ANGEL OROPEZA |
EL UNIVERSAL
24 de julio de 2013
Se ha hablado mucho en estos días de cierta posible sensación generalizada que se estaría instalando en la opinión pública, en el sentido de percibir con pesimismo e impaciencia el resultado acumulativo de sus luchas políticas, y de volver a experimentar desesperanza y desánimo frente a los compromisos y acontecimientos por venir.
La causa inmediata o más directa de tal sentimiento tiene que ver, por supuesto, con el aparente contraste entre el llamado de Capriles a asumir con sentido de compromiso el próximo punto de inflexión masivo de esta lucha, -las elecciones del venidero 8 de diciembre-, y el fantasma disuasivo de las trampas electorales, las cuales surgen siempre para contaminar de pesimismo la hasta ahora exitosa estrategia de acumulación gradual de poder popular y de insistencia en la ruta electoral.
Muy poca gente en Venezuela duda que las actuales 4 directoras del CNE no son sólo obedientes fichas políticas del Gobierno, sino expertas en montar trampas electorales, cuando no en hacerse de la vista cómplice frente a tal corrupción.
Pero también se sabe que las trampas electorales se pueden enfrentar y minimizar con dos herramientas principales: primero, una participación masiva, que permita una victoria tan contundente y con tanto margen, que haga infructuoso el "inflado artificial de votos" como el que se practicó el pasado 14 de abril para darle un triunfo ilegítimo al candidato Maduro. Segundo, una organización popular que se traduzca en una efectiva vigilancia y contraloría ciudadana de todo el proceso electoral, pero especialmente de los núcleos tramposos cada vez mejor identificados. Pero la trampa más peligrosa y letal funciona no en las mesas electorales sino en nosotros mismos, cuando nos dejamos someter psicológicamente por la desesperación, el desánimo y la impaciencia. Es la tentación que asalta a algunos en el sentido que la lucha es inútil, y que lo único que nos queda es resignarnos a la desesperanza.
Estos comentarios vienen a propósito de la lectura de la excelente obra "Terapia para el Emperador", escrita por el profesor Manuel Llorens, quien desde hace más de 10 años funge como psicólogo de la selección nacional de fútbol, y ha sido una pieza clave en la transformación de nuestra Vinotinto, de eterna perdedora, a convertirse en una referencia de respeto internacional, logros indiscutibles y altísimas expectativas. Llorens combina en su libro una interesante reflexión sobre la importancia del cambio actitudinal en los jugadores, con una profunda radiografía sobre la idiosincrasia y modo de ser de los venezolanos. Y hablando justamente de esto último, nos recuerda la advertencia del maestro Mario Briceño Iragorry, quien afirmaba que... "nuestra gran tragedia cultural de pueblo radica en haber llegado sin llegar... jamás hemos sabido esperar...Porque un pueblo que no medita el valor de sus propios recursos ha de caminar los opuestos caminos que conducen ora a la desesperación, ora a la presunción" ("Obras Selectas", 1966). Llorens aprovecha sabiamente la observación de Briceño-Iragorry, para a su vez advertir: "Como psicólogo creo que al Mundial no se va por una noche inspirada. La inspiración va a ser una pieza importante en más de una noche, ciertamente. Pero al Mundial se va producto de un trabajo serio y sostenido...Para ir a un Mundial necesitamos no del gran esfuerzo de un momento sino del pequeño esfuerzo de todos los días".
La lucha por la liberación de nuestro pueblo es ciertamente una tarea cotidiana, que se libra a pulso por todos los rincones de nuestra geografía, muchas veces no visible ni de gran impacto mediático, pero no por ello menos exigente y trascendente. Requiere no sólo de dedicación sacrificada y constante, sino de una inteligente paciencia para no desviar el rumbo, a pesar del cansancio de algunos y del interesado llamado de otros a que no se siga construyendo. No se trata de zarpazos de suerte, grandilocuencias de poco aliento ni de arrebatos de heroísmos de corto plazo, sino de la construcción paciente, organizada y eficiente de una fuerza popular tan formidable que no sólo se conforme con obtener el poder, sino con transformar al país.
@angeloropeza182
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