Unidad,
unidad y más unidad
Fernando Rodríguez –
Editorial de Tal Cual, 2-414
Nadie puede ignorar que existen serias divergencias entre
los sectores que forman la Mesa de la Unidad, más allá de las alharacas que
suelen armarse en el tumultuoso vecindario de las redes. Grosso modo se
podría decir que esos sectores distintos, no necesariamente contradictorios,
serían los partidarios de la salida expedita del actual Presidente y los que no
creen que esa "salida" esté planteada por los momentos y apuestan por
un diálogo con el gobierno que serene el país, al menos que evite más sangre en
las calles de nuestras ciudades, y le practique alguna traqueotomía a nuestra
asfixiada economía. Se trata de dos maneras y dos tiempos tácticos diferentes.
Un ahora decisivo, pero que pocos pueden pensar como muy obvio, ni democrática
ni insurreccionalmente. Otro más pausado que apunta a consensos nacionales más
amplios, a una relativa reconciliación nacional y a poner el énfasis mayor en
modalidades pacíficas y con objetivos precisos y jerarquizados de acción.
Habría que recordar que aquello que nos une esencialmente, la
vocación democrática y la racionalidad económica con sentido social, están ahí
como siempre y por ende el rechazo sin ambages de este despotismo fracasado en
todos los ámbitos. Aunque bien sabemos que en política, no pocas veces, lo
pequeño e inmediato suele pesar más que lo principista y permanente.
Y, a pesar de los pesares, en una situación coyuntural muy difícil, las
partes han sabido mantener la debida sindéresis y la decisión unitaria.
Y quizás sea bueno aclarar antes de seguir adelante que cuando
hablamos de sectores o partes no nos referimos únicamente a partidos de la MUD,
aunque estos cuenten y mucho, sino a conglomerados sociales más amplios que
participan en esta hora de luchas. Por ejemplo, sería difícil encajonar el
movimiento estudiantil o los ciudadanos iracundos por las colas de la escasez
en una casilla muy determinada.
Pero a lo que vamos es que la unidad, puesta en cuestión como
hemos dicho, es paradójicamente hoy más necesaria que nunca, para todos. Para
el sector mayoritario de la Mesa, que lidera Henrique Capriles, sería muy duro
querellarse con el ala más agresiva de ésta porque, hay que decirlo, sus
líderes han jugado un papel primordial en esta ya larga marcha que si bien ha
engendrado muy dolorosas situaciones, también ha sido el despertar de una
respuesta cívica al régimen sin precedentes y ha obligado a retroceder a éste
hasta hacerlo invocar con patetismo el diálogo, así como ha evidenciado sus
lados represivos más oscuros, para empezar sus grupos paramilitares, de los que
hablábamos ayer, y su crueldad represiva. Sería poco noble, además. Y ese
sector más radicalizado en su estrategia debe entender que se aislaría y
debilitaría enormemente si se pierde la unidad y se separa de un grupo
determinante que aspira al diálogo, es un decir, sin ceder a sus peticiones,
entre otras la libertad de los presos políticos y el castigo a las desmesuras
represivas del gobierno. Proceso de reencuentro, además, dicen las encuestas de
ayer y de antier, lo avala una muy amplia mayoría de los consultados.
De manera que si suele ocurrir que la audacia puede vender más
que la prudencia, ésta es una virtud capital de la vida política, mirar más
allá de este domingo, sopesar nuestras fuerzas y posibilidades y encontrar los
consensos y tiempos precisos para la acción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario