Américo Martín
1. La política es o puede ser desconcertante cuando no se la aprecia bien. Como todo arte-ciencia tiene sus leyes, inalcanzables para quienes desdeñan la experiencia universalmente acumulada . ¿Por qué uno de los dictadores más inhumanos en la historia reciente de América pudo ser derrotado electoralmente aprovechando sus propias, arbitrarias y fraudulentas reglas? ¿Qué indujo a los experimentados partidos y líderes de la Concertación chilena a comprender la vital importancia de participar en unas elecciones tan cuestionadas?
Con todo lo que con razón pueda decirse de las reglas impuestas por el madurismo para las municipales del 8D, siempre serán más graves las consagradas por la dictadura de Pinochet en Chile. Y sin embargo, la oposición de aquella costilla territorial se decidió a aceptar el reto en condiciones muy desiguales, y decretó a punta de votos la muerte del sanguinario régimen.
La decisión de participar no fue fácil ni unánime. Muchos la tildaron de cándida, come-flor, inocente. Otros hablaron de “convalidación”. Con ese procedimiento –aseguraron sin pizca de duda- el dictador quiere legitimarse, refrescar su imagen. Y al prestarse al juego, la oposición colabora con él. De decir “colabora” a llamarla “colaboracionista” se pasó tan rápido como un suspiro.
Por el lado extremista o extremoso, la suspicacia fue algo más doctrinaria, si podemos llamarla así. El sistema dictatorial sencillamente no aceptaría un resultado adverso. No pondría en riesgo el modelo construido sobre tanta sangre, asedio y ruina de chilenos inocentes. Ninguna clase social abandona sin lucha el escenario de su dominación, afirmaban en tono libresco. Y en consecuencia el camino, el único posible, sería el de la resistencia con la mirada puesta en la insurrección armada.
Pero la Concertación consolidó su unidad y, llena de convicciones, se tiró al ruedo. La jornada se condujo con arte e inteligencia inigualables y, bueno, fue premiada con orejas y rabo. Todos los argumentos en pro y contra de participar en unos comicios tan manipulados como aquellos se sometieron a la prueba de la verdad. La verdad está en los hechos.
2. Si la política fuera sencilla, no habría sido necesaria la presencia en plan de conductores de gente como De Gaulle, Churchill, Roosevelt, Lenin y antes Bonaparte, Metternich. En fin, la lista es impresionante.
- Póngame a escoger entre un ejército de ovejas dirigidas por un león y un ejército de leones conducidos por una oveja, y preferiré el primero, dijo un sabio.
Quienes de nuevo postulan la abstención pese a los descalabros sufridos por la oposición cuando la intentó, invocan un argumento que haría inútil la actividad política.
Hemos denunciado un fraude en la batalla del 14 de abril, aseguran. Hemos prometido llegar hasta la Corte celestial si fuera necesario, pero en actitud desconcertante estamos convocando al pueblo a participar en la jornada del 8 de diciembre, con el mismo CNE, el mismo gobierno falsario y sin siquiera esperar el agotamiento de la vía jurisdiccional en Venezuela y el mundo
Lo primero es reconocer la sinceridad y la lógica de semejante argumento. No es un razonamiento absurdo. Si repetimos la misma política que fue objeto de un fraude, no podemos esperar sino el mismo resultado. Y en consecuencia es preferible no convalidar la maniobra oficialista, no darle carta de legitimidad.
Pero a ese tipo de argumento se sobrepone otro mil veces probado desde que los animales humanos comenzaron a relacionarse políticamente. Las buenas razones ceden el puesto a las mejores razones.
3. Partamos de lo asazmente demostrado. La oposición venezolana ensayó la abstención. Como tal pareció obtener un buen éxito. La ausencia de electores fue notable. Pero políticamente fue un estruendoso fracaso, perfectamente mensurable por sus resultados. Se aspiraba “deslegitimar” la Asamblea Nacional y fuera de un pequeño escándalo inicial, el total abandono del Legislativo fortaleció la autocracia y debilitó y dividió a los supuestos “vencedores”. La abstención se basa en la no acción y sobre la no acción es imposible construir una fuerza que actúe, es decir, que desconozca su naturaleza y haga exactamente lo contrario. La AN “deslegitimada” siguió actuando y finalmente todos de hecho admiten sus facultades. La oposición a su vez quedó menguada, dividida, sin unidad ni liderazgo. En esa ruinosa condición nos dejó la pomposa abstención. Ante semejante evidencia, repetir tan deshilachada fórmula sería un suicidio en fecha fija.
En cambio las sucesivas elecciones marcaron el crecimiento incesante de la oposición y de su unidad y mando, inversamente proporcionales al deterioro del caudal madurista.
El fraude del 14A no pudo ocultar ambos procesos. Maduro, según el dócil CNE, ganó por menos del 2% perdiendo cerca de un millón de votos, la misma suma afluyó hacia Capriles. El efecto residual de la supuesta victoria de Maduro es dramático. Como el general macedonio Pirro, otra “victoria” como esa y se queda sin seguidores. Si Maduro retrocede desde la pírrica ventaja de la que se ufana, su movimiento difícilmente sobrevivirá. Basta reflexionar sobre el sepulcro donde ha venido sepultando a los venezolanos para pronosticarle un resultado más bien desagradable.
En política la pelea debe darse siempre. Nunca abstenerse. El silogismo lógico no vale con una lucha extendida a cada pulgada de terreno, cuyos rasgos se precisan al calor del combate mismo. El 8D será una oportunidad dorada para la oposición.
Pero, como dice el proverbio chino: para caminar mil “li” debe darse un paso. Ese paso es votar, insistir, perseverar y poner a prueba, después de tres devaluaciones, la viabilidad del régimen más camorrero y deficiente que se conozca.
@AmericoMartin
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