DIEGO BAUTISTA URBANEJA |
EL UNIVERSAL
jueves 11 de julio de 2013
Este es un gobierno que perdió la brújula y el criterio de gobierno. Cuando Chávez estaba vivo, él proveía esa brújula y ese criterio. En realidad, la cosa era muy simple. Chávez manejaba las cosas en función de su acumulación de poder. Todo respondía a ese criterio y ese era el norte de la brújula. Siendo él mismo quien los aplicaba y siendo él mismo el beneficiario de hacerlo con acierto, podía darse el lujo de tomar un desvío, de dar un paso atrás, de esperar un poco. Pero la desaparición de Chávez trajo como consecuencia que el gobierno que le ha sucedido se ha quedado sin esas guías orientadoras. De ahí esas marchas y contramarchas, esas constantes contradicciones, que todos los especialistas de los diferentes campos han señalado en el área de su competencia, siendo la política internacional y la política económica los terrenos donde ello se ha manifestado más clamorosamente.
En vida de Chávez, las marchas y contramarchas que pudieran apreciarse en sus decisiones eran cargadas a la cuenta de la astucia que se le atribuía. En cuanto a sus seguidores, entregados como estaban de un todo a sus dictados, no tenían más remedio que aplicar aquel dicho: "detrás del baquiano aunque esté perdido". Pero todo eso es cosa del pasado. A nadie en su sano juicio se le ocurriría decir eso respecto a Nicolás Maduro.
¿Qué ha reemplazado aquella brújula, aquellos criterios, tan sencillos y de tan segura aplicación, puesto que los aplicaba su mismo creador y beneficiario? El nuevo criterio se llama "salir del paso".
"Salir del paso"
Hace tiempo se estudió mucho en la ciencia política un concepto de un politólogo norteamericano: "la ciencia de salir del paso" se llamaba, pues así se convino en traducir la expresión original, the science of muddling through. Estos días he tenido ocasión de recordar la expresión. El concepto original era complejo, pero eso no nos interesa en este momento. Lo que vale es la expresión: "salir del paso". Hacia algo como eso se dirige este gobierno. A ser un gobierno que "sale del paso" de los problemas, y ello en el mejor de los casos.
El área donde eso mejor puede apreciarse es la económica, y más en concreto en la saga de la entrega de dólares. Nadie puede pensar en que tal cosa tiene la capacidad de relanzar la economía venezolana. Para ello, como se ha dicho hasta la saciedad, se necesitaría un cambio de dirección, lo que llaman "un cambio de modelo", para el que a este gobierno no se le ve por ningún lado, ni la capacidad ni la disposición de llevar a cabo. Pero no es eso lo que pretende el nuevo episodio del Sicad. Los nuevos esquemas que en esa materia se están proponiendo tienen como principal objeto simplemente paliar los problemas de inflación y de desabastecimiento que tan agudos han llegado a ser, y de paso aliviar algunos problemas de viajes, estudio o tratamiento de personas naturales. Salir del paso pues.
Y así con todo, en la forma que permitan las circunstancias del problema de cuyo paso se quiere salir.
Incongruentes
Como no hay brújula ni criterio, al lado de los intentos de salir del paso, vemos esos incongruentes ramalazos de radicalismo que ya sabemos que no van a ninguna parte, y que culminarán en su respectiva forma de salir del paso. El nombramiento de Samán, las medidas draconianas contra la clínicas privadas, ese intento de agarrar el agua con las manos que es la ley para regular los precios de unos carros terriblemente escasos...
Al hablar de esto siempre se considera la posibilidad, de que, una vez que se salga del paso del problema que lo acogota, el gobierno volverá con renovados bríos a poner en marcha "la revolución". Por mi parte, descarto esa posibilidad. Este gobierno no tiene fuerza para volver a poner en marcha nada. Con una piedra en los dientes se tiene que dar si logra salir del paso en algo.
Pero todo esto nos lleva a la conclusión que me parece más importante. Este es un gobierno que va en vías de ser un simple mal gobierno, un gobierno que no resuelve los problemas sino que los agrava. Uno que, más allá de la retórica de "los hijos de Chávez" y de los gritos correspondientes, está cada vez más lejos de esas raíces y de esas ilusiones. Un gobierno para el que todo termina en ver cómo diablos hace para que las empresas y los individuos consigan los dolarcitos que necesitan para pagar a sus acreedores o para tener un suplemento de dólares Cadivi.
Un mal gobierno y nada más que un mal gobierno.
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