miércoles, 24 de julio de 2013

 ¿A QUIEN LE SIRVE LA SUBASTA DE MERENTES?
MIGUEL ÁNGEL SANTOS 

EL UNIVERSAL
24 de julio de 2013
El Gobierno ha realizado una verdadera proeza: Ha diseñado un novedoso método para subastar dólares en un mercado hambreado de divisas sin que se produzca ningún cambio en la economía. Ese resultado improbable es consecuencia de un conjunto de arreglos cuidadosamente diseñados para confundir a los participantes y desvirtuar por completo el mecanismo de asignación. Con eso también ha conseguido que los efectos fiscales de la subasta sean mínimos, las ganancias de la devaluación se quedan en un conjunto de intermediarios muy poco convencionales y obligan a seguir imprimiendo dinero para financiar el gasto.

Lo mejor de todo es que semanas atrás Merentes advirtiera que las subastas serían regidas por un mecanismo "de Vickrey". Este tipo de subastas fueron diseñadas por un economista canadiense, William Vickrey, a comienzos de los años sesenta. El profesor de la Universidad de Columbia demostró, con un complejo set de pruebas matemáticas muy elegantes y -cosa rara en economía- útiles, que si en una subasta el precio a pagar por el ganador es el que ofertó, el que quedó de segundo, los incentivos llevaban a cada participante a pujar con su máxima valoración. Cabe destacar que esta pequeña construcción le valió a Vickrey el Premio Nobel de Economía 1997, que nunca llegaría a recibir (falleció unos meses antes, en octubre de 1996).

Pues bien, nuestro Vickrey doméstico, conocido por su afición a la matemática y al dominó, ha diseñado un mecanismo aún más novedoso que aquél y acaso mucho más directo: Como no queremos que el precio resultante de la subasta de dólares sea tan alto (nos forzaría a reconocer la devaluación), simplemente asignémosles divisas a compañías que oferten menos (menos es cualquier cifra, lo que a nosotros nos dé la gana) y castiguemos a quienes ofrecieron más. En términos concretos, el martes 16 de julio se subastaron 215 millones de dólares, de los cuales 180 fueron asignados a empresas y 35 millones se distribuyeron entre personas. Ahora bien, el Gobierno decidió rechazar todas las ofertas superiores a 16 (empresas) y 15 (personas) bolívares por dólar. Más aún, a quienes ofertaron por debajo del precio de adjudicación (10,9 y 11,7 bolívares por dólar respectivamente, ¡vaya cifras tan precisas que inventa esta gente de Naiguatá!), les permitieron adquirir divisas al precio que cada quien fijó en la subasta. Es decir, en la subasta Merentes gana el que ofrece menos, no más.

¿No suena fenomenal? ¿No nos beneficiaremos todos de que los dólares hayan sido liquidados más bajos? ¿No representa eso insumos más baratos, menos inflación? La verdad es que no. Ahí está el detalle. Al desvirtuar por completo el mecanismo de asignación, el Gobierno terminó distribuyendo divisas entre quienes le vino en gana, no entre los que ofertaron más. Cualquier participante informado de antemano de estos rangos arbitrarios, realizó una ganancia muy significativa en apenas veinticuatro horas. Después de todo, el precio del dólar paralelo no se movió, se mantiene 150% por encima del resultado de la subasta Merentes. Por eso no resulta de extrañar que la Asociación Venezolana de Distribuidores de Equipos Médicos, Odontológicos, de Laboratorios y Afines haya denunciado que las 127 empresas de "equipos médicos" favorecidas en la subasta son revendedores y médicos con empresas de maletín. 

A este ritmo el total divisas a subastar en doce meses no llegará siquiera a la mitad del Sitme. Eso no se corresponde con los reportes de algunos que sitúan las disponibilidades del Gobierno en el exterior (excluyendo reservas) por encima de 40.000 millones de dólares. Todo lo contrario: es consistente con el de quien lleva la botija vacía. Reportes internos (para mí representan el mejor escenario) sitúan esa disponibilidad al cierre de 2012 en menos de 15.000 millones de dólares. El flujo de divisas sigue muy comprometido, no hay ninguna pista de que sean capaces de detener el proceso acelerado de devaluación y depreciación del bolívar.

Una subasta común también hubiese contribuido a cerrar el déficit fiscal, cosa que no ocurrirá con ésta. Esto, más la renuencia del Gobierno a recortar el gasto, van a obligar a imprimir dinero a un ritmo entre 70% y 80% más que en 2012 (ya en esta semana tenemos 63% más bolívares que a estas alturas del año anterior). Esa cifra es consistente con una aceleración todavía mayor de la inflación (los primeros seis meses anualizados dan 56%, 83% en alimentos). Siguen empeñados en inventar la rueda, en ignorar las experiencias de otros con nuestros remedios. Un afán ingenuo que podría considerarse hasta loable, de no ser porque da al traste con las posibilidades de muchos, mientras enriquece mucho, a unos pocos elegidos.

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