Demetrio Boersner
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El conflicto venezolano, entre un pueblo sediento de libertad y una autocracia de doble raíz fascista y comunista, constituye un episodio relativamente aislado dentro del acontecer mundial. No formamos parte –como en los años sesenta y setenta del siglo pasado– de un conflicto global entre dos bloques estratégicos que, para bien o para mal, tomaban cartas en nuestras pugnas internas. Por ello, aunque tenemos interés en explicar nuestra situación y en recabar la solidaridad de otros pueblos, debemos tener claro que el mundo exterior no se siente vitalmente afectado por nuestra crisis y que, por ello, solo podemos contar con nuestras propias fuerzas para resolverla.
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