiento por medio de la amenaza, la violencia verbal y la represión física”.
La Conferencia Episcopal, sin embargo, hace una salvedad. Las manifestaciones tienen un origen pacífico y sus promotores ejercen sus derechos de acuerdo a lo establecido en la Constitución. Por lo tanto, los obispos rechazan “la criminalización de la protesta ciudadana y la negación práctica de los derechos humanos en el trato a los manifestantes”, y denuncian “la abusiva y desmedida represión contra ellos, las torturas de que han sido objeto muchas de las personas detenidas y la persecución judicial a los alcaldes y diputados contrarios al oficialismo”.Mención especial ha merecido la forma cómo el Gobierno ha decidido acabar con las manifestaciones pacíficas, pero la jerarquía católica local no duda en condenar las manifestaciones anárquicas de ciertos sectores contrarios al régimen, que el lunes, por ejemplo, derivaron en actos vandálicos: la quema de un módulo de tránsito en la autopista Prados del Este, en Caracas o el incendio de un autobús de la estatal petrolera Petróleos de Venezuela en Maracaibo, estado Zulia, al occidente del país. “El empleo de barricadas y el ataque hacia personas e instituciones, así como la quema de vehículos particulares y de servicio público, crean una situación que no se debe aceptar ni aplaudir”.
“Reiteramos nuestra firme exigencia de que el Gobierno desarme a los grupos civiles armados. Su actuación coordinada, siguiendo unos patrones determinados, demuestra que no se trata de grupos aislados o espontáneos, sino entrenados para intervenir violentamente. En muchos casos han actuado impunemente bajo la mirada indiferente de las fuerzas del orden público, por lo cual la actuación de éstas ha quedado seriamente cuestionada”.
El presidente Maduro ha sido mucho menos frontal con la Iglesia y ha aceptado que el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, sea el garante de las conversaciones con su contraparte, una posibilidad que no se ha negado ni confirmado desde Roma. Los obispos venezolanos, sin embargo, casi la han dado como un hecho en su comunicado. “Consideramos oportuna y de gran valor la participación de la Santa Sede en el diálogo entre el Gobierno y la oposición. El pueblo venezolano apreciará en sumo grado dicha participación y sabrá reconocer el valioso aporte de la Iglesia”.Aún no ha habido una reacción oficial a estas declaraciones, pero lo expresado en el comunicado no abandona la combativa línea que han expresado los obispos en tres lustros de gobierno bolivariano. En muchas ocasiones el fallecido Chávez se enfrentó con dureza a élite eclesiástica y la tildaba de antirrevolucionaria y se enzarzaba en duelos que desafiaban la fe. “Cristo fue el primer socialista”, decía un provocador Chávez en sus copiosas intervenciones televisadas. El líder bolivariano jamás perdonó cómo se movió tras bastidores el fallecido cardenal Ignacio Velasco antes y durante el golpe de Estado que lo desalojó del poder en abril de 2002. Desde entonces prefería identificarse con los sacerdotes de base simpatizantes del proyecto.
En ese sentido, la misión de cancilleres de la Unión Sudamericana de Nacional retornará a Caracas la semana que viene para proseguir con el acercamiento entre las partes, según anunció el ministro de Exteriores de Ecuador Ricardo Patiño en su cuenta de Twitter.

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